Alcohol y cirrosis

—Dr. Kiskesabe, vengo con usted para que me aclare si de veras tengo cirrosis, porque mi médico general y un gastroenterólogo me aseguran que sí es cirrosis. Me están dando tratamiento y yo me siento igual o peor. Según me dicen, la cirrosis es provocada por el alcohol. Yo no tomo, pero llevo casada con mi esposo más de 40 años, toma en abundancia todos los días y está como si nada, y yo ya estoy con la panza y los pies hinchados, y con el tratamiento que me están dando, me ha bajado un poco la panza, pero me siento muy decaída. Quiero que por favor me aclare esto.

Al interrogar y explorar a la paciente, efectivamente ya tenía datos típicos de cirrosis: Retención de líquidos generalizada (anasarca); derrame de bilis (ictericia en piel y conjuntivas y orina como coca cola); hígado grande nodular y duro (hepatomegalia); bazo aumentado de volumen (esplenomegalia); anemia leve (hemoglobina 9 gramos); plaquetas bajas, leve, sin peligro de hemorragia (trombocitopenia de 80 mil); y un ultrasonido sugestivo de fibrosis hepática y la endoscopia que le hicieron de esófago muestran várices esofágicas, otro dato de cirrosis. Pero, además, encuentro que su presión es baja, 90/60, y está disminuyendo su frecuencia cardiaca a 60 latidos por minuto (normal 80), esto explica su decaimiento, aunque disminuyó la retención de líquidos.

—Estoy completamente de acuerdo con mis dos colegas. —expliqué— Los datos son muy sugestivos de cirrosis. Si no toma, la cirrosis se debe seguramente a una hepatitis de muchos años antes, asintomática, que se hizo crónica y lesionó lentamente al hígado hasta llegar a este estado actual. La cirrosis puede evolucionar muy lentamente y durante varios años no se manifiesta clínicamente, hasta que el daño está muy avanzado. Esta es otra causa de cirrosis sin alcohol.

—Pero yo quiero su opinión, que me diga si me voy a curar, porque me dieron para sacar líquido y otro medicamento que me costó muy caro, y que es para la cirrosis, para detenerla. —expuso con angustia.

—Le diré en qué estoy de acuerdo con mis colegas, y también en qué no estoy de acuerdo y por qué, y usted decide con quién se atiende:

Coincido en los diuréticos para eliminar líquidos, lo que le ha beneficiado porque los riñones están respondiendo bien, y por eso le ha bajado la panza. La dosis se ajusta según la respuesta, de tal manera que el líquido se elimine lentamente para prevenir posibles complicaciones de los diuréticos, ya que le pueden bajar la presión arterial, calambres y desencadenar coma hepático si se excede de la dosis, es decir, pueden empeorar el funcionamiento hepático.

Veo que le están indicando metoprolol. Este medicamento se utiliza principalmente para el control de la presión arterial y usted no padece de presión alta. Los gastroenterólogos lo están utilizando dizque para bajar la presión de la vena porta del hígado y «prevenir» las hemorragias por ruptura de várices esofágicas que se forman por la cirrosis, pero como no hay medicamentos selectivos puros, no tan sólo baja la presión de la vena porta, sino que baja la presión arterial general, y también disminuye la frecuencia cardiaca y debilita la fuerza del corazón, hasta con riesgo de insuficiencia cardiaca grave y mortal. Así, creo que estos dos medicamentos la tienen en las condiciones actuales. Yo no concuerdo con indicar metoprolol en cirróticos, porque he visto muchos casos seriamente complicados con este medicamento.

En relación a las tabletas de kitoscell-LP (pirfenidona), de 10 mil pesos la caja, le advierto que no concuerdo con prescribirlo. Desde hace 50 años que soy aprendiz de médico se han probado muchos medicamentos «kiske» (dizque) para curar la cirrosis. Hasta el momento actual no hay cura demostrada para la cirrosis. El penúltimo que se ha probado es la colchicina, fármaco muy bueno para la inflamación aguda artritis por ácido úrico (gota). Ya se comprobó que no funciona. Y al ser muy irritante del estómago, he visto pacientes con hemorragias digestivas graves, pues la cirrosis tiene trastornos en la coagulación. El kistocell-LP se está utilizando para la fibrosis pulmonar, pero no se ha comprobado su efectividad y ahora lo están ensayando para la cirrosis (fibrosis) hepática. En el siguiente enlace nos informan que este medicamento es muy tóxico para el hígado sano:

http://blogs.bellvitgehospital.cat/farmacologiaclinica/es/pirfenidona-y-riesgo-de-hepatotoxicidad-nuevos-casos-de-un-efecto-adverso-conocido/

Este es un texto del enlace previo: «El Ministerio de Sanidad de Canadá ha emitido, con fecha 14 de septiembre 2020, una nota de seguridad https://healthycanadians.gc.ca/recall-alert-rappel-avis/hc-sc/2020/73905a-eng.php en relación a nuevos casos de hepatotoxicidad asociada al uso de pirfenidona. La pirfenidona (kitoscell-LP) es un fármaco con actividad antifibrótica y antiinflamatoria indicado para el tratamiento de la Fibrosis Pulmonar Idiopática (FPI) en adultos. Se han notificado casos de afectación hepática en forma de elevaciones asintomáticas de transaminasas y algunos casos graves, incluidos casos aislados con desenlace mortal. La mayoría de los acontecimientos adversos hepáticos ocurrieron durante los primeros seis meses después del inicio del tratamiento, sin que se encontraran causas alternativas o factores de riesgo».

Ahora bien, si la pirfenidona es peligrosa en hígados sanos ¿Qué le puede esperar a su hígado ya enfermo? No necesito ser especialista en hígado y usted no necesita ser médico para entender lo que le puede suceder.

Yo no recomiendo ese medicamento. En la balanza, los efectos nocivos pesan más que los beneficios, y en cuanto al costo, pues empeora el problema.

Los conflictos de interés económico o el dejar de investigar la confiabilidad de los reportes médicos cooptados por el mercantilismo, nos hace en ocasiones caer en el juego comercial de la industria farmacéutica, en perjuicio de la salud física, emocional y económica de los enfermos.

Lea Yatrogenia

Egresado de la Escuela de Medicina de la Universidad Veracruzana (1964-1968). En 1971, hizo un año de residencia en medicina interna en la clínica del IMSS de Torreón, Coahuila. Residencia en medicina interna en el Centro Médico Nacional del IMSS (1972-1974). Por diez años trabajó como médico internista en la clínica del IMSS en Poza Rica Veracruz (1975-1985). Lleva treinta y siete años de consulta privada en medicina interna (1975 a la fecha). Es colaborador del periódico La Opinión de Poza Rica con la columna Yatrogenia (daños provocados por el médico), de opinión médica y de orientación al público, publicada tres veces por semana desde 1986.

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