El estoicismo y la psicoterapia cognitivo conductual

La alianza entre la filosofía y la psicología puede contribuir a mejorar la salud mental de la población de diversos modos. Uno de ellos, quizás el más conocido, es el que se establece entre el estoicismo y la psicoterapia cognitivo conductual.

La psicoterapia cognitivo conductual busca transformar nuestras conductas a través de la modificación de las ideas y las creencias del individuo. Esta corriente del pensamiento psicológico está convencida de que podemos convertir nuestras emociones cambiando lo que pensamos u opinamos de lo que nos sucede. Los pensamientos negativos devienen positivos. Se centra en el presente, en el «aquí y ahora», en el hic et nunc. Cree en la plasticidad cerebral como aquello que facilita la metamorfosis de la conducta adquirida. Esta terapia psicológica surgió allá por los años cincuenta. Sus exponentes más señeros han sido Joseph Wolpe, Albert Ellis y Aaron Beck. Este tratamiento puede servir para tratar la depresión, la ansiedad, los tics, etcétera. Es verdad que esta terapia muestra sus límites ante la gravedad de ciertos trastornos. Pero exhibe su eficacia si la enfermedad mental es controlable o manejable. Otras críticas se pueden esgrimir contra este tipo de psicoterapia. A nosotros nos importa destacar aquí la saludable relación entre ella y la filosofía.

El mismísimo Aaron Beck ha admitido que «los orígenes filosóficos de la terapia cognitiva se remontan a los filósofos estoicos». Esto del lado de la psicología. Y del lado de la filosofía, Lou Marinoff y Jules Evans han advertido del poder curativo de las filosofías antiguas, en particular del estoicismo.

El estoicismo es una filosofía de vida que se desarrolló en Grecia y en Roma allá por los siglos III a.C. al II d.C. de la mano de pensadores de prosapia tan distinta como Epicteto, que fue esclavo; Séneca, que buscó infructuosamente asesorar a Nerón, y Marco Aurelio que llegó a ser emperador de Roma. Se les conoce como estoicos porque Zenón de Citio difundió esta filosofía en una stoa o puerta de Atenas. Su lema es el conocido abstine et sustine. Es un pensamiento que pretende vivir conforme a la naturaleza y acepta el destino con garbo.

El meollo del pensamiento de Epicteto, que conecta naturalmente con la psicoterapia cognitivo conductual, señala que podemos tener control de nuestras convicciones, pero no de los acontecimientos exteriores. Hay que reconocer los límites de nuestro control. No debemos exasperarnos por lo que no está en nuestras manos. «No son las cosas las que atormentan a los hombres, sino las opiniones que tenemos de ellas», así se expresa el filósofo esclavo. La oración de la serenidad de Niehbur coincide con el planteamiento estoico: «Señor, concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar… valor para cambiar las que puedo… y sabiduría para reconocer la diferencia». Esta aceptación o resignación está a la base de los tratamientos cognitivos conductuales. Hay que distinguir aquel pensamiento o idea parásita que nos está haciendo daño y combatirlo si es que se puede modificar; si no, seguir el consejo de Niebuhr: pedir sabiduría para aceptar las cosas que no puedo cambiar. Tanto la psicoterapia cognitivo conductual como el estoicismo admiten que «la verdadera tranquilidad de espíritu consiste en no desear, sino lo que depende de nosotros mismos» (Epicteto). Tanto la psicología como la filosofía buscan la paz del individuo, la salud mental. Ellas entienden, con Eugenio Trías, que el ser humano es, a final de cuentas, un «habitante de la frontera» que está llamado a no transgredir los límites y aceptar en paz su condición

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