AMLO y su inveterada manía del perdón

La caprichosa y extravagante afición del presidente Andrés Manuel López Obrador de pedir perdón por cosas que otros personajes hicieron o que él mismo no cometió son una verdadera huevonada. Como por ejemplo, las que perpetraron los españoles en la conquista o los papas de la inquisición, un asunto que lo ha motivado a exigir perdón al rey Felipe VI de España y al Papa Francisco por cosas que hicieron otros reyes y papas en tiempos remotos y que, por eso mismo, el monarca español lo ha mandado a la chingada negándose a pedir perdón y a flagelarse por cosas que hicieron sus predecesores muertos, como también muertos están las víctimas que sufrieron los abusos de los reyes católicos, los Trastámara, los Austrias y los Borbones.

Y es que resulta una verdadera huevonada el andar pidiendo perdón por cosas remotas y que nuestro presidente no ha cometido porque, además de que es un acto inútil, falaz y absurdo, desvía la atención de atrocidades que actualmente se están cometiendo y que son resultado de la política de «abrazos, no balazos», donde las masacres que a diario suceden están dejando a miles de huérfanos y viudas, como es el caso del crimen estremecedor de Fátima, la madre soltera de Irapuato que trabajaba como mesera y a quien los sicarios, que tanto quiere AMLO, la mataron cobardemente dejando huérfanos a sus cuatro hijos de 15, 13, 8 y 7 años; una crueldad cotidiana por la que ni Andrés Manuel ni Rosa Icela Rodríguez ni Ricardo Mejía Berdeja, vocero del infortunio, han pedido perdón por ser paleros e inútiles actores gobernantes del Estado fallido en que vivimos.

Hay un dejo de masoquismo y jactancia al pedir perdón por lo que hicieron los conquistadores españoles a los indígenas. Asimismo, AMLO ha pedido perdón por los crímenes que la dictadura porfiriana perpetró contra los mayas, los yaquis, totonacas, rarámuris, mayos y seris, mismos a los que Porfirio mató, despojó y marginó hace más de un siglo y por los que hoy Andrés Manuel se flagela y se disculpa por algo que él no hizo, y además de ese masoquismo se atribuye absurdamente la potestad de corregir lo que hicieron otros sátrapas en tiempos remotos sin tener la capacidad de expiar sus culpas y compensar los daños, los despojos y las vidas perdidas lo cual, como ya dijimos, es una verdadera huevonada.

En mayo pasado vino Andrés Manuel a Torreón a pedir perdón a los chinos por la matanza de la que fueron víctimas en 1911. No se atrevió a pedirle a los Madero, cuyos seguidores fueron los verdaderos asesinos, a los descendientes del mártir que tanto pregona, que se disculparan por la masacre. Los asesinos de esos chinos fueron maderistas revolucionarios, pero AMLO se hace el «occiso». Debería exigirles a Abelardo, Evaristo, Quino, al bandido de Adalberto o al novio de Azucena que se disculpen, pero se hace maje, Andrés lo que quiere es joder.

Pero, ¿los chinos ya le pidieron perdón a los tibetanos y a su Dalái lama? ¡Ni madres! Esas son huevonadas porque ellos están trabajando, produciendo y progresando, no como los nalgones historiadores de Coahuila que son una verdadera infantería intelectual. ¿Verdad, Lucas nalgón?

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