Adiós coach, maestro… amigo

Reconocido periodista, docente y entrenador de futbol americano, Agustín García Ramos deja un legado imperecedero. Su familia conserva su sonrisa sempiterna, la broma oportuna y el amor que siempre le profesó

El valor de un hombre se puede medir por el peso de su ausencia. Y enorme ha sido el vacío que Agustín García Ramos dejó en Saltillo tras su fallecimiento, el pasado 28 de enero, a los 86 años de edad. Multifacético como pocos, incursionó —y destacó— en el periodismo, el deporte y la educación. Varias generaciones de jóvenes saltillenses le deben el conocimiento adquirido, lo mismo en un salón de clases que en una cancha de futbol americano, donde era común encontrarle en su rol de coach del equipo de Burros Pardos del Instituto Tecnológico de Saltillo, a los cuales entrenó durante 62 años de su vida.

García Ramos nació el 25 de septiembre de 1936, en la capital coahuilense y siempre encontró la forma de combinar el periodismo con el deporte y la docencia —no solo impartió Educación Física, también Historia—. En el Sol del Norte forjó su carrera periodística. Ingresó a este medio en 1956, en la sección de deportes y muy pronto ascendió a jefe de redacción. Labor que mantuvo hasta 1989. Como si no fuera suficiente, a inicios de los noventa también se desempeñó como subdirector editorial adjunto en Vanguardia.

Su éxito con los equipos de futbol americano, de distintas categorías, son muy conocidos y le valieron múltiples lauros. Especialmente, en el lapso de 1992 a 1994 cuando logró 43 victorias, cuatro empates y ninguna derrota, para sumar seis campeonatos consecutivos (a dos por año).

Sin embargo, para conocer de cerca no solo al periodista y al deportista sino al padre de familia que fue, al hombre al interior de su casa, Espacio 4 tuvo la oportunidad de dialogar unos minutos con algunos de sus familiares más cercanos que, amablemente, accedieron a compartir algunos de sus recuerdos y anécdotas.

¿Qué significó el periodismo para Agustín García Ramos?

Una forma de expresión y una vía con que tener una voz para que su opinión se pusiera sobre la mesa ya que él nunca buscaba generar controversia ni crear conflicto. Además, una forma de poder darle a conocer a su amada ciudad lo que sucedía a sus alrededores, tanto dentro de la misma ciudad como en el país.

¿Y el deporte?

Sin duda fue su pasión más grande (después de su familia) ya que dedicó toda su vida al deporte iniciando como maestro de Educación Física e inculcando a sus hijos y nietos. Y a su vez, también veía el deporte como una manera para que los jóvenes pudieran tener una vida saludable y fuera de los vicios. Además de preparar hombres buenos para la sociedad.

Mucho se comenta sobre las capacidades y experiencias como periodista o coach, pero ¿Cómo era él dentro del núcleo familiar?

Él, junto con su esposa, siempre han sido el núcleo o el tronco del árbol de la familia.

Si se pudieran distinguir un par de rasgos de su personalidad, aquello que más lo identificaba. ¿Cuáles serían?

Era una persona muy bromista, carismático, muy amable con todos, empático, le gustaba ayudar a los demás, responsable, alegre, siempre tenía una sonrisa y jamás demostraba que estaba enojado, además de ser un esposo, padre y abuelo muy amoroso.

¿Qué proyectos o sueños crees que se le escaparon y quedaron por cumplir?

Llevar a su esposa de vacaciones por el centro de Europa y escribir un libro de Francisco Villa. Sobre esto último, en el libro Nuestra Gente, el propio Agustín García explicó: «Se me adelantó Friedrich Katz, porque yo quería escribir sobre Villa con el mismo enfoque que le dio el autor austriaco, dibujando al Villa humano, al ciclón capaz de arrastrar a tanta soldadera, de enamorar a tanta mujer, de ser tan humano con los niños…» E4

Curiosidades

  • Tenía una memoria tan impresionante que cuando se encontraba a exalumnos de la secundaria en donde daba clases o exjugadores del futbol americano se acordaba perfectamente de su nombre completo, apodo, número de jersey, posición (en el caso de los exjugadores), número de lista y grupo al que pertenecía.
  • Siempre al terminar de entrenar con sus jugadores del Tec Saltillo, se tomaba una «coquita» en el Oxxo que está frente al estadio.
  • Su equipo favorito de la NFL era los 49ers de San Francisco.
  • Amante del cine, tenía una colección de películas en Beta y VHS muy extensa que, poco a poco, fue convirtiendo a formato digital.
  • Era un gran conocedor de la Segunda Guerra Mundial y de la Revolución Mexicana.
  • Su comida favorita era el menudo y la fritada de cabrito.
  • Era de los que acostumbraba a aventar las tortillas de harina hacia arriba y las cachaba durante la cena para que se enfriaran.
  • Cuando joven mucha gente le decía que se parecía a Luis Aguilar.
  • Cada vez que un familiar lo iba a visitar, siempre salía a la calle para despedirla y como vivía en una calle recta, se esperaba hasta que el carro desapareciera y con la mano les daba la bendición

La Habana, 1975. Escritor, editor y periodista. Es autor de los libros El nieto del lobo, (Pen)últimas palabras, A escondidas de la memoria e Historias de la corte sana. Textos suyos han aparecido en diferentes medios de comunicación nacionales e internacionales. Actualmente es columnista de Espacio 4 y de la revista hispanoamericana de cultura Otrolunes.

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