Alianzas políticas, el futuro de elecciones

Las alianzas políticas, al parecer, serán el futuro de las candidaturas para llegar a la madre de las elecciones en 2024, cuando se renueve los poderes Ejecutivo y Legislativo federales, en un experimento que registrará su mejor laboratorio durante el proceso electoral de Coahuila, el próximo año.

En el análisis de las alianzas es necesario evaluar desde un principio de los procesos electorales y hasta el resultado final, las aportaciones en votos que pueden generar los partidos en cada negociación. Sin embargo, lo más importante es que la publicidad político-electoral que genera el concepto de alianza pueda generar resultados diferentes a los que se observaron en el pasado.

Ya hay antecedentes en contiendas electorales recientes sobre la actuación de la oposición en procesos estatales y municipales que confirman que, al menos para la oposición, la única forma de competir es justamente en unión, pues la fortaleza de la presencia presidencial conforma un bloque difícil de vencer.

Las alianzas tienen resultados positivos no por su fortaleza en nombre, apellido, color, forma, dogma o propuesta, si no que su efectividad reside en la oposición total al régimen político dominante y que no ofrece resultados positivos en la gobernanza y administración pública.

En el análisis del electorado es muy importante evaluar que las promesas no se cumplen y que, por el contrario, la situación de seguridad, economía, de salud y desarrollo no tienen las mejores condiciones, además de que el entorno de impunidad y corrupción incluso empeoran en comparación con el pasado.

El meollo del asunto también es lo que cada partido representa y ofrece en cada alianza, tanto la opositora, como la que pretende mantener el poder político y de gobernanza.

Dentro de cada alianza hay un partido ancla y que concentra el mayor poder de convocatoria, imagen y presencia, pero, sobre todo, dominio de una estructura político-electoral que se trabaja con tiempo, atención e incluso recursos.

La otra parte de las alianzas la conforman partidos chicos y partidos que perdieron su posicionamiento con niveles de votación bajos, pero con una confianza del electorado que se puede recuperar sobre todo en una votación donde hay alianza y que busque mejorar y mantener el desarrollo positivo de una comunidad.

Otra de las bondades de una alianza es el equilibrio de la gobernanza y la oportunidad de compartir la administración pública para compartir los riesgos, los logros y también los fracasos.

Hoy los electores encuentran muy pronto responsables del fracaso y la mala gobernanza, pero el rostro de los resultados positivos, generalmente está asociado a la colectividad y escapa del encono y enfrentamiento entre los protagonistas políticos.

Cada alianza es diferente en cada elección, pero hay coincidencias y similitudes para afianzar los aciertos y para evitar los errores; sin duda las alianzas electorales en el proceso electoral de Coahuila, el próximo año, podría ser para las elecciones federales del 2024, un buen laboratorio y un adelanto de resultados que busca no el partido, el político, el gobernante, si no el ciudadano, que es quien vota y quien demanda resultados.

Autor invitado.

Deja un comentario