Recientemente varias organizaciones ciudadanas se unieron para emitir el Acuerdo de Glasgow (AG, nominación que obedecer a que el acuerdo se concertó en esa ciudad de Escocia) el objetivo es salvar el clima del planeta, recuperar la iniciativa de los gobiernos y las instituciones internacionales y crear herramientas alternativas, ya que los miembros de las organizaciones estiman que los políticos aplican decisiones muy tímidas para hacer frente a la crisis climática, a pesar de los Acuerdos de París.
Greenpeace y otras organizaciones que luchan por la justicia climática buscan avanzar en esa cruzada sin verse atrapados en los enredos de la política internacional. Pretenden crear otras opciones de acción y de colaboración para el movimiento ecologista que hasta ahora se ha centrado, ante todo, en presionar a los gobiernos para que tomen medidas sobre el clima o impulsar acuerdos internacionales dentro del marco de las Naciones Unidas.
El problema es que, las emisiones siguen aumentando y la biodiversidad agoniza. Por ello, el AG propone que la sociedad civil realice su propio plan de acción. Participar de este acuerdo significa fortalecer las alianzas con organizaciones y movimientos sociales, además de construir un contrapoder para detonar acciones reales, disruptivas, descentralizadas y coordinadas a nivel mundial para hacer frente a la crisis climática y detenerla, en lugar de esperar a que los gobiernos y las instituciones internacionales actúen con la ambición y la urgencia requerida.
El AG se propone utilizar una amplia gama de estrategias y tácticas, incluida la desobediencia civil, para lograr la disminución de emisiones y contener el aumento global de la temperatura en no más de 1.5 grados centígrados para el año 2100, la meta parece difícil porque los gobiernos son lentos en entender y actuar.
Greenpeace declaró que no es posible esperar a que los gobiernos y el proceso de Naciones Unidas nos salven, no lo harán, exponen que es necesaria una alianza de justicia climática que reclame e impulse la iniciativa de los gobiernos y las instituciones internacionales para abordar el cambio climático y crear un instrumento alternativo, aunque eso no implica abandonar lo hecho, en cuanto a la incidencia en las políticas públicas.
Ante este panorama un tanto desalentador, el AG propone, además: construir relaciones sólidas y estratégicas con grupos de justicia climática; colaborar en la creación de un inventario que identifique a los peores contaminadores y actores responsables de las emisiones en su territorio y crear de manera colectiva una «agenda climática» para acabar con la raíz de este problema de dimensiones globales que trasciende generaciones.
En México se avanza en las siguientes líneas de acción: articulando el trabajo de 30 organizaciones en torno al tema del agua y la adaptación al cambio climático enfocados en la CDMX; señalando las inconsistencias entre la política energética y los compromisos climáticos adquiridos por el país, así como a los sectores que mayormente ocasionan el problema —eléctrico, minero y transporte— y sensibilizando al público en torno a cómo modificar los hábitos de consumo excesivos, lo cual puede complementar medidas de carácter colectivo, nacional e incluso internacional para disminuir la huella climática.
Hace más de 30 años que se inició la batalla para recuperar el clima del planeta, en ella participaban un grupo pequeño de investigadores y activistas, ahora el tema es del dominio público y está presente en múltiples agendas de trabajo ciudadano y político, así, el tema se diversifica y crece de manera que ahora son más de 130 las organizaciones integrantes de esta iniciativa de reciente creación llamada Acuerdo de Glasgow (Gustavo Ampugnani, Greenpeace).
Asilo para los migrantes
La salida de Donald Trump de la presidencia estadounidense y la orden de Joe Biden de detener la construcción del muro fronterizo encendieron la llama de la esperanza y, con ella, multitudes de centroamericanos esperan en las ciudades fronterizas mexicanas para cruzar hacia su sobrevivencia, más que el sueño americano es la búsqueda y solución de las causas profundas de su emigración.
Cabe destacar que, en su primer día como presidente, Biden firmó un decreto para detener la construcción del muro con México y para anular el veto migratorio que impide la entrada a los EE. UU. a los ciudadanos de 11 países, una llama de esperanza para los migrantes, cientos de ellos buscan llegar a los Estados Unidos mediante un asilo humanitario.
El muro ha sumado mil 489 kilómetros de construcción que ahora ha detenido Biden. Bill Clinton (1993-2001) construyó 100 kms. Por su parte, George W. Bush (2001-2009) elaboró 781 kms. Barack Obama (2009-2017) realizó 222 kms y Trump (2017-2020), 386 kms.
Además, Biden tiene previsto la supresión del programa «Remain in Mexico», que obliga a los solicitantes de refugio en Estados Unidos a esperar su trámite en México, lo que ha dejado varados a miles de migrantes en la frontera.
En efecto, se reanudó ya el trámite de solicitudes de asilo de las personas registradas en el programa eufemísticamente denominado Protocolos de Protección Migratoria (MPP, por sus siglas en inglés), más conocido como, «Quédate en México», cerca de 25 mil personas tienen casos abiertos en ese programa, creado por el expresidente Donald Trump para obligar a todos los refugiados a permanecer al sur del Río Bravo en espera de que sus solicitudes fueran procesadas.
Hay personas que esperan desde hace casi dos años para realizar sus trámites de asilo y permanecen en los pasos fronterizos, padeciendo ahora las gélidas temperaturas que se han presentado en este invierno, con voluntad de acero para escapar de la violencia que pone en peligro sus vidas y la de sus familias, huir del hambre y de las infames condiciones insalubres que son el pan de cada día en Centroamérica y en las regiones marginadas de México.
Las mujeres migrantes son conscientes de que podrían enfrentar violencia sexual extrema y violación, además de estar expuestas a la trata y al feminicidio, los hombres pueden ser forzados a laborar para los grupos de la delincuencia organizada y los jóvenes inducidos a vender drogas o ser secuestrados, mas todos los riesgos son considerados menores que los de la vida diaria en sus regiones, por ello esperan cruzar la frontera para encontrarse con sus hermanos u otros familiares que los ayudarán al cruzar la línea.
Recientemente el gobierno de Estados Unidos admitió a los primeros 25 solicitantes de asilo con citas para comparecer ante un tribunal, poniendo fin a su larga espera en México y marcando un hito en el desenlace de una política migratoria que Biden espera revertir; se espera que Estados Unidos acepte a 25 migrantes al día en San Diego.
Con todo, cabe dar un voto de confianza, a fin de que el audaz y diligente plan de reforma migratoria presentado recientemente por el presidente Joe Biden logre rebasar la obcecación y el empecinamiento xenófobos del partido Republicano, de manera que ese país cuente con una ley migratoria a la medida de su historia que es la de la migración que lo constituyó.
Por parte de las autoridades y la población mexicanas, lo menos que se puede pedir es la solidaridad con los migrantes mientras esperan que sus solicitudes de asilo sean atendidas, ofrecer ayuda a estas personas en tránsito, trato digno y a quienes les sea posible, brindar recursos económicos que aseguren su sustento y el de sus familias.