Al toro le cortaron los cuernos

Félix Salgado Macedonio ya no es el toro bravo que amenaza a los consejeros electorales y asegura que, sin su nombre en una boleta, no habrá comicios en Guerrero. Ahora, parece más una vaca vieja que regresa al corral, rumiando la derrota y un montón de moscas gravitando alrededor de su sucio hocico.

La ratificación por parte del Instituto Nacional Electoral (INE) de cancelar su registro como candidato a gobernador debe ser aplaudida y entenderse de tres formas distintas.

Primero. Se trata de una victoria política porque deja en claro que nadie —así se trate de un consentido del presidente— está por encima de las disposiciones que marca la ley. Quien no cumpla con los preceptos establecidos, será sancionado acorde a la gravedad de la falta. Las amenazas a la que fueron expuestos los consejeros del INE no tuvieron el efecto que Salgado buscaba. No es de extrañar, siquiera, que de manera implícita haya servido para todo lo contrario. Un gesto de retractación habría sido interpretado como señal de amedrentamiento. Visto así, solo quedaba una salida digna posible: mantener el dictamen primario.

Segundo. Del calibre que representa en términos políticos ha de considerarse también la victoria social. Con su decisión, el INE le hizo el favor al movimiento feminista, cuyo empuje no logró echar para atrás la candidatura de Salgado, a pesar de las múltiples denuncias por abuso sexual que tenía en su contra. Manifestaciones multitudinarias, publicaciones en medios de comunicación, estallidos en redes sociales, no lograron que Morena —el partido de Salgado— optara por otro aspirante con un expediente menos pendenciero. Hubiera sido interesante corroborar si el día de las elecciones —6 de junio— las mujeres lograban asestarle el voto de castigo a Salgado, favoreciendo a otro contendiente. Un triunfo con estas características habría sido no solo rotundo sino histórico. Sin embargo, esta empresa, aunque no imposible, resultaba arriesgada. Basta comprobar, durante las arengas de Salgado en las inmediaciones del INE, la presencia de mujeres apoyando al supuesto violador. Espero, en aras de respetar la seriedad e importancia del movimiento feminista en México, que esas damas no sean las mismas que el 8 de marzo salieron a destrozar pequeños negocios y monumentos como protesta por la violencia contra su género.

Tercero. Acaso la línea de interpretación más azarosa. Quitarle no una, sino dos candidaturas a Morena —además de a Salgado, en Guerrero, también se le retiró a Raúl Morón, en Michoacán— debió dejarle un sabor dulzón al consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, y sus allegados, quienes han mantenido desde el inicio de esta administración fuertes encontronazos con López Obrador. No es de extrañar que el mandatario revirara contra ellos y los acusara de ejercer «un atentado contra la democracia». A partir de las características propias y tan singulares de AMLO, más temprano que tarde llegarán las represalias. De hecho, ya anunció que está en análisis presentar una reforma para renovar el consejo general del INE, un organismo al que siempre ha considerado demasiado oneroso. Y en eso lleva la razón el presidente. Basta echar un vistazo a los salarios de los consejeros electorales que, en un país como México, más que un escándalo significan una verdadera falta de respeto a la sociedad. Según aparece publicado en el sitio web oficial del INE, el salario bruto de Lorenzo Córdova es de 262 mil 634 pesos mensuales. Huelgan los comentarios.

La ratificación del carácter improcedente de la candidatura de Salgado no debe tomarse entonces como el punto final a una historia. Por el contrario, es de esperar que se convierta en el prólogo de una novela más larga, al estilo de los grandes best sellers, donde las conspiraciones, los escándalos y las traiciones no han de faltar. Que si en la guerra y el amor todo se vale, en la política, mucho más.

¡Ay, Poncio!, tú otra vez

No quisiera pasar por alto otro pequeño detalle. En esta historia hay un Poncio Pilatos oculto. Se trata del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que al verse en la disyuntiva entre darle la razón al INE o enfrentarse abiertamente al presidente, optó por regresarle la pelotica al órgano electoral. ¡Ahí te encargo!, le dijo, y como el prefecto romano, terminó lavándose las manos sobre el asunto.

La Habana, 1975. Escritor, editor y periodista. Es autor de los libros El nieto del lobo, (Pen)últimas palabras, A escondidas de la memoria e Historias de la corte sana. Textos suyos han aparecido en diferentes medios de comunicación nacionales e internacionales. Actualmente es columnista de Espacio 4 y de la revista hispanoamericana de cultura Otrolunes.

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