Parte II
Continuamos la controversia sobre las posturas de Olivia, una «negacionista» a la que expongo mis puntos de vista. Las mutaciones naturales hacen que un virus animal sí llegue a infectar a un humano. Según Oliva, «no es posible que un virus de murciélago sea “leído” por un humano si no está modificado genéticamente, por una barrera transespecie que protege estos cruces». Sugiere, sin pruebas, que la COVID fue «creada» (https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(20)30418-9/fulltext).
Hay enfermedades zoonóticas: que se transmiten entre animales y humanos, debidas a virus, bacterias, parásitos y hongos. Algunas son muy frecuentes: tuberculosis, salmonelosis (fiebre tifoidea) o brucelosis, entre otras.
De hecho, según institutos de salud de Estados Unidos, casi 16% de las muertes en el mundo pueden atribuirse a enfermedades infecciosas; las zoonóticas representan 60% de las conocidas y 75% de las emergentes. Los autores de este artículo https://virological.org/t/the-proximal-origin-of-sars-cov-2/398, indican que «la evidencia genómica no apoya la posibilidad de que el nuevo coronavirus haya sido “creado”». Este estudio: https://academic.oup.com/nsr/article/7/6/1012/5775463 indica que el origen del SARS-CoV-2 fueron mutaciones, selección natural y recombinación del SARS-CoV, capaz de infectar a animales como el murciélago.
Por último, este estudio https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(20)30251-8/fulltext, publicado en The Lancet, indica que el nuevo coronavirus difiere lo suficiente del SARS-CoV como para ser considerado un nuevo tipo, capaz de infectar humanos. «Nuestro análisis filogenético —parentesco entre especies— sugiere que los murciélagos podrían ser el huésped original de este virus», indican los autores.
Las medidas de prevención sí son útiles para minimizar el riesgo de contagio de COVID-19.
Además, Oliva critica varias de las medidas de prevención del riesgo de contagio, entre ellas el uso de mascarilla o el distanciamiento social. «¿Desde cuándo una supuesta patología respiratoria mejorará si se impidiendo respirar aire puro? ¿Desde cuándo alguien mejorará encerrado en casa, sin tomar el sol, de estar en la naturaleza, sin abrazar a sus personas queridas […]?», pregunta durante la entrevista.
Sin embargo, la evidencia indica que estas medidas sí son eficaces. Es un virus respiratorio que se transmite tanto por las gotículas que se emiten al hablar, toser o estornudar, y que permanecen en el aire. La mascarilla previene el contagio al filtrar el aire y dificultar que el virus entre en contacto con nuestras vías respiratorias.
Además, el distanciamiento con la gente alrededor y si disminuimos el número de personas con las que nos relacionamos, se minimiza la posibilidad de toparnos con individuos contagiados y el contacto con el virus.
Oliva también refiere al sistema inmune: «¿Por qué nadie ha insistido en cómo mejorar tu sistema inmune? ¿Acaso no conocen su relación con la carencia de Vitamina D, con el miedo, con el sedentarismo?», plantea. Sin embargo, el sistema inmune ha sido uno de los más mencionados desde el inicio de la pandemia. De hecho, es el blanco de la futura vacuna que pretende protegernos contra el patógeno al reforzar el sistema inmunitario para combatir el virus antes de que éste nos enferme.
Con respecto a la vitamina D, ya explicamos que no son necesarios los suplementos para evitar la infección, salvo que se presente déficit de la misma. Por el momento, ninguna medicina, vitamina o suplemento previene o curar la COVID-19. La información disponible permite señalar medidas que reducen el riesgo —mascarillas, distancia social, lavado de manos—, pero ninguna incluye tomar suplementos vitamínicos. Aunque aquí en México lo diga la secretaria de Gobernación, abogada de profesión. Sin agraviar.
El problema del virus actual existe. Las muertes ahí están, infladas o desinfladas con fines políticos o de lucro, incluso inesperadas en muchos trabajadores de la salud. Y no hay prevención específica demostrada, esto está por verse; además, tampoco hay tratamiento específico alguno a pesar de muchas afirmaciones de que la ivermectina de 100 pesos, o el rendesivir de un millón hayan prevenido o curado. Las muertes siguen, a pesar incluso de la intubación. Y hasta el momento en algunos países como Australia y Costa Rica, por ejemplo, han logrado cero COVID, sin vacuna o medicamentos, pura estricta sana distancia.
La explicación parcial del rebrote de COVID en nuestro país, es que en Navidad, seguramente hubo «intercambio de virus». Muy complejo que 130 millones de parranderos mexicanos, sean conscientes de la sana distancia. Cuestión de idiosincrásica y cultura social.
Lea Yatrogenia