Es en los tiempos aciagos, oscuros, cuando las cosas van o pueden ir mal, en los momentos de grandes tribulaciones cuando nos refugiamos en la religión. En ocasiones, las menos de ellas, acudimos a ella para agradecer por los regalos que la vida: Nuestros hijos, la salud, incluso los bienes materiales. La religión nos ayuda a reconfortar y dar fuerza al espíritu, llena los vacíos de nuestras vidas y nos ayuda también a encontrar un sentido a nuestra existencia y poder sobrellevar la indiferencia que muestra hacia nosotros el Universo. La religión a veces ha servido para liberarnos de las cavernas y de la ceguera. Incluso, la religión ayuda a calmar los instintos del hombre, atemperando el lado animal que a veces despierta convirtiéndonos en seres violentos. De las creencias y prácticas religiosas, dependen millones de almas que encuentran en ellas como decía Erich Fromm, la razón para resignarse a las muchas frustraciones que presenta la realidad.
Pero el problema empieza en decidir: ¿A cuál Dios rezarle? ¿En cuál Dios confiamos? Y es que, aunque para nosotros, en este lado del mundo, decir Dios o rezar a Dios, es la única verdad; existen regiones enteras del mundo que no tienen esa misma idea, ni tampoco saben quién es nuestro Dios. Nosotros, un poco con soberbia lo llamamos «Dios», así a secas, aunque en la biblia se le nombra como «Yahveh». Lo cierto es que cuando escuchamos sobre los dioses de otras religiones, nuestra salida fácil, es decir: Dios solo hay uno. Y aunque es verdad, que el cristianismo es la religión más difundida y practicada en el mundo. Lo confirma un estudio elaborado por el centro de investigación Pew para asuntos religiosos que reveló que en el mundo existen 2 mil 200 millones de personas que dicen tener la fe cristiana (católicos, protestantes, anglicanos, ortodoxos, mormones, luteranos, testigos de Jehová, metodistas y un largo etcétera.) Son el 32% de la población mundial quienes la practican y se ubican principalmente en América y Europa. Su libro de cabecera es la Biblia.
Le siguen en número los musulmanes que se basan en las enseñanzas de su libro, el Corán. Ellos tienen como su Dios a Alá y como su profeta a Mahoma. Son mil 600 millones de musulmanes y aumenta su número a gran velocidad pues son ya el 23% en todo el mundo. El islamismo está presente con fuerza en el medio oriente y en muchos países del sureste asiático. Luego están los hinduistas con mil millones de practicantes, la mayor parte de ellos en la India. Ese es el motivo del porqué muchos llaman a los habitantes de ese país como hinduistas, pero el nombre correcto es «indios», los hinduistas son quienes practican el hinduismo, religión que tiene a varios dioses, entre ellos Shiva, Krishna y Ganesha.
Quinientos millones de seres humanos practican el budismo, están principalmente en países asiáticos en donde por cierto no tienen al Buda gordito y simpático que conocemos por este lado del mundo. Ellos tienen a Siddhartha. Los judíos son una minoría de solo 14 millones de personas alrededor del mundo, pero su Torá y el Talmud tienen una influencia determinante alrededor del mundo.
Después de todas estás religiones, están cerca de 400 millones de personas que practican religiones como el taoísmo y algunas locales. Luego estamos casi mil millones de personas sin una fe definida. No somos cristianos, budistas, hinduistas o musulmanes. Somos mil millones de personas sin una religión, aunque algunos de estos si creen en un Dios o un ser superior.
Por eso piénselo dos veces, pues mientras usted se encomienda al Dios de la Biblia, otros se encomiendan a uno distinto que puede ser Alá, Shiva, Buda, Ganesha, Yahvé y tantos otros. Así que la pregunta sería: ¿A cuál Dios debemos de rezarle?, ¿en qué Dios confiamos?, ¿hay un Dios más efectivo que el otro?, ¿hay un Dios más bondadoso o represor que el otro? Así que la pregunta sería: ¿A cuál Dios hay que rezarle, en que Dios confiamos? ¿Hay un Dios más efectivo que el otro? ¿Hay un Dios más bondadoso o represor que el otro? Piense bien la respuesta, porque precisamente por este motivo, por pretender imponer una fe sobre otra, el hombre ha desatado guerras, muerte y tragedias a lo largo de toda nuestra historia.