El dinero ayuda a los gobernantes a que su mandato luzca. El derroche permite conciliar voluntades y alinear acciones. El recurso es el eje fundamental de casi la totalidad de los gobernantes para lucir su gestión.
Gobernar bien pero sin recursos es una hazaña que Miguel Riquelme acaba de concluir.
Inició su sexenio severamente cuestionado por lo cerrado del resultado electoral y por la cuantía de recursos empleados para obtener el triunfo pero, paso a paso, golpe a golpe, se dice fácil, logró allanar los valles y emparejar las cuestas como recomienda el relato bíblico.
Como lagunero agradezco su aportación como alcalde y como gobernador por transformar la quinta ciudad más violenta del orbe en la segunda más segura de México. Lo agradezco de corazón.
Festejo observar que Manolo Jiménez parece pertenecer al mismo esfuerzo que llevó al priista no solo a conciliarse con sus rivales de partido sino también con las otras fuerzas con las que contendió. La política es eso, conciliar y concentrar para lograr objetivos.
Seguí con detenimiento el asunto de la Alianza Federalista que amerita narración aparte. Fue un esfuerzo estratégico que muy pocos comprenden su importancia.
Repito, agradezco su gestión y la aplaudo de pie. Aún así, dos deudas amenazan el horizonte. La Megadeuda y la Gigadeuda.
La Megadeuda, aproximadamente 36 mil millones se pesos viene de la irrupción y patrocinio del gobernador HMV en la política nacional. Colocó e impulso a muchos gobernadores y consiguió la candidatura presidencial para EPN.
Ante semejante osadía y hazaña consumada, consiguió la promesa del manejo de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, la gigantesca caja chica del Gobierno federal, para restituir a Coahuila los cuantiosos recursos aplicados en obtener semejante logro.
¿Qué ocurrió? Cuando el Candidato presidencial se refugió en los sanitarios de la Ibero apanicado por la salida de guión de los jóvenes, el radioactivo HMV cometió el gigantesco desacato que encabritó a los administradores del Olimpo, levantó la mano buscando que la jerarquía le voltease a ver para sustituir al apanicado Peña Nieto.
Los cielos temblaron, se partieron los montes, eso sí todo en discreto silencio, y el hereje fue expulsado del paraíso quedándose Coahuila como novia de rancho…
Desde entonces, a causa del pecado, Coahuila no haya la salida de su estrechez económica y sus habitantes han sido condenados a cargar con semejante penitencia en tiempos de la irresponsable política federal del austericidio.
Paradójicamente el partido casi desaparece, el Olimpo se quedó sin luz cuando un desconocido lagunero, parte del equipo del hereje original, se erige como el cancerbero del castillo derrumbado, el único político priista a nivel nacional que provoca admiración y aplauso.
La otra deuda, la Gigadeuda, de aproximadamente 575 mil millones de pesos, más de 16 veces la Megadeuda, es el cálculo sensato de lo que Saltillo le adeuda a la Comarca Lagunera de Coahuila. Únicamente se computa el desfalco. La inhibición de capacidades podría alcanzar más de diez veces esa cantidad.
Ya habrá tiempo para argumentar y aclarar dicha cantidad. Por lo pronto, apuntar que las deudas, tarde que temprano, deben pagarse.
El día de hoy estamos aquí no para quejarnos sino para festejar la transición ordenada. En un país que se derrumba, vivimos en una isla, en una fortaleza en la que debemos aplicarnos todos trabajando con ahínco para el progreso de nuestra comunidad. Don Miguel en su próxima encomienda, tú y yo lector en nuestro oficio, y Don Manolo como nuestro nuevo esforzado gobernador.
Ánimo y buena ventura a todos.