Los resultados de la elección del domingo 6 de junio, considerados los comicios más grandes de la historia de México, proyectan varios elementos de análisis y reflexión para ciudadanos, gobernantes y políticos, pero para el humilde escribiente, el más importante es el aspecto del voto útil, utilizado por la clase media (alta y baja) para definir el rumbo de procesos en el futuro.
Más allá de las filias y fobias que permanecerán incluso después de los resultados, se mantiene la percepción de que el presidente pierde, aunque gana y mantiene el mínimo indispensable para enfrentar la segunda parte de su mandato.
La realidad es que la percepción ciudadana y el respaldo en las urnas que logró hace tres años, cambió con una disminución y un marcado rechazo de los electores que se agudiza en regiones del país como el norte.
Además, los números no mienten y las sumas y restas señalan a perdedores y ganadores, el partido del presidente, Morena, podría ganar de 190 a 203 curules en el Congreso Federal, cuando en este momento cuenta con 253 diputaciones en la agonizante actual legislatura.
La posibilidad de una mayoría aplastante en el futuro Congreso de la Unión ya es historia; no obstante, el presidente mantendrá una mayoría relativa sobre la oposición con la suma de los partidos satélite como el Verde y el PT, pero aún está en duda que ese apoyo signifique una mayoría calificada para continuar con reformas que hasta ahora se topan en el poder Judicial de la Federación.
Más allá del discurso, porque el perdedor que gana algo, siempre justifica, el panorama para el proyecto político planteado por Morena y su líder moral, se debilita camino a la sucesión presidencial, que en el pronóstico solo podría garantizar continuidad con decisiones autoritarias y relacionadas a la reelección o la imposición.
Sin embargo, no todo lo perdió el presidente y su partido, ya que ganaron gubernaturas que no esperaban y sobre todo la oposición perdió escaños estatales y municipales que permitirían al menos en lo público y con el discurso el equilibrio mediático del poder.
En el análisis, los resultados son normales cuando se trata de una elección intermedia, pues el desgaste de una administración federal siempre se manifiesta en los comicios medianeros, pero insisto en que el panorama es gris para quienes promueven la Cuarta Transformación.
Los resultados de la última elección no sólo son producto de un gobierno federal sin resultados y con muchos cuestionamientos comparado con los aciertos, más allá incluso del voto clientelar relacionado en México siempre a los apoyos y subsidios paternalistas, que hay que recordar, no son nuevos ni exclusivos de la nueva administración federal.
Sin embargo, el líder del gobierno y del movimiento olvidó, o no quiso entender, que esa clientela obligada no es la que le dio el triunfo presidencial, fue la clase media en sus dos modalidades: alta y baja, la que marcó la diferencia, y seguramente harta de las dos anteriores opciones partidistas, votó por las promesas campañeras, pero que hoy está molesta porque el país no sólo no camina, sino que retrocede.
El mensaje fue muy claro y en estados como Coahuila y Nuevo León fue determinante para que los aspirantes políticos y gubernamentales, entiendan y trabajen, no solo para que la clase media no desaparezca, sino para que pueda crecer y mantenga el equilibrio del poder gubernamental.
En resumen, el presidencialismo sí ganó porque mantiene un país dividido y polarizado; dominado por la delincuencia organizada que no solo no se ha tocado, sino que mantiene su poder y lo aumenta, y es la mejor política de terror para la población.
Pero el presidencialismo perdió ante la clase media, que a través de elecciones poco o nada cuestionables, incluso por el propio presidente, demuestran que México es más que el poder mesiánico y absolutista de cualquier gobernante que pretenda imponer sus caprichos y chiflazones.
Clase media, la nueva alternativa de equilibrios y contrastes que no son nombres o rostros determinados, coloca a los políticos y gobernantes en la nueva disyuntiva de poder y gobernanza.