Condenaron a Cristina a seis años de cárcel

El mundo no encuentra reposo. Los ciudadanos no dejamos de lado la esperanza o anhelo más grande de la democracia: reconocer y buscar un espacio de mayor igualdad, de prosperidad y de un alcance mayor que garantice una emancipación real.

Durante mucho tiempo, las ideas románticas de aspiración a algo mejor, en todos los estrechos del mundo han claudicado; lejos de su propósito y con sus fórmulas de engaño con ideas liberales, libertarias o socialistas, se han unido, pero para todo lo contrario, solo para prender fuego, desacreditar la transformación e incendiar la más mínima idea de cambio. Del lado ideológico más humanizador, la izquierda se encuentra perdida por diferentes aspectos y circunstancias convertidos en hechos y realidades fácticas. Desde la izquierda recalcitrante que propone desacelerar la globalización hasta la izquierda que claudica y acepta a la economía en su forma más salvaje, aceptan los hechos y solo se orillan a practicar esquemas de redistribución compensatoria. Y no está de más aceptarlo como tal, porque un ciudadano pseudo democratizado ya no espera nada de cualquier punto ideológico, su desazón solo lo orilla a un acto de votar por un carisma prefabricado y de practicar su vida en democracia solo en la actividad de votar.

La parálisis intelectual en la que vivimos alienta a una imaginación colectiva o a una creencia errónea de que va ser mejor un matrimonio a conveniencia entre la izquierda y la derecha y eso, eso es lo que ha dado frutos a Gobiernos en toda América carentes de una base ideológica o bien, gobiernos que en la práctica olvidan sus idearios y se pierden en el ejercicio.

En la década de los cuarentas del siglo pasado, surgió un movimiento argentino llamado peronismo o justicialismo caracterizado por la promoción de derechos sociales, laborales, una fuerte fuerza hacia la clase trabajadora, nuevos derechos políticos (como el voto de la mujer) y un estado de bienestar. Le sucedieron a la ideología peronista en el Gobierno insurrecciones, golpes de estado, militarización de los Gobiernos en donde Argentina vivió tiempos convulsos hasta el triunfo de Raúl Alfonsín conocido como el primer reformador de las ideas peronistas. Después le continuaron los Gobiernos de Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. Como letra extranjera asumo que las facetas del peronismo tuvieron muchas líneas de progreso y bonanza; pero también episodios oscuros de administraciones que estuvieron y han estado plagadas de corrupción y sus bemoles.

Alberto Fernández el actual presidente de Argentina fue una persona clave sobre todo en el Gobierno de Alfonsín y en los mandatos de la pareja Kirchner. Aunque compaginaba más con Néstor, participó más en tiempo en la práctica política y de administración, de la vida pública argentina. La transfiguración —no se sí mala o buena… omito— del peronismo se le conoce como kirchnerismo y una remolacha de ambos con sazón propio es el nuevo Gobierno de Argentina. A pesar de que hubo muchos avances sobre todo en términos de derechos y justicia social durante el periodo de Néstor y el primero de Cristina, a la pareja se le recuerda por la gran inflación que provocó, pobreza, segmentación de tarifas, masivas protestas en su contra —principalmente la del año 2012— y por malversación de fondos principalmente por conflictos con fondos de capital de riesgo. En el año 2019 comenzaron una serie de juicios en contra de Cristina por defraudar a las arcas públicas por medio de proyectos fantasmas.

En concreto, hoy la Fiscalía que lleva su causa la condenó a 6 años de prisión por defraudar al Estado mientras era presidenta. Fernández de Kirchner, en cambio, asegura «que esta acusación de corrupción no tiene fundamentos y que se trata de una persecución en su contra y del proyecto político que representa (…)». Dijo no estar ante un tribunal de la Constitución, sino ante «un pelotón de fusilamiento mediático-judicial».

Por lo pronto y no obstante el fallo, la vicepresidenta en funciones no entraría inmediatamente a la cárcel de acuerdo con los procesos judiciales de aquel país y, puede extender su mandato al concluir el propio en diciembre de 2023. Así como en muchos países, la base política existe, pero los proyectos políticos sinceros para representarlos aún no. México y Argentina no son muy distantes en su práctica política, en sus aciertos y en sus errores. Aún así, sigo creyendo que la teoría y la política son dos formas de rebelarse ante el destino. Es de lo poco que nos queda para ser libres y tomar posesión de nosotros mismos.

Aguascalientes, 1982. Cursó sus estudios de Licenciatura en Derecho en la Universidad Autónoma de Coahuila, posteriormente hizo sus estudios de maestría en Gobierno y Gestión Pública en la Universidad Complutense de Madrid. Labora en la administración pública estatal desde el año 2005. Es maestro de Teoría Política en la Facultad de Economía de la UA de C desde el año 2009. Ha sido observador electoral de la Organización de los Estados Americanos en misiones para Sudamérica, en la que participa como miembro de observadores para temas electorales.

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