En ceremonia concelebrada por el obispo de Saltillo y el presbítero Humberto González, el complejo de salones fue consagrado a san José, «padre bueno que abrazó la encomienda de ser el primer catequista de Jesús»
En estos tiempos de tantas complicaciones, dijo el papa Francisco, «la esperanza se aferra a la mano de Dios mientras las obras en la Iglesia, tanto espirituales como materiales, persistan».
El 19 de marzo, Día de San José en este 2021, año dedicado a este santo, en el templo Padre Nuestro de Saltillo, ubicado en la esquina de la calle Abasolo y prolongación Veracruz, se bendijeron los salones que conforman la Escuela Catequística.
En misa concelebrada con el obispo Hilario González García, el presbítero Humberto González, rector del templo, dio la bienvenida a los asistentes y agradeció el acompañamiento de monseñor.
«Damos gracias a Dios por habernos regalado un pastor con corazón de padre, como lo ha mostrado en estos primeros 50 días —desde que asumió como obispo de la diócesis de Saltillo—, nuevo Pentecostés de su labor episcopal, pues lo hemos sentido muy cerca de nosotros», manifestó el padre Humberto, quien se dijo abierto a sumarse a las intenciones del prelado y a sus proyectos pastorales y añadió: «Lo hemos invitado para que nos ayude a dar gracias a Dios que es Padre bueno, y a nuestros bienhechores, por la terminación de los salones de la Escuela Catequística de esta rectoría».
Después de participar en la eucaristía, acción de gracias por excelencia, se dio paso a la ceremonia de bendición de los nuevos salones, ubicados a otro extremo del atrio o patio principal, frente al templo.
Recordemos, dijo el padre Humberto, que bendecir un lugar significa y expresa varios sentimientos religiosos. «Dar gracias a Dios por los bienes que nos regala, consagrarle nuestra obra como una ofrenda y comprometernos a hacer buen uso de ese regalo al disponerlo para servicio de nuestros hermanos».
El agradecimiento se hizo extensivo a los bienhechores que día a día participan a través de su apoyo y colaboración económica y amistosa, comentó y fue más allá: «Es un signo de justicia orar también por los que pusieron la primera piedra de este templo hace 43 años, evento al que asistió el señor obispo Villalobos a acompañar al padre Gonzalo Alonso Barragán, quien recibió el terreno de la familia de Miguel Cárdenas Stille y señora Lolita Dávila, y que contó con un gran Patronato dirigido por el doctor Antonio Ruiz Anguiano, y por el arquitecto Ricardo Ruiz Anguiano, a quien se le encomendó la construcción del templo.
»Cuando murió el padre Alonso, fue nombrado párroco el presbítero Sotero Silva Gallegos, y luego el padre Agustín Cerda Berlanga fue el primer rector del Padre Nuestro. Para todos ellos nuestro reconocimiento y nuestra gratitud y nuestra oración.
Fue en noviembre de 2005, hace 15 años, cuando el obispo Raúl Vera encomendó al padre Humberto González servir como rector en ese templo, quien comentó que con la ayuda de Dios y la generosa respuesta de los feligreses, fue posible continuar la formación de la comunidad y la construcción de los edificios necesarios para la vida pastoral en ese templo.
Mencionó que el 26 de octubre de 2008 se bendijo el atrio, la casa rectoral y los salones adjuntos, y se terminó el templo en su parte superior. Todos estos trabajos fueron realizados por el arquitecto Donato Gutiérrez Murguía, «quien con mucho empeño se interesó por terminar artísticamente la construcción del templo y sus anexos».
En el jardín se colocaron dos esculturas, una de la Virgen «Dolorosa» en mármol de Carrara, donada por el licenciado Carlos Villarreal Zamora y su esposa María del Socorro Santos Lara, y la otra de san José, que fue esculpida y obsequiada por el escultor saltillense Juan Antonio Lugo Villegas.
En 2009, en noviembre, se realizó una restaurar el interior del templo. El padre Humberto destacó que «el presbiterio se pudo remodelar, dando un lugar preferencial a la espléndida imagen el Padre Eterno que utilizó San Juan Pablo II en el jubileo del año 2000. Esa pintura es un feliz esfuerzo de imaginación y ternura filial».
Agradeció también la generosidad del ingeniero César Cantú Benavides, a quien se debe que en todas las ventanas se colocaran vitrales (39) con motivos y símbolos litúrgicos, bíblicos y catequéticos.
Todas las columnas se cubrieron con madera fina. Se colocó al centro la imagen del Santo Cristo, hecha a mano y en madera italiana, donada por el ingeniero Ernesto López de Nigris y el ingeniero Fernando Rodríguez García.
El 19 de marzo de 2013, monseñor Villalobos consagró solemnemente el templo y el altar que fuera ungido con el santo crisma, que lo muestran las pequeñas cruces blancas colocadas en los muros del templo.
Entre los grandes bienhechores mencionó también al ingeniero Fernando Cárdenas Dávila y a su esposa Paty Villarreal, quienes regalaron el terreno para abrir la calle Veracruz —al frente del templo— y el atrio donde se construyó la casa rectoral y ahora los salones de la Escuela Catequística «con la cual confiamos poder engrandecer plenamente la misión profética de la Iglesia, pues la Escuela Catequística y la familia son esenciales para transmitir el mensaje de Jesús», apuntó.
Dijo que es tan importante la Escuela Catequística, que en otras diócesis, especialmente en Estados Unidos, siempre se incluye en los proyectos de construcción junto a los templos parroquiales, para fortalecer la evangelización y el entusiasmo por llevar adelante las obras sociales y de caridad.
Con la participación de monseñor Hilario, se consagraron las nuevas instalaciones dedicándolas a san José, «a quien Dios le encomendó ser el primer catequista de Jesús, cuando se le indicó “le pondrás por nombre Jesús y le ayudarás a realizar en su vida el proyecto mesiánico que significa su nombre”. Eso es ser catequista», se precisó.
En este año de san José, dijeron ambos concelebrantes, monseñor Hilario y el padre Humberto, «deseamos que este sea un homenaje de gratitud a san José, pues por su intercesión hemos podido contar con la ayuda generosa de muchos bienhechores, para quienes pedimos que los bendiga en compañía de sus familias y empresas».
Antes de esparcir el agua bendita, se consideró «un acto de justicia expresar profunda gratitud a los dos pilares de esta construcción, que durante año y medio prestaron sus servicios para diseñar y desarrollar los proyectos de la Escuela Catequística: el arquitecto Rodrigo Ramos Espinoza y el contador Mario A. Guardiola González, que Dios los premie y los bendiga abundantemente». E4