¿A dónde vamos a parar?

De acuerdo al contenido del artículo 21 constitucional —ahora ya reformado por los… del que ocupa la titularidad del Poder Ejecutivo en nuestro país, dado que sus mozos de espadas en el Congreso nomás acatan— se establecía que la seguridad pública correspondía a las autoridades civiles, constituyendo una real garantía de la Carta Magna y por ende sujetas a los principios de un Estado democrático de Derecho, como son la proporcionalidad, la exhaustividad y la racionalidad. Al pasar por encima de esto se transgrede la obligación internacional de prevenir a través de normas jurídicas expresas actuaciones de la autoridad que pudieran generar violaciones a los derechos humanos. En 1996 la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió por unanimidad que no había violación a la Constitución siempre y cuando la presencia de Fuerzas Armadas en labores de seguridad pública, estuvieran bajo el mando de las autoridades civiles. Esto lo cito como antecedente de una acción de inconstitucionalidad interpuesta en aquel entonces.

A mí me gusta estudiar lo que sucede en otras latitudes. Los Carabineros en Chile son una institución policial que junto con la Policía de Investigaciones dependían del Ministerio de Defensa, afortunadamente en 2011 se hicieron reformas legales y se dejó a ambas policías adscritas al Ministerio del Interior y Seguridad Pública. La misión de los carabineros es brindar seguridad a la comunidad en todo el territorio nacional mediante acciones prioritariamente preventivas, apoyadas por un permanente acercamiento con la sociedad a la que sirven.

Su misión es brindar seguridad a la comunidad en todo el territorio nacional mediante acciones prioritariamente preventivas, apoyadas por un permanente acercamiento a la comunidad. Privilegia la acción policial eficaz, eficiente, justa y transparente. También pueden proponer al presidente normas y acciones orientadas a mantener el orden público, la seguridad y la paz social, y enfrentar el alza de la delincuencia. Esta fuerza policial fue creada desde 1927. Tuve la oportunidad de estar en Chile hace unos seis años aproximadamente y me quedé asombrada de la opinión que les merecen a los ciudadanos los Carabineros. Palabras más palabras menos cuando pregunté sobre ellos, me dijeron que saber que está un carabinero en las calles les da tranquilidad, que los respetan y los aprecian mucho. No lo podía creer.

La Guardia Nacional no va a resolver el problema de los altos niveles de inseguridad que está padeciendo nuestro país, ni el Ejército ni la Marina en las calles. Está más que visto que la solución no va por ahí. No se han abatido los índices delincuenciales, al contrario, van a la alza. ¿Por qué se niega la actual administración a negar lo que es más que obvio? En el vasto espectro en el que se desarrollan los campos centrales del poder nacional, así como las diversas amenazas emergentes, no de guerra, con las que están lidiando los países del orbe, hacen de la inteligencia un instrumento sine qua non para garantizar la seguridad pública y la nacional. La problemática de un país trasciende al de los vecinos tarde o temprano y allende los mares en nuestros tiempos. Por eso es tan relevante atender los problemas de seguridad nacional, para que no se extiendan más allá de sus fronteras. Desde esta perspectiva, la inteligencia tiene un papel sustantivo, especialmente para el desarrollo de sus cuerpos policiacos en este siglo XXI. Este presente es muy distinto a lo que se tenía en el pasado. Hoy día se requiere una plataforma de conocimiento social, digital, tecnológico y de información muy especializada, ya que ahora las distintas actividades humanas se han trasladado a ese espacio virtual. Esta realidad demanda funcionarios de inteligencia que aporten elementos a quienes toman las decisiones en la atención de situaciones de alto impacto, como son todos los relativos a la seguridad nacional. La inteligencia policial tiene como objetivo toral obtener información para combatir el crimen, sobre todo el organizado. Hoy los enfoques tradicionales de la inteligencia tienen que replantearse, ya que presentan un aspecto eminentemente militar, y es cierto, el crimen transnacional organizado se ataca con el uso de la fuerza pero…pero…también se amerita para abatirlo de producción de inteligencia de primer nivel para identificar y comprender los elementos estructurales que los producen.

Por otro lado, las alternativas que brindan la inteligencia conjunta, son oro molido, verbi gratia las que provienen de la experiencia de las fuerzas armadas, se pueden convertir en un marco de referencia analítico para captar datos e información que pueden ser de extrema utilidad para el análisis de la problemática en turno. Asimismo, explorar las redes informales de la policía pueden convertirse en un referente objetivo para evaluar la solidez institucional con que funcionan los servicios de inteligencia policial orientados a dar seguridad en tres vertientes, la ciudadana, la humana y pública, que orientarán de manera importante sobre el avance y la madurez política de las sociedades en las que se encuentran presentes. Y sin duda que también el intercambio de experiencias coadyuvarán a elevar los índices de predictibilidad sobre la problemática a enfrentar.

El ciclo básico de inteligencia integra todos los componentes incluidos en la parte teórica, desde la táctica operativa hasta la estratégica, así como los tres tipos de inteligencia que existen: como conocimiento, como actividad y como organización. Este ciclo permite evaluar la viabilidad de apoyo a la ciudadanía y a Gobiernos locales mediante vía operativos, escalamiento de capacidades tecnológicas y operativas, que signan la estrategia nacional de seguridad. Propicia también un cambio de paradigma, porque da pie para alcanzar mayor eficiencia en la acción policial a corto plazo, abre la puerta a la confiabilidad entre las fuerzas federales y las policías locales y municipales, a más de facilitar la captura de los capos de las organizaciones delictivas con presencial nacional, regional y estatal.

El marco normativo es importantísimo ya que es el que privilegiará tanto el diseño institucional de la inteligencia policial o criminal, así como los deberes y responsabilidades de los operadores. La inteligencia en estos términos se convierte en un eje transversal que cruza toda la institución. Se requiere para que funcione óptimamente, una armonización de funciones. No debe ser de otra manera. De otra suerte se producen tensiones innecesarias, sobre todo en una actividad en la que se requiere cabeza fría y objetividad. También se demanda la creación de un proceso de contrainteligencia, para evitar que áreas sensibles de esta área se vean infiltradas por organizaciones delictivas. Y esto se logra incluyendo divisiones de inteligencia. Implementar la inteligencia estratégica, apuntan los expertos, desarrolla mayores capacidades analíticas para la comprensión de las causas que generan los ilícitos y permiten atender de manera estructural y funcional el problema, no coyuntural, como sucede hoy día, que dan como resultado la captura de criminales y su encarcelamiento. Y hago hincapié en este punto de encarcelamiento toda vez que constituye también un nuevo desafío para los centros penitenciarios, desde los que siguen operando los capos como si anduvieran en la calle. Derivado de esto la inteligencia penitenciaria resulta esencial para inhibir la operación criminal, así como para entender la racionalidad criminal que permite el surgimiento de amplias organizaciones delictivas con liderazgos que se supone están apartados de esa posibilidad y eso repercute en la vinculación con una base social resentida, que dadas las circunstancias, ingresa a las filas de los malandrines, cuando muchos de ellos están en prisión por delitos que nada tiene que ver con el narcotráfico y anexas. Los centros penitenciarios no son lugares para la reinserción social de los internos, sino «escuelas» de donde salen convertidos en delincuentes consumados. En Colombia tienen separados a los internos, aquí en México no.

Es de elemental sentido común crear una División de Inteligencia, para tener un equipo profesional, especializado en el diseño y capacitación sistemática de analistas de inteligencia adscritos a otras áreas vinculadas con la seguridad, así como de implementar un sistema de profesionalización permanente que eleve las capacidades analíticas de forma gradual, desde los niveles operativos y tácticos hasta la vertiente estratégica, con el objetivo de institucionalizar la producción de inteligencia. Que en ello invierta la actual administración, se trata de su obligación número uno con los mexicanos: Garantizar nuestra seguridad.

Que baje del volantín en el que está trepado y pise el suelo. Pedirle que se comporte como estadista son palabras mayores, para ello hay que tener las cualidades, y lo que natura non da pues no, pero por lo menos un poquito de sensibilidad y de compromiso con el cargo que detenta. México necesita inversión fuerte en seguridad, en salud y en educación. De otra suerte el futuro de los niños y los jóvenes de hoy y los que estarán llegando será terrible.

Licenciada en Derecho, egresada de la UNAM. Posee varios diplomados, entre los que destacan Análisis Político, en la UIA; El debate nacional, en UANL; Formación de educadores para la democracia, en el IFE; Psicología de género y procuración de justicia. Colabora en Espacio 4, Vanguardia y en otros medios de comunicación.

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