I
Naciste a la vida impetuosa,
trémula de emoción
con la llegada de la primavera,
cuando las garras de la muerte
se abatían inclementes sobre Europa,
y ríos de fuego y de metralla
surgidos del odio irracional del nazismo,
incendiaban el cielo gris de Stalingrado.
Fuiste en tus primeros años
acosada por intrigas palaciegas
por quienes al conocer la grandeza de tus miras
destruir quisieron tu esencia de centro de cultura,
cuando apenas incipiente y jubilosa
para honra de la cultura de Coahuila
te perfilabas como amorosa cuna
no sólo de juristas eminentes,
y profesionales destacados del derecho,
sino también de escritores y poetas.
Nada fue fácil en tus primeros años;
pues ante la ausencia y calidez de aulas,
tuvieron tus maestros que impartir sus clases
en los prados y jardines de la alameda,
y así como errante escuela peregrina
huérfana de estrellas y luceros,
deambulaste por calles y barrios de Saltillo
en busca de techo seguro y morada digna,
en franco reto a las adversidades del destino.
Sólo la mística de tus fundadores,
ejemplos de pasión y amor por el derecho,
permitieron sortearas vendavales y tormentas,
para sí bajo el timón y guía de tu fundador,
conquistaras los más bellos ideales.
Tu esencia de centro de cultura,
se ha consolidado en este aniversario jubiloso
al cumplir 80 años de fundada,
como augusto templo del derecho
para orgullo de Saltillo y de Coahuila,
y honra de tus fundadores y maestros.
II
Hoy que a mi vida ha llegado el otoño
y el paso del tiempo toca a mi puerta en cada instante,
¿cómo olvidar la elegancia de tu imagen,
la pulcritud de tus aulas,
la limpieza sin par de tus pasillos,
tu culta y espaciosa biblioteca,
dónde con asombro descubrimos
a los forjadores de la ciencia del derecho
creación sublime del espíritu del hombre?
¿cómo olvidar tu bello y elegante auditorio,
honrado con el nombre del jurista
venerado por innumerables generaciones,
por su disciplina y enseñanzas
de Pallares y Calamandrei,
impartidas con disciplina espartana?
Imposible olvidar también,
tus bien cuidados jardines
prolongación amorosa de tus salones de clase;
y los inicios de primavera
preludio del inicio de exámenes,
y aquellos angustiosos veranos
con largas noches de desvelo,
mitigadas con cigarrillos y café
que culminaban con arribo del alba.
tampoco olvidar se pueden
las horas cargadas de angustias,
previas a tener que enfrentar
en la íntima soledad del pupitre
con o sin ficha libre,
la rigidez académica de tus exámenes.
¿Cómo olvidar la sabiduría de tus maestros,
con sus lecciones de vida
prologadas fuera del aula,
transformadas hoy en cosecha de gratitud
que todos tus hijos llevamos
como la más preciada herencia
en lo más recóndito del alma?.
¿Cómo olvidar el lazo espiritual
pleno de hermandad solidaria,
que año tras año nos convoca
a volver a ti llenos de nostalgia,
para retomar tu renovada energía,
a fin de seguir como aconseja el poeta
el camino de retos a vencer,
sin tregua, ni pausa?
Por eso entrañable Aula Mater,
por todo lo que a mi significas,
te evoco como el primer día
que llegue a ti con la ilusión juvenil,
en aquel lejano otoño
hace ya 53 años;
incólume,
inhiesta,
majestuosa
y galana,
orgullosa de tu origen
como escuela de Don Pancho,
pletórica de historia y tradición,
que identifica a todos tus egresados.
y con ese blasón,
acrecentado en este tu 80 aniversario,
prometo llevarte siempre,
plegada a mi mientras vida tenga
sobre el paso del tiempo y de los años.
San José de Gracia, Aguascalientes.
1 abril de 2023