¿Austeridad?

El origen etimológico de la palabra austeridad viene del latín, del adjetivo austerus, que es sinónimo de «áspero o difícil» y del sufijo «itas», que significa cualidad. De tal suerte que quien es austero suele ser sobrio, moderado, no acostumbra alardear y observa con rigor las reglas de la moral. Hoy día, porque parece que se acentúa en estos tiempos, los padres suelen mimar a sus hijos en exceso, pareciera que quisieran darles lo que ellos no pudieron tener. Se esmeran en facilitarles cuanto se les antoja, ropa de marca, juegos electrónicos, ya más grandes, motos, coche. Craso error, les hacen creer que todos se lo merecen nomás porque sí. Y esto, como afirman los estudiosos del tema, es sin duda el camino más corto para generar una sociedad indiferente, insolidaria, por su ausencia de virtudes, de valores, y el culto al individualismo. La austeridad no significa ser tacaño, codo, piedra, como se dice en estos tiempos, sino todo lo contrario, sus vínculos son con el desprendimiento y la generosidad.

Me puse a leer sobre el tema y me encontré diez puntos para educar con austeridad a los hijos, se los transcribo, me parecen espléndidos:

1. Austeridad en la comida. En casa o en los restaurantes. El despilfarro de dinero y de comida es un mal ejemplo que los padres damos a los hijos cuando no ponemos normas sobre la cantidad, calidad y precio que los hijos pueden consumir.

2. Austeridad en las compras. De lo necesario y de lo superfluo. A veces ponemos demasiado énfasis en las marcas, en la moda y en el aparentar. «La austeridad nos pide que agotemos la vida útil de las cosas que usamos antes de pensar en sustituirlas. La austeridad, es la antítesis del “usar y tirar”. Tenemos que huir de comprar cosas que se fabrican para que duren poco tiempo». Austeridad, «no significa siempre comprar al menor precio, ni las cosas peores. Muchas veces lo barato sale caro, porque es de mala calidad y se estropea antes. También la austeridad es comprar lo bueno antes que lo barato. La persona austera cuida las cosas propias y ajenas que usa, para que duren más».

3. Austeridad en el endeudamiento. Cuesta demasiado caro endeudarse. Las familias tienen que darse cuenta que comprar sin austeridad supone, la mayoría de las veces, endeudarse con unas cuotas de intereses altísimas.

4. Austeridad en la imagen proyectada, propia o familiar. «Muchos quieren aparentar, ser o tener más que los demás, por eso no dudan en gastar incluso lo que no pueden. El antiguo dicho de “que según te vean, así te tratan” no hay que aplicarlo solamente en el de la vestimenta. Hay otros conceptos en cada una de las personas, en los que verdaderamente la sociedad se fija y valora».

5. Austeridad en los gastos ostentosos. «Excesivamente utilizados en las celebraciones familiares, religiosas, civiles o amistosas, para intentar demostrar una abundancia económica que no siempre es real, por lo que las familias pueden quedar endeudadas durante mucho tiempo para pagar las deudas, y teniendo que sustituir en el futuro las compras necesarias por el pago de la deuda».

6. Austeridad al comprar cosas innecesarias. «Los padres tienen que dar un primer paso para desembarazarse de este impuesto y asumido estilo de vida de Occidente, en el que al consumo compulsivo se le llama “nivel de vida” y a la posibilidad de conseguirlo se le llama “bienestar”. Cada persona y cada familia debe decidir libremente el grado de austeridad, severidad y rigidez en la forma de obrar o vivir, incluso para que sirva de ejemplo a otras personas o grupos sociales».

7. Austeridad al comprar cosas que no son de estricta necesidad. «Los padres deben moderar el consumo y uso de artículos y aficiones que no son necesarias para vivir. Resistir al consumismo significa vivir un estilo y sentido de la vida diferente. Hay que estar bien enraizados en los valores de la sencillez. La austeridad les hará solidarias con personas y sociedades menos desarrolladas. Así podrá compartir con justicia, pues tiene que tener una lucidez esperanzada para discernir entre lo que se necesita verdaderamente y lo qué se puede prescindir».

8. Austeridad y modestia. «El verdadero sentido de la austeridad sólo se conoce cuando se enlaza con la modestia. La modestia es rehusar lo innecesario, desde el momento en que lo innecesario nada significa».

9. La austeridad de vida debería ser «una exigencia ética». «Como exigencia ética obliga preferentemente a quienes están al frente de la cosa pública en sus diversos niveles y a los que en el ámbito privado están situados en posiciones privilegiadas, como los padres maestros y otras personas influyentes en la sociedad, a actuar».

10. Austeridad en las relaciones económicas con los hijos. Es en este punto, «cuando se suele abandonar la obligación de la responsabilidad familiar de la educación en las virtudes y valores humanos, algunos padres prefieren apostar por la satisfacción inmediata de quitarse los problemas de encima, por eso los regalos y premios injustificados a los hijos».

Estas ausencias, estos excesos, estos lavarse las manos a la Poncio Pilatos, repercuten por supuesto en la cultura de un pueblo. Por eso somos como somos, pensamos como pensamos y actuamos como actuamos. Hoy estamos inmersos en una crisis económica severa, en el país ya la veníamos arrastrando, pero se ha acentuado con la pandemia que nos agobia. De ahí que los gobiernos de diversas latitudes hayan decretado la austeridad económica. Con el claro objetivo de mejorar la situación financiera, aunque en muchos casos no se alcancen los resultados esperados. Aquí en México la austeridad republicana, como llama López Obrador a las medidas que ha implementado para «moralizar» al país, estriban, por ejemplo, en recortar recursos de manera severa a dos ámbitos sustantivos desde los que se genera bienestar para el presente y sobre todo para el futuro, como son la educación y la salud pública. No se ven por ningún lado, para acabarla de rematar, ni la inteligencia ni la eficiencia en su administración, y no se ven porque no existen en su compendio de políticas públicas estos dos ingredientes que son los que hacen la diferencia entre un gobierno que si se ocupa y otro que finge que se ocupa. Austeridad no es sinónimo de carencias, de falta de… Va dejando un Estado que ya no tiene recursos para atender a los niños con cáncer, pero si tiene para destinar con la complicidad de sus acólitos morenos en el Congreso de la Unión, millonadas para sus obras faraónicas, como son el tren maya, la refinería de Dos Bocas y el dizque aeropuerto de Santa Lucía, o para repartir a discreción sin seguimiento de por medio, un billetal, verbi gratia, al programa Jóvenes Construyendo el Futuro. Tampoco hay recursos para combatir el cambio climático y de ribete su reforma energética, con la que le da el tiro de gracia al futuro ambiental de México. La austeridad republicana, como bien apunta Enrique Krauze debiera reflejarse en el manejo impecable de las finanzas públicas. La opacidad en las cuentas públicas durante su mandato como jefe de gobierno, fueron absolutamente turbias, de modo que no es una cualidad en su desempeño, aunque alardee a mañana, tarde y noche, de que es más puro que la Inmaculada. Más del 78% de los contratos de obra y adquisiciones del gobierno federal hoy, se otorgan por adjudicación directa, según estudio de Mexicanos contra la Corrupción. Y ya se le puso desaparecer al INAI. Dice que por austeridad, igual que ha hecho con otros órganos autónomos. Pero nadie ha ido a la cárcel de los que acusa como corruptos de esos organismos. Nomás los desapareció, obviamente con el «apoyo» de sus compinches en las Cámaras.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) destacó en un informe que la austeridad fiscal no es una respuesta adecuada para atender los retos que se enfrentan por la crisis sanitaria, «porque estos deben de ir acompañados de una mayor movilización de recursos externos, a través del acceso a fuentes accesibles de financiamiento en condiciones favorables, tanto en los mercados internacionales como por parte de las instituciones financieras internacionales». El gobierno lópezobradorista va en sentido opuesto. Subraya también que: «Para avanzar hacia una recuperación económica sostenida y que pueda apoyar la construcción de un Estado de bienestar y el fortalecimiento del sector productivo será necesario mantener políticas fiscales y monetarias expansivas». Tampoco. Por otro lado, pero en la misma tesitura, destaca que «las remesas, fuente importante de ingresos para algunas naciones, están golpeadas por las crisis de las economías emisoras. Y que las secuelas que esto dejará en términos de desempleo y pobreza entre los migrantes y sus familias en sus países de origen hará que se requieran años para recuperar los niveles anteriores a la pandemia».

¿Y sabe que es lo peor? Que López Obrador no escucha a nadie, salvo a sí mismo. Y nosotros, los mexicanos, vamos a pagar semejante delirium tremens.

Licenciada en Derecho, egresada de la UNAM. Posee varios diplomados, entre los que destacan Análisis Político, en la UIA; El debate nacional, en UANL; Formación de educadores para la democracia, en el IFE; Psicología de género y procuración de justicia. Colabora en Espacio 4, Vanguardia y en otros medios de comunicación.

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