Hipertensión arterial acuerdos y desacuerdos

PARTE II

Continuamos revisando la guía de práctica clínica de hipertensión arterial, con el fin de aclarar algunas controversias respecto al diagnóstico y tratamiento de estos enfermos, controversias que causan daño grave a la calidad de vida física, emocional y económica de muchos pacientes que consultan por síntomas de intoxicación con fármacos para la presión alta, síntomas tóxicos que los enfermos atribuyen a la presión alta. Lo anterior es sugestivo de que estamos fallando al utilizar las guías diseñadas para mejorar la práctica médica. Parece ser que no importa la cantidad de nuestros conocimientos académicos, sino la forma de utilizar lo poco o lo mucho que sabemos. ¿Para bien del enfermo, o para bien personal?

Acuerdo: Obesidad. La obesidad y el aumento de peso son factores de riesgo importantes para la hipertensión y también son determinantes del aumento de la presión arterial que se observa comúnmente con el envejecimiento. (William B, 2018).

Desacuerdo: Si con la obesidad aumenta la masa corporal, fisiológicamente aumentará la presión arterial para satisfacer las necesidades de flujo sanguíneo que aumenta al aumentar la masa corporal. Así, si un obeso tiene 140/90 por ejemplo, esa cifra es normal para bombear la sangre necesaria, lo que no se lograría con 120/80 o menos, principalmente durante la actividad física de un obeso. No estoy de acuerdo en que a una persona con 140/90 indicarle tratamiento para «normalizar la presión en 120/80», mucho menos si es obeso, porque provocaremos daños colaterales por exceso de fármacos.

Acuerdo: Historia familiar. La hipertensión es aproximadamente dos veces más común en sujetos que tienen uno o dos padres hipertensos, y múltiples estudios epidemiológicos sugieren que los factores genéticos representan aproximadamente un 30% de posibilidades que una persona sana se le altere la presión.

Desacuerdo: Con mucha frecuencia si un médico durante la entrevista clínica pregunta y descubre que hay algún familiar enfermo, casi asegura que esa persona padecerá hipertensión y hasta lo etiquetan de prehipertenso (de pre = antes de), etiqueta con la que no concuerdo, porque a partir de esa afirmación, esa persona sana vive aterrorizada pensando que en cualquier momento puede morir de un infarto o una hemorragia cerebral. ¿Por qué no se le informa con asertividad que hay un 70% de posibilidades de que no padecerá de elevación de la presión y que no corre ningún peligro y así le ofrecemos una vida plena?

Acuerdo: Raza. La hipertensión tiende a ser más común, ser más grave, ocurrir más temprano en la vida y estar asociada con un mayor daño en los órganos en la raza negra. Las razones de estas observaciones son incompletas ya que no se ha establecido la importancia relativa de los factores ambientales y genéticos, aunque pudiera estar asociado con un nivel socioeconómico más bajo y una dieta alta en sodio/baja en potasio. (Saunders E, 1987). La prevalencia de hipertensión es mayor en negros que en blancos, asiáticos e hispanoamericanos (Whelton P, 2018).

Desacuerdo: Esto me huele a racismo. Sabido es que las guías están manejadas por los poderosos consorcios farmacéuticos y los estudios experimentales en las prestigiosas revistas de medicina, se realizan en hospitales públicos de EE. UU. como el Hospital de veteranos (veteranos de la guerra) conformados precisamente por inmigrantes afroamericanos, asiáticos e hispanoamericanos, parece obvio la explicación de la «mayor frecuencia» de hipertensión en estos grupos sociales. Y, además, desde el punto de vista práctico, es irrelevante el hecho de que tal o cual padecimiento sea más o menos frecuente o en tal o cual región en la que nos tocó vivir, porque finalmente el prescribir o no medicamentos es independiente de la raza, credo político o religioso.

Cuando a Sócrates alguien le preguntó si era de Atenas respondió: no soy ni de Atenas ni soy griego, soy ciudadano del mundo.

Acuerdo: Número reducido de nefronas. La masa reducida de nefronas adultas, como en la lesión renal de los diabéticos, puede predisponer a la hipertensión, aunque puede estar relacionada con factores genéticos.

Desacuerdo: Si bien es cierto que las enfermedades renales causan hipertensión, no concuerdo en afirmar que todos los pacientes con enfermedad renal padecen hipertensión ya que, de cada 100 casos de hipertensión, cuando mucho de un 3% a un 5% se deben a disminución de nefronas en los riñones.

Acuerdo: Dieta alta en sodio. La ingesta excesiva de sodio (más de 3 g/día de cloruro de sodio) aumenta el riesgo de hipertensión y la restricción de sodio reduce la presión arterial en aquellos con una ingesta alta de sodio e hipertensión. (William B, 2018). La Organización Mundial de la Salud (OMS) acordó reducir la ingesta de sodio en la dieta en un 30% y un 25% la frecuencia de hipertensión para el año 2025 (Campbell N, 2016).

Desacuerdo: Cierto, determinada cantidad de cloruro de sodio (sal común) en la dieta es esencial para la vida y mantener normal la presión arterial, sin sal es imposible la vida. Lo que no concuerdo es que, a nuestra mexicana comida y a nuestro internacional platillo huasteco de enchiladas coloradas con cecina, lo hayan privado de la sal, sin sal la cecina no es cecina. Nuevamente volvemos al contexto donde se hacen los estudios clínicos como el de la disminución de la sal en los alimentos, en Estados Unidos, en donde la alimentación es altamente industrializada y enlatada; ¿Y qué son los conservadores de esos embutidos? ¡Diversas sales de sodio!, incluyendo la sal común. Pruebe unos huevos con una pequeña tira de tocino, no necesita agregarle sal, porque el tocino es muy salado. Pero, a unos huevos rancheros a la mexicana hay que agregarle sal para darle sabor. En conclusión, a nuestros platillos mexicanos no es necesario guisarlos sin sal, porque sin sal, que es el aderezo de los mil sabores, la comida no es «comible» (agradable). Obviamente, los guisos con embutidos no necesitan sal adicional, esos sí tienen en exceso.

Finalmente, si la cecina fuese nociva, los huastecos y tamiahueros, estaríamos en peligro de extinción. Etimológicamente, la palabra cecina deriva del término latino siccus, que significa seco, o bien, del término céltico ciercina que se refiere a cierzo o viento. El diccionario de la Real Academia de la Lengua define la cecina como «carne salada, enjuta y seca al aire, al sol o al humo».

Continuará….

Lea Yatrogenia

Egresado de la Escuela de Medicina de la Universidad Veracruzana (1964-1968). En 1971, hizo un año de residencia en medicina interna en la clínica del IMSS de Torreón, Coahuila. Residencia en medicina interna en el Centro Médico Nacional del IMSS (1972-1974). Por diez años trabajó como médico internista en la clínica del IMSS en Poza Rica Veracruz (1975-1985). Lleva treinta y siete años de consulta privada en medicina interna (1975 a la fecha). Es colaborador del periódico La Opinión de Poza Rica con la columna Yatrogenia (daños provocados por el médico), de opinión médica y de orientación al público, publicada tres veces por semana desde 1986.

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