Entender la configuración del México posrevolucionario y el México actual, es hurgar en todas las corrientes filosóficas, políticas y de pensamiento, y en ese sentido, hablar de Adolfo Gilly es tarea obligada, aprovechando de pretexto su recién fallecimiento.
Además de ser escritor, nunca dejó de lado su vocación de profesor universitario en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Nacido en Argentina pero naturalizado mexicano siempre trató de poner las comas a la historia de nuestro país.
En su obra más reconocida, La Revolución interrumpida, Gilly puso en el centro de su análisis el régimen político mexicano surgido del movimiento armado de 1910. Escrito durante su estancia en el viejo penal de Lecumberry o palacio negro (ahora sede del Archivo General de la Nación, AGN). Preso político por haber sido luchador social, en su obra nos alerta de lo que la revolución es o debiera de ser para los mexicanos. Estando preso, escribió que la Revolución que se interrumpió por cacicazgos modernos, por el desarrollo capitalista y en gran medida, por el unipartidismo que existía.
Escrita tras las rejas, La Revolución Interrumpida trata de un trabajo de combate político y cultural, preparado para dar continuación a la lucha teórica del marxismo en México y América Latina. Nos decía Gilly: «Los campesinos comenzaban la revolución. En distintos puntos del país, sin concierto previo, pequeños grupos armados de indios y peones tomaron las tierras de cantidad de grandes haciendas y las araron y sembraron bajo la protección de sus fusiles (…) Este movimiento se extendió por los puntos más diversos del país, mientras en la capital las cumbres políticas burguesas continuaban en sus transacciones y componendas (…) Sin jefes nacionales, sin plan, impulsada por su propia fuerza social puesta en movimiento en todo el país, la iniciativa de los campesinos armados estaba resolviendo desde abajo, con sus propios métodos directos y claros, sin esperar leyes ni decretos, el problema de la tierra. Así empezó la revolución mexicana».
Con todo el respeto, la Revolución Mexicana fue toda una serie de actos y circunstancias, que se amalgamaron para construir un nuevo México y no como varios la desdeñan, como una cadena de aberraciones históricas, un juego entre héroes y villanos… esto lo reduce a una visión rudimentaria en la que, desgraciadamente, así se comparte en nuestro proceso educativo.
Así como Gilly, en nuestro país todavía existen mexicanos conscientes que planean nuevas acciones, en un marco marcado por la Revolución, para construir una sociedad justa y equitativa. Hoy, quienes se oponen a los planes de justicia para todos los mexicanos, son los nuevos apóstoles del dinero y la servidumbre.
Recuerdo que no hace mucho tiempo me platicó un amigo exalumno universitario y exprofesor universitario de la Universidad Autónoma de Coahuila que en uno de sus andares como alumno y cuando los movimientos de izquierda en México eran subterráneos y vivían en el clandestinaje, Adolfo Gilly estuvo reunido con una decena de jóvenes que se iniciaban y se formaban al trotskismo aquí en Saltillo, en una vivienda ubicada en la calle de Otilio González a punto de llegar a la calle Mariano Abasolo (deseo haber formado parte de esa historia)… ellos forman parte de la historia oral; terminada la charla con café y cigarros, Gilly desapareció cual saeta andaluza…
La Revolución Interrumpida,es lectura infaltable para aquel que estudia la Ciencia Política, y para cualquier político avezado sin importar el color, que desee conocer las entrañas de nuestro México.
Hasta ahora Adolfo…