Entonces mi Diego
tus pasos lentos jalan despacio
la carreta que carga mis ojos
dirigidos a caminar
tu sendero entre muletas
mientras me ríes
subiendo la escalera.
Y pintas mundos
en la pared sin tiempo
que responde sin quejarse
a tus duras caricias
la penetras con el pincel
de tu genialidad.
En tanto mi falda impaciente
lucha contra la gravedad
por mantenerse en su lugar
y no caer huyendo
hacia la nadería del suelo.
Maldita emoción mía
que insiste en sentirse una
con tu respiración
trazando arrullos
desde antes de nacer.