El nuevo fracaso de la coalición «Va por México» en elecciones estatales prefigura el resultado de la carrera presidencial de 2024. AMLO es el principal generador de votos para su partido. La derrota hidalguense exacerbará el encono entre Rubén y Humberto. El muro de la impunidad en Coahuila puede caer
La debacle de las oposiciones y el SOS de Claudio
Alito y Rubén en capilla; falló el chantaje
Coahuila está en deuda con Hidalgo. La derrota apabullante de la candidata del PAN, PRI y PRD a la gubernatura, Carolina Viggiano, y de su esposo Rubén Moreira, se celebra en estas tierras cual triunfo propio. Los tribunales no han castigado el moreirazo, las empresas fantasma y los casos de enriquecimiento inexplicable, pero hubo justicia donde más le duele a los políticos: en las urnas. La crónica de una muerte (política) anunciada la escribió la coalición «Va por México» al nominar a la exprimera dama del estado. Las fuerzas se alinearon para dar la puntilla al PRI en uno de sus últimos baluartes. Moreira impuso a su esposa contra la voluntad del gobernador Omar Fayad y de los hidalguenses, cuya figura mayor fue Javier Rojo Gómez, hombre decente y formador de generaciones.
Humberto Moreira también está de fiesta. En su fuero interno debe sentir haber matado dos pájaros de una pedrada. El bálsamo no sana las heridas, pero las aligera. Dos semanas antes de las elecciones, el oráculo, apoyado en las encuestas, anticipó el fracaso de su cuñada y la victoria del candidato de Morena, Julio Menchaca, quien renunció al PRI en 2015 después de buscar varias veces la postulación. El gobernador electo presidió el Tribunal Superior de Justicia de Hidalgo entre 1999 y 2004. Viggiano asumió la misma posición en 2007. Dos años más tarde fue diputada federal por el PRI. En la LXI legislatura conoció a Miguel Riquelme y a quien, un año después, sería su esposo.
«El PRI está gobernado, dirigido por delincuentes, como son esta camarilla que tiene al frente con personajes impresentables».
(Ulises Ruiz, exgobernador de Oaxaca. Mural, 22.05.22)
En una entrevista con Milenio, Viggiano dijo que Moreira la conquistó por su inteligencia (adonis nunca ha sido), no con flores. Eran los años dorados, cuando todo salía a pedir de boca. Su cuñado Humberto era gobernador y se perfilaba ya para la presidencia no solo del PRI, sino… ¡de la República! ¿Por qué no? Era el mandatario local más popular y al que la mayoría de los mexicanos le encargaría las llaves de su casa. Los coahuilenses le confiaron las arcas públicas y dejó un boquete de 40 mil millones de pesos. El escándalo le dio reflectores allende nuestras fronteras: la revista Forbes lo incluyó en una lista ignominiosa al lado de otro hermano «incómodo», Raúl Salinas de Gortari, y de su madrina política Elba Esther Gordillo.
Viggiano definió en siete palabras a su futuro marido horas antes de la boda, el 22 de septiembre de 2010: «Es una persona maravillosa, congruente y valiente». Un Pancho Pantera, pues. Vale la pena tomar nota de los testigos de la novia: Miguel Osorio, gobernador de Hidalgo, y su sucesor Francisco Olvera, así como sus compañeros de bancada, Luis Videgaray y Felipe Enríquez (compadre de Enrique Peña Nieto, acusado de corrupción y tráfico de influencias; en 2012 perdió la alcaldía de Monterrey con la panista Margarita Arrellanes). Por parte del novio acudieron: su hermano Humberto, el gobernador de Estado de México, Enrique Peña Nieto; David Aguillón Rosales, el muñidor del clan; y Juan Luis Llia.
Peña Nieto defenestró a Humberto Moreira de la presidencia del PRI cuando estalló el escándalo de la megadeuda, para descontaminar su campaña, pero aun así lo rescató del penal de Soto del Real en enero de 2016. El Joven maravilla se convirtió entonces en un lastre para el matrimonio Moreira-Viggiano. En la encrucijada, Rubén optó por su mujer y abandonó a quien le había heredado la gubernatura. Esa puede ser la causa de la ojeriza de Humberto contra su hermano y en particular contra su cuñada. Antes de las elecciones del 5 de junio los acusó: «Son los reyes del fraude electoral en México (…), son capaces de hacer cualquier cosa, de traer gente rara para intimidar (…), de comprar votos, de hacer promesas que no van a cumplir (…) de hacer fraude electoral. No lo permitan».
La venganza de Fayad
La hegemonía del PRI en Hidalgo duró 93 años. La alternancia era fruta prohibida como todavía lo es en Coahuila y Estado de México. La desvencijada aplanadora unió fuerzas con el PAN y el PRD para evitar la debacle, pero la ola guinda de Morena sepultó a los tres. Julio Menchaca y la 4T hicieron añicos los sueños imperiales de Carolina Viggiano y Rubén Moreira. El gobernador electo asumirá el 5 de septiembre próximo. Omar Fayad, a quien sustituirá en el cargo, cobró caro a su partido haber despreciado a Israel Félix Soto, su delfín. La permanencia de Alejandro Moreno y de Moreira en la jefatura del PRI es irrelevante, pues la organización fundada por Plutarco Elías Calles en 1929 hoy es un fantasma.
Hartos de corrupción, nepotismo, malos gobiernos e injerencias, los hidalguenses le infligieron al PRI su peor humillación. Los pronósticos se cumplieron a cabalidad: el candidato de Morena ganó por una ventaja de dos a uno a Viggiano (63.2% contra 32.7%). Hidalgo se libró así de la expansión del moreirato. Solo en Coahuila lo soportan todavía. Para el exgobernador Humberto Moreira, la derrota de Viggiano —esposa de su hermano— significa una victoria. El resultado lo celebró a bombo y platillo antes de las elecciones. Sin embargo, no dijo que él y su protectora, Elba Esther Gordillo, tenían metidas las manos en el proceso.
Alfredo González cuenta en su columna «A fuego lento»: «En (Hidalgo) se construyó una alianza oculta entre Morena y personajes del PRI con alta capacidad de mover el marcador y hacer perder a la abanderada de Va por México. Entre ellos se encuentra el gobernador priista Omar Fayad, el exgobernador de Coahuila, Humberto Moreira, y la profesora Elba Esther Gordillo. A todos los une una causa común: su rechazo a Alejandro Moreno, dirigente nacional de los priistas, y a sus más cercanos, como Rubén Moreira, coordinador de la Cámara, y su esposa Carolina Viggiano.
»El primer desencuentro por la candidatura de Hidalgo vino cuando Alito la impuso a ella como candidata, pasando por encima del mandatario hidalguense. La afrenta se consumó, aunque en el fondo Fayad hasta se tomó la foto con ellos para hacer creer a todos que estaban en el mismo tren. No fue así, mientras el gobernador sacaba las manos de la elección y de la campaña, Humberto, junto con operadores de la maestra, llegaron al estado para trabajar en favor del candidato de Morena, Julio Menchaca. El coahuilense es reconocido como uno de los últimos buenos operadores del PRI y eso es lo que está poniendo en práctica en Hidalgo, no con su cuñada Carolina. De muchos es sabido que tiene una muy mala relación con su hermano Rubén, y hay quienes hasta dicen que se odian “a muerte”, por varios episodios de traiciones» (El Heraldo de México, 25.05.22).
Humberto Moreira aprovechó su última aparición pública en Coahuila, el 18 de mayo, para decirle a su hermano Rubén, a quien ya ha llamado «lunático», «traidor» y responsabilizado del asesinato de su hijo Eduardo, y a su cuñada Viggiano: los haré perder. Estrictamente no fue así, pero quizá contribuyó. El pleito apenas empieza. La política da giros copernicanos. El 17 de julio de 2010, el gobernador de Hidalgo, Omar Fayad, envió desde Saltillo un tuit exultante y críptico a las 10:08 horas: «Aquí estamos en la boda de Carolina Viggiano y Rubén Moreira, se unen Hidalgo y Coahuila, que tal he, les deseamos sean felices». Fayad puede anunciar hoy, como lo hizo la policía española cuando detuvo a Humberto Moreira en el aeropuerto Madrid-Barajas: «Misión cumplida».
Infancia es destino
Humberto y Rubén Moreira tuvieron cómplices para hacerse con el poder y ejercerlo despóticamente. Conocedores de la naturaleza humana y conscientes de su propia perversidad, urdieron alianzas con los poderes fácticos y celebraron pactos ilícitos, denunciados en 2017 por la Clínica de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Texas y el Centro Diocesano para los Derechos Humanos Fray Juan Larios de Coahuila. También provocaron el mayor quebranto y desprestigio internacionalmente al estado. La ambición y los secretos unieron a los hermanos; el celo y la rivalidad política los dividieron.
En medio hay un hijo asesinado, segundas nupcias, escándalos de corrupción, violencia familiar, el encarcelamiento en España de uno del clan. Una historia de ignominia. Y en el último tramo, una derrota electoral que puede marcar, ahora sí, la ruptura definitiva. Destapar la caja de Pandora tendrá efectos desastrosos. La crisis ocurre en el menos oportuno, pues las elecciones del gobernador están a la vuelta de la esquina. Ricardo Mejía, el aspirante de Morena más visible, tiene en el punto de mira a los Moreira y a sus operadores políticos y financieros. Hombre cercano al presidente Andrés Manuel López Obrador, sabe de la corrupción en el docenio; denuncia la deuda y el manejo de medios para inducir campañas contra rivales políticos y tender cortinas de humo.
El sector privado ha guardado silencio por la deuda de 40 mil millones de pesos acumulada en el Gobierno de Humberto Moreira, cuya administración inició sin pasivos con la banca, y las empresas fantasma en la gestión de su hermano. Incrustados en el Sistema Estatal Anticorrupción (SEA), creación de Rubén Moreira, membretes como el de la Canaco han hecho la vista gorda. Carlos Rangel Orona, uno de los defensores del moreirato, preside el Consejo de Participación Ciudadana del SEA; Luis García Abusaid, excolaborador de Humberto y Rubén, controla el Instituto de Acceso a la Información Pública; el zar anticorrupción, Homero Flores Mier, es cercano al clan; y Sandra Luz Rodríguez, exconsejera jurídica de Rubén Moreira, preside el Tribunal de Justicia Administrativa.
El cerco de impunidad sigue en pie, pero podría venirse abajo y poner en riesgo la sucesión del año próximo si el fracaso de Carolina Viggiano en las elecciones del gobernador de Hidalgo exacerba el encono entre Humberto y Rubén Moreira. El expresidente del PRI conoce al dedillo a su hermano y sabe cómo sacarlo de sus casillas. «(…) es muy torpe, muy tarugo. Desde niño lo fue. (…) sufrió bullying… Es una historia muy lamentable, muy triste, (con) una serie de complejos, sin pegue con las muchachas, sin habilidad para el baile… Tengo una foto de niños: yo jugando con un carrito y él con una pistola, desde ahí nos damos cuenta de su estado mental. Es un hombre con una serie de complejos» (Nación321, 23.05.22).
Humberto Moreira contó otra historia descriptiva cuando era gobernador; el mando lo ejercía Rubén entre bastidores y todo era miel sobre hojuelas. En la inauguración de un plantel salesiano al oriente de Saltillo, dijo que cuando su madre lo enviaba al peluquero con su hermano Álvaro, el dinero se lo gastaban en helados. Infancia es destino. Mientras obedecía a una sola voz, el clan superó penurias, envidias y desavenencias, y actuó con disciplina espartana para conquistar el poder y transmitírselo. Todo se lo perdonaban, pero la derrota en Hidalgo, producto de la hybris, del rechazo a un maridaje político y del manejo inadecuado del conflicto familiar, desencadenará una crisis de alcances inimaginables. El proyecto y la continuidad del PRI en el Gobierno están comprometidos. E4
Los otros vencedores
Estado | Vencedor | Partido | Votos | % |
---|---|---|---|---|
Aguascalientes | Teresa Jiménez | PAN-PRI-PRD | 249,464 | 53.7 |
Durango | Esteban Villegas | PAN-PRI-PRD | 329,415 | 53.7 |
Oaxaca | Salomón Jara | PT-PVEM-PUP-Morena | 675,330 | 60.2 |
Quintana Roo | Ma. Elena Lezama | PVEM-PT-Morena-Fuerza por México | 280,357 | 56.4 |
Tamaulipas | Américo Villarreal | Morena-PT-PVEM | 710,952 | 49.9 |
Número Habitantes en los estados con nuevas gubernaturas
Partido | Estado | Población |
---|---|---|
Morena | Hidalgo | 3,082,841 |
Morena | Oaxaca | 4,132,148 |
Morena | Quintana Roo | 1,857,985 |
Tamaulipas | 3,527,735 | |
Total | 12,600,709 | |
PRI | Durango | 1,425,607 |
PAN | Aguascalientes | 1,832,650 |
Total | 3,258,257 |
La debacle de las oposiciones y el SOS de Claudio
MC gobierna solo dos estados, pero Colosio Riojas es tercer presidenciable con mayor intención de voto después de Ebrard y de Claudia Sheinbaum
El PRI recuperó el poder en 2012 porque gobernaba 22 estados, Felipe Calderón era un presidente débil y las oposiciones controlaban el Congreso. Con las cuatro gubernaturas obtenidas el 5 de junio, Morena iguala aquella cifra. Una vez más se demostró que el mayor activo político del partido guinda es Andrés Manuel López Obrador (Peña Nieto era un lastre para su partido), cuya aprobación supera el 62%. En este escenario y de acuerdo con la intención de voto, la Cuarta Transformación tendría seguro otro sexenio en Palacio Nacional. Los favoritos para suceder a AMLO son Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, mas la baraja morenista no se limita a ellos.
Después de perder Hidalgo y Oaxaca, el PRI cerrará el año con dos gubernaturas. En Durango ganó una coalición. El PAN fue derrotado en Tamaulipas y Quintana Roo, lo cual reducirá a seis entidades su presencia territorial. Movimiento Ciudadano (MC) gobierna Nuevo León y Jalisco. Morena ganó la presidencia sin tener un solo estado. Las circunstancias, empero, son distintas. El PRI, PAN, PRD y MC llegarán a la sucesión de 2024 menguados y con un máximo de nueve gobernadores. Coahuila y Estado de México elegirán a los reemplazos de Miguel Riquelme y Alfredo del Mazo el año próximo.
El fracaso de la coalición Va por México en las dos últimas elecciones de gobernador prefigura su derrota en las presidenciales. Claudio X. González, el propagandista más visible de la alianza PRI-PAN-PRD, lo sabe. El 26 de mayo, en el marco de una reunión con mujeres, el empresario declaró que para vencer a Morena, Movimiento Ciudadano debe sumarse al frente opositor. «Solo así se gana». Sin embargo, el líder del partido naranja, Dante Delgado, ha preferido jugar solo. El año pasado obtuvo Nuevo León con Samuel García. Además, en la carrera presidencial el alcalde emecista de Monterrey, Luis Donaldo Colosio Riojas, es el tercero en la intención de voto después de Ebrard y de Sheinbaum.
El triunfo más divulgado de Morena en los comicios del 5 de junio ocurrió en Hidalgo. No solo porque desplaza al PRI de una posición estratégica, sino porque exhibe la venalidad e incompetencia de sus líderes. La victoria de Julio Menchaca pone contra las cuerdas a la de por sí frágil mancuerna de Alejandro Moreno y Rubén Moreira, y marca el fin de la carrera política de Carolina Viggiano, cuya candidatura unificó en su contra a tirios y troyanos, al gobernador Omar Fayad y a su propio partido. Hidalgo no es Coahuila. La tierra de Javier Rojo Gómez plantó cara al moreirato y lo expulsó a fuerza de votos.
Los tambores de guerra vuelven a sonar en el PRI. Ulises Ruiz, exgobernador de Oaxaca, pide las cabezas de Moreno y Moreira por la humillación y por anteponer sus intereses a los de un partido decadente y sin credibilidad. La fuga de cuadros provocada por la imposición de Moreno en la presidencia del PRI, en 2019, se extendió a Coahuila. El avezado operador electoral Mario Cepeda podría reforzar a Morena en las elecciones del gobernador del año próximo, lo cual pondrá en aprietos a Manolo Jiménez, delfín de Miguel Riquelme.
En un país con auténtico Estado de derecho, Moreno y Moreira estarían hoy bajo proceso, y no al frente de un partido que, aun en vías de extinción, es la tercera fuerza política nacional. Los exgobernadores de Campeche y Coahuila son acusados de desviar recursos del erario. El fracaso del 5 de junio representa el golpe de gracia para la cúpula priista. Rubén Moreira era visto como un operador electoral imbatible. En Coahuila lo fue porque tenía poder, presupuesto y a un sector de la prensa a su servicio. Su yo falso, de perdedor, desvelado por su hermano Humberto, lo ocultó con prestidigitación. E4
Alito y Rubén en capilla; falló el chantaje
El PRI tiene, en el momento más crítico, a la dirigencia más vil de su historia. Moreira podría ser destituido también de la Junta de Coordinación Política de la Cámara baja
En una charla casual con el entonces presidente del PRI, Enrique Ochoa (Clavillazo, le llama el exgobernador Humberto Moreira, proclive a encajar apodos), en los sanitarios de un hotel de Torreón, objetó: «¿Por qué la agresividad?». Se refería a los cuestionamientos formulados en una rueda de prensa a la cual, supe después, fui invitado «por error». El exdirector de la Comisión Federal de Electricidad empezó por exaltar los «beneficios» de la Reforma energética del presidente Peña Nieto y el buen Gobierno de Rubén Moreira. «Salga a la calle, pregunte si la gente está de acuerdo con la deuda, la violencia y con todo lo que usted dice». Ochoa tomó la réplica como agresión.
«No es pleito», le dije, «el trabajo de un reportero consiste en dudar y cuestionar». La diferencia entre los tecnócratas y los oportunistas, proclives a imponer a todo el mundo su visión, y los políticos de antes, forjados en el debate, es de enfoque. Puse de ejemplo a Jesús Reyes Heroles y a Porfirio Muñoz Ledo, líderes del PRI, a quienes entrevisté en Torreón a mediados de los años setenta del siglo pasado. Ochoa visitó La Laguna para jugarle el dedo en la boca a los priistas. Hizo creer que la candidatura al Gobierno resultaría de un proceso «democrático», cuando Miguel Riquelme ya había sido ungido.
Ochoa fue defenestrado de la jefatura del PRI dos meses antes de las presidenciales de 2018 por inepto y anodino. José Antonio Meade, el candidato «ciudadano» del PRI, captó menos del 17% de los votos. René Juárez no logró frenar a Morena ni evitar el desastre causado por Peña Nieto. El PRI pudo emerger como oposición real en 2019, pero Alejandro Moreno y Rubén Moreira lo impidieron. El secuestro de las siglas provocó una oleada de renuncias. Las más significativas fueron las de José Narro, exrector de la UNAM y exsecretario de Salud; y las de los exgobernadores Rogelio Montemayor e Ivonne Ortega, aspirante a la presidencia del CEN a quien Moreira amenazó con ventilar su vida privada si ponía un pie en Coahuila. La periodista Beatriz Pagés también dijo adiós.
La mancuerna Moreno-Moreira representa lo peor del PRI, en el peor momento. Rubén pudo haber alentado las aspiraciones presidenciales de Moreno como lo hizo con su hermano, a quien después suplantó para convertirse en la figura del clan. Humberto tenía carisma y liderazgo, pero la ambición lo cegó y tiró por la borda una carrera política prometedora. La renuncia inminente de Moreno también supone el retiro de Rubén como presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados.
Entregar el mando del CEN en medio del escándalo, el escarnio y el repudio general, atizado por la filtración de audios donde se llama a los periodistas «muertos de hambre» y se reconocen pagos por 100 millones de pesos al asesor político Antonio Solá, es el menor problema de Moreno y Moreira en estos momentos. Su preocupación deben ser las investigaciones de la Fiscalía General de la República y la atención que el presidente López Obrador ha puesto sobre ellos después de haber intentado chantajear con la Reforma eléctrica. Calderón y Peña Nieto cedían gubernaturas a cambio de votos en el Congreso, pero AMLO no tiene necesidad de hacerlo. El líder de la 4T premia a exgobernadores del PRI con embajadas y consulados, pero también castiga. Moreno, Moreira y otros de su grupo están en capilla. Después de Hidalgo, donde la esposa de Rubén perdió las elecciones, al fin podría haber justicia en Coahuila. E4