El expresentador de Fox News defiende su derecho a informar, pero lo acusan de seguir el guion del Kremlin. La Unión Europea sopesa sanciones. ¿Y la libertad?
Una ola de polémicas ha desatado la entrevista que el periodista estadounidense Tucker Carlson realizó al presidente de Rusia, Vladímir Putin, el 8 de febrero. Mientras algunos aplauden la valentía del expresentador de Fox News por atreverse a mostrar la versión del Kremlin sobre la guerra en Ucrania, no pocos aseguran que el controvertido reportero se prestó como marioneta para sostener la propaganda rusa sobre el conflicto bélico que ya suma dos años.
En un video publicado en la red social X, dos días antes de llevarse a cabo la entrevista, Carlson justifica la misma porque, primero, es su trabajo y, por tanto, «nuestro deber es informar a la gente». Explica, además, que los estadounidenses no tienen una idea real de qué ocurre en la región. «Ellos deben saber que están pagando mucho de esa guerra en formas que quizás no perciben completamente», argumenta.
Carlson compara el conflicto en Ucrania con los efectos que tuvo la Segunda Guerra Mundial, que provocó la reorganización de las potencias militares de todo el mundo, nuevas alianzas estratégicas entre Gobiernos y la aplicación de sanciones internacionales severas, cuyas consecuencias terminaron por definir la vida de las generaciones siguientes. Lo mismo se espera tras la invasión rusa a Ucrania. Asegura el periodista que mientras las recientes transformaciones en orden político y económico son conocidas por cualquiera en Asia o Medio Oriente, no sucede lo mismo en las naciones de habla inglesa, que se muestran mucho más desorientadas y consideran que nada ha cambiado realmente. «Ellos piensan eso porque nadie les ha contado la verdad», abunda Carlson.
Para demostrar el desequilibrio informativo, el periodista cita como ejemplo que al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, lo han entrevistado en reiteradas ocasiones, pero «son sesiones de diálogos aduladoras, diseñadas específicamente para reforzar las demandas de Zelenski sobre una intervención más profunda de Estados Unidos en la guerra en Europa del Este. Eso no es periodismo. Es propaganda gubernamental. Propaganda de la peor calaña porque es del tipo que mata personas», sentencia Carlson, quien, asimismo, hace notar en su video que ningún periodista occidental se ha molestado en entrevistar al presidente del otro país involucrado en el conflicto.
«La mayoría de los estadounidenses no tienen idea de por qué Putin invadió Ucrania o cuáles son sus objetivos actuales. Ellos nunca han oído su voz. Y eso está mal. Los estadounidenses tienen el derecho a saber todo lo que se pueda sobre esta guerra en la que están implicados y nosotros tenemos el derecho de informarles porque somos estadounidenses también», explica Carlson, quien finaliza su disertación con un par de frases que pretenden curarlo en salud: «Nosotros no estamos aquí (en Moscú) porque amemos a Vladímir Putin. Estamos aquí porque amamos a Estados Unidos y queremos seguir siendo prósperos y libres».
Claroscuros
La entrevista, de dos horas de duración y la primera que el presidente ruso concede a un periodista occidental desde el inicio de la ofensiva en Dombás, recibió a la par críticas y halagos. Medios como Infobae destacaron que, gracias a su trabajo, Carlson logró exponer el verdadero motivo tras la invasión de Putin: que Rusia sea dueña de Ucrania. Sin embargo, durante la charla, Putin alegó que Rusia tiene un derecho histórico sobre algunas regiones de ese país vecino. Por si no bastara, el mandatario dejó entrever que fue Ucrania quien empezó el conflicto en 2014 tras ser derrocado el presidente Víktor Yanukóvich y que la intención del Kremlin es poner fin a una confrontación, que, sostuvo, tiene visos de guerra civil al ser rusos y ucranianos un solo pueblo.
Estas declaraciones desataron la ira de los ucranianos, quienes han vivido durante más de dos décadas con Putin negando el derecho de Ucrania a existir como un país separado de Rusia. El canciller alemán, Olaf Scholz, calificó de «burla» y «absurdidad» las afirmaciones del exagente de la KGB. «El presidente ruso se burla de lo que realmente está haciendo Rusia en Ucrania y da una explicación completamente absurda sobre las causas de esta guerra. Esto lo deja aún más claro para nosotros: seguimos firmemente del lado de Ucrania», escribió Schulz en su cuenta de X.
Por su parte, el exprimer ministro ucraniano Arseniy Yatsenyuk, escribió en Facebook: «El propagandista Carlson difundió una corriente de idiotismo, mentiras y herejías. La libertad de expresión y la libertad de mentir no deben confundirse, camarada Carlson».
Periodistas arremeten
Sin embargo, fueron los periodistas los más severos críticos de su colega Tucker Carlson. Para Mikhail Rubin, editor en jefe adjunto del medio de investigación ruso Proekt Media, y quien huyó de su tierra natal en 2021 por razones de seguridad, Putin aceptó la entrevista con Carlson porque puede ayudar a sus intereses de ganar las elecciones presidenciales de Rusia, pactadas para celebrarse a mediados de marzo. «(Carlson) necesita entender que es parte de la campaña electoral presidencial y que, lamentablemente, va a ayudar (a Putin)», dijo Rubin.
Otros comunicadores arremetieron contra Carlson en las redes sociales. «Soy como cientos de periodistas rusos que han tenido que exiliarse para seguir informando sobre la guerra del Kremlin contra Ucrania. La alternativa era ir a la cárcel», dijo la reportera Yevgenia Albats en X. Mientras tanto, Carlson estaba «filmando desde la suite Ritz de mil dólares en Moscú», dijo.
Riesgo de sanciones
La entrevista puede costarle a Carlson un castigo por parte de la Unión Europea (UE) pues varios eurodiputados, tanto actuales como anteriores, advierten sobre la posibilidad de adoptar medidas sancionadoras contra el comunicador estadounidense por su presunta contribución a la difusión de propaganda del Kremlin.
Entre las posibles medidas que se barajan, se encuentra la imposición de una prohibición de viajar para Carlson dentro del territorio de la UE. Esta acción se plantea como una respuesta contundente a lo que algunos líderes del viejo continente consideran una colaboración inaceptable con la narrativa propagandística del Gobierno ruso. E4