AMLO, agorero del desastre, destructor de instituciones

La construcción de las instituciones públicas es obra de acreditados estadistas. El mejor ejemplo que tenemos a la mano es el del fundador del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Plutarco Elías Calles y el de Manuel Gómez Morín, fundador del Partido Acción Nacional (PAN). La fundación de dichos partidos es políticamente vital, pero no fundamental como fue la creación, por ambos personajes, del Banco de México y del Banco de Crédito Rural, entre otras instituciones. Las mismas que el presidente Andrés Manuel López Obrador intenta destruir.

Este columnista fue seguidor de Cuauhtémoc Cárdenas en el Frente Democrático Nacional, y la evidente popularidad de Andrés Manuel luego nos llevó al Partido de la Revolución Democrática (PRD) cuando él era su presidente nacional. Después colaboramos con Cuauhtémoc y AMLO en sus respectivas jefaturas de Gobierno en la Ciudad de México. Cierto es que muchos estábamos entusiasmados con Andrés por su gestión como gobernante y por su enfrentamiento con Vicente Fox, un presidente menguado por el protagonismo de Martha Sahagún, su «pareja presidencial». Obnubilado por su carisma, este columnista entonces aseguró que Andrés Manuel era la versión tropical de Francois Mitterrand. Así nos equivocamos entonces. Aunque no al nivel de Antonio Attolini quien ha comparado al peje con Jesucristo, Gandhi y Mandela. Nada más, pero nada menos.

Y ahora es cuando más se arrepiente uno de haber comparado a Andrés Manuel con el Mitterrand de la resistencia antinazi, el gran estadista de la Quinta República francesa, que ciertamente no está exento de sombras, pero no comparable con AMLO que ahora acumula más sombras que luces por el simple hecho de ser un verdadero destructor de instituciones. Ya lo dijo el estadista Francois Mitterrand: «Una sociedad sobrevive con el sustento de sus instituciones».

Nadie puede negar que don Manuel Gómez Morín fue un constructor institucional. Fundó el Banco de Crédito Rural por instrucción de don Plutarco Elías Calles, el banco de los campesinos que ahora destruye AMLO, fundador de Morena. Asimismo, don Manuel formó parte de la comisión creativa del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Trajo a México la figura jurídica del Fideicomiso y fue rector de la Universidad Autónoma de México (UNAM). Es todo lo que hoy AMLO pretende destruir. Así acabó con 109 fideicomisos que eran tan importantes como el de los Fondos para el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), para desastres naturales, seguridad, etcétera. Si acaso había corrupción, lo mejor era hacer justicia y renovar.

Desaparecer el Seguro Popular fue un crimen social de AMLO. La incorporación del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) al IMSS-Bienestar nos viene a comprobar una gran verdad: que las instituciones creadas por el PRI siguen vigentes. El IMSS-Bienestar viene del IMSS-Coplamar creado por don Arsenio Farell Cubillas en 1977 para llevar servicio médico a los más marginados sin capacidad de aportar cuotas. El Insabi de la 4T ya fracasó y el IMSS-Coplamar del PRI continúa sirviendo a los más pobres, como el glorioso Hospital Ixtlero de Ramos Arizpe.

Y para concluir: a don Arsenio se le acusó de mano dura y de haber pacificado este país de grupos guerrilleros apoyando a Miguel Nazar Haro. Muchas más muertes ha causado AMLO con su mano blanda de los «abrazos, no balazos». Y que conste que don Arsenio nunca aspiró a la presidencia de la república por ser hijo de españoles. AMLO desciende de celtas cantábricos que fueron invencibles ante los moros. Pero aquí va a terminar su sexenio derrotado por el crimen organizado. Y si no, al tiempo. «Tic-tac», ¡menos días, señor presidente!

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