Alito debe leer a Azorín

El novelista español José Martínez Ruiz (1873-1967), más conocido como Azorín, integrante de la célebre Generación del 98, de la que también formaron parte escritores como Ramón Valle-Inclán, Pío Baroja y Miguel de Unamuno, escribió más de 20 libros. Entre otros uno breve y a la vez muy interesante, que, aunque no tiene desperdicio es por desgracia poco conocido, al que simplemente tituló El Político.

Ese librito contiene una serie de sabias observaciones respecto de quienes ejercen el oficio de la política. A partir de tales observaciones Azorín se permite dar a los políticos recomendaciones, consejos y advertencias, escritas en prosa de fina factura y «no exentas de picardía y nobleza, tolerancia y disimulo».

Desde la perspectiva de Azorín o conforme a la visión de sus tiempos, el seguimiento al pie de la letra de esa serie de recomendaciones permitiría distinguir a un buen político de quien no lo es. Por supuesto que tales consejos no se listan de manera desordenada o en forma de una larga y aburrida letanía, sino que se integran en un texto elegante, bien articulado, en el que el autor aborda el tema de manera sistemática en 46 breves capítulos.

Así, del político escribe: «no se prodigue ni en la calle, ni en los paseos, ni en los espectáculos públicos. Viva recogido … lo que mucho se ve, se estima poco; persona con quien a todas horas podemos comunicar, tendrá nuestra estimación, nuestro respeto, pero le faltará el matiz de severidad, ese algo que impone, ese aspecto que hace que deseemos, que ansiemos verdaderamente verla, hablar con ella, oír de sus labios tales o cuales opiniones».

»Sepa conservarse el político en el fiel de la balanza. No pierda nunca el sentido del equilibrio. En el arte del gobierno, el equilibrio consiste en ser entero o condescendiente, según los casos… Téngase en cuenta que entereza en todas las ocasiones no puede ser, y que tampoco puede ser condescendencia en todos los momentos.

»No estime el político un elogio en más de lo que realmente vale. Agradezca la buena voluntad de los que le elogiaren; pero por encima de los ditirambos, de las hipérboles y de los entusiasmos de sus admiradores, él sepa poner un ligero y amable desdén.

»El político no debe nunca perder la sangre fría; permanecerá siempre impasible ante el ataque. En el Parlamento, en las reuniones públicas, muchas veces se verá blanco de la invectiva, de la cólera o de la insidia; él permanezca en todo momento sin mover un músculo de la cara, sin dar la más leve señal de irritación, de impaciencia, de enojo.

»No sea el político excesivamente modesto; la modestia más daña que favorece. Si él tiene fuerza y habilidad, no las oculte, no quiera decir que no las tiene. Sea sencillo y natural: la modestia va contra la sencillez y la naturalidad. La vanidad es el exceso por más; la modestia es el exceso por menos. Si nosotros nos rebajamos y despreciamos, ¿no correremos el riesgo de que nos rebajen y desprecien los demás?».

Resulta difícil saber si Alejandro Moreno Cárdenas, presidente nacional del PRI, más conocido por el mote de Alito, tiene idea, así sea remota, de quién fue Azorín. Más difícil aún saber si alguna vez oyó hablar del libro El Político escrito por éste y si se tomó la molestia de leerlo. Aunque todo parece indicar que no, al menos no con provecho.

Lo anterior viene a cuento con motivo de los grandes líos en que el mentado Alito ha andado metido en los últimos días. Por lo que en ciertas ocasiones dijo y le fue grabado y ahora es objeto de amplísima difusión, con el aparente propósito de dañarlo. Pero también por no guardar él recato y prudencia, pues su opinión sobre los periodistas, por ejemplo, es francamente torpe, vulgar y tonta.

Mucho bien le hará al señor Alito conseguir ese pequeño libro de Azorín, leerlo con calma, al fin que es breve, pues no menos de una treintena de los sabios consejos del escritor hispano literalmente le vendrán como anillo al dedo.

Torreón, 1945. Ha sido diputado local, senador y diputado federal en tres ocasiones, por el Partido Acción Nacional. En 1999, fue candidato a gobernador de Coahuila por la alianza PAN-PRD- PVEM-PT, pero fue derrotado por el priista Enrique Martínez y Martínez. De 2003 a 2004, fue subsecretario de la Secretaría de Economía. En 2004, intentó se nuevamente candidato a gobernador de Coahuila, pero fue derrotado en la elección interna del PAN por Jorge Zermeño Infante. De 2006 a 2008, fue director de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS). Entre otros medios, ha escrito para El Financiero, El Sol de México y Espacio 4.

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