Del sueño americano al sueño mexicano

Una crisis humanitaria es la necesidad urgente de ayuda en un grado muy superior al normal. Generalmente se declaran crisis humanitarias tras catástrofes naturales, debacles económicas o conflictos bélicos. En Latinoamérica ha pasado de todo

Cientos de migrantes viven temporalmente en el albergue de Ciudad Acuña, el cual fue levantado en una especie de canchas en la colonia Fovissste para darles un lugar mejor que las calles o la orilla del Río Bravo. Con la cada vez más lejana posibilidad de cruzar a Estados Unidos por las restricciones en la frontera, los extranjeros aspiran a radicar en México, nación que consideran con mejor calidad de vida que en sus países, actualmente violentos y convulsos, y a los que definitivamente, no desean regresar. Fui al albergue semanas después de la crisis migratoria internacional que vivió México particularmente en esta frontera. Aquí tres historias de las miles que se gestaron en el proceso.

James Blanchard; 39 años. Haití

Vi a James a lo lejos y su forma tan segura de andar, llamó mi atención, además de su cuerpo atlético y su alta estatura. Caminaba en el patio del albergue a cuyos costados había carpas improvisadas y tendederos; parecía una pasarela de moda por donde este hombre, de color, desfilaba cual modelo. Me acerqué y le pedí autorización para tomarle fotografías; aceptó. Alzó ligeramente su cara y con gesto altivo lanzó a la cámara una mirada que combinaba tristeza y orgullo a la vez. Después conversé con él. Cuenta que arribó a pie y en autobús a México en agosto del 2021, por Tapachula, Chiapas, caminando entre la selva y después de atravesar países como Costa Rica y Guatemala procedente de Chile, la primera nación que pisó al huir de Haití, donde dice que vivir es muy peligroso, ya que a diario ocurren homicidios. Además, afirma que pertenece a un grupo político opuesto al Gobierno, lo que le generó persecución y cárcel. Allá hay violencia, hambre, desempleo, se lamenta. Y refiere el asesinato del presidente.

¿Querías cruzar a Estados Unidos?

—Sí, pero ya no. Yo quiero conseguir mis papeles acá en México, quedarme en México para trabajar.

¿Qué hacías en Haití, James? ¿A qué te dedicabas?

—En mi país aprendí de construcción, pero me fui y en Chile trabajaba en la construcción; pero ahora estoy en México y no tengo papeles para trabajar; no tengo nada.

¿Entonces te quieres quedar ya en México, quieres trabajar y establecerte aquí?

—Sí, yo quiero trabajar aquí; soy soltero.

¿Y cuáles son tus planes? ¿Qué les han dicho aquí?

—Yo quiero arreglar mis papeles acá, quiero hacer mi vida acá. No quiero cruzar el río para llegar a Estados Unidos y después me deporten a Haití. ¿Viste la noticia? Se deportaron muchos haitianos. Tengo un amigo, caminó conmigo y está en Haití ahora, yo estoy aquí gracias a Dios. No quiero regresar para cruzar el río y entrar allá, no. Yo me quiero quedar acá y arreglar mis papeles de México para trabajar.

¿Intentaste pasar a Estados Unidos cuando todos pasaron?

—Sí, yo pasé como 10 días en Texas; regresé a México. En Texas no comía nada, con un bidón de agua, nos dejaron pasar a los haitianos un bidón de agua y un pan para todo el día. Cuando yo llegué a México, los mexicanos muy buena gente, ayudan mucho a los haitianos, a mí, a todos los haitianos, pasaban comida, ropa, todo. Por eso yo me quiero quedar acá, hacer mi vida en el país, buscar una mexicana.

¿Te quieres casar con una mexicana, por amor o le vas a pagar? (En esos meses trascendió en medios de comunicación que migrantes llegaron a negociar enlaces matrimoniales con mexicanas con tal de solucionar su estatus migratorio).

—Sí, por amor.

¿Y has conocido a alguien?

—No, todavía no; estoy aquí, no puedo salir, no tengo papeles. Tengo miedo para la calle por los de Migración, por eso estoy aquí.

¿Dejaste familia allá, James? ¿Mamá, papá, hermanos?

—Sí, tenía un hermano allá y mi mamá murió en Haití, pero tengo a mi padre allá, mi hermano más grande, más mayor que yo. Pero es así la cosa, soy joven, mi familia no quiere que tenga pistola, me matan, soy joven, por eso ellos me dicen: «fuiste allá a otro país, busca una vida mejor».

¿Y ahorita cómo te sientes, James? Después de toda esta crisis migratoria, de que has llegado aquí después de tanto tiempo que saliste de tu país. ¿Cómo te sientes en estos momentos?

—Muy triste, quiero vivir en mi país. Mi país es mi país; pero vivir en Haití no, no hay vida, no hay nada de nada.

¿Cómo es un día allá en Haití?

—Da gracias porque tú estás un día en Haití, pero tú mañana no sabes qué pasa.

¿O sea te pueden matar en la calle?

—Al tiro nomás.

¿Tu vida estuvo en peligro algún día?

—Sí, sí, sí. Ahí yo soy un joven, me gusta mi país, me gusta Haití, pero por eso yo lucho en Haití con los gobiernos, pero todos son mafia, todos son ladrón, pero tengo manifestación, después me cazan y si ellos quieren me matan. Ellos cazaron un amigo mío, se llama Bubu. Después mi familia, mi mamá, mi papá me dijeron que yo no puedo vivir en Haití, salí a otro país y fui a Chile y de Chile a México.

¿Un mensaje que le quieras dar a la gente, a los mexicanos, a Estados Unidos? ¿A quién quieres darle un mensaje?

—Yo quiero pasar un mensaje a los mexicanos, les digo a ellos: Muchas gracias por todo, por todo, pero principalmente a Acuña, aquí en Acuña ellos tienen corazón, tienen mucho corazón, son amables yo saludo a todos los de Acuña y todo México, gracias y espero mis papeles para trabajar y encontrar una buena mexicana. Hay muchas lindas mexicanas, puro amor, con amor, cualquiera, pero con amor.

Katherine Giselle Murillo; 25 años. Honduras

Llegó hace tres años a México con el sueño de cruzar a Estados Unidos donde estaban su madre y otros familiares. Como James, también salió de su nación por el entorno violento, perseguida por la MC13 «Mara Salvatrucha» que intentó reclutar a su esposo como vendedor de drogas. Él aceptó por miedo, pero no estaba dispuesto a hacerlo, así que empezó a ser presionado y perseguido junto con Katherine; los golpearon. Ella muestra cicatrices en su cuerpo producto de esas agresiones. Huyó por temor a ser asesinada y en represalia una de sus amigas fue secuestrada durante un mes para que confesara dónde estaban; anticipando que eso sucedería, Katherine nunca tuvo contacto con ella para que no fuera lastimada.

Viajó en La Bestia ya embarazada. «Ahí me pasaron cosas de miedo, cosas que nadie te dice, sino que tú te das cuenta cuando ya vienes en camino. Él (su marido) me cuidó del peligro de que me fueran a violar, tuve que ver a compañeras que las violaron, niños que se caían del tren, personas que se drogaban y también se caían del tren y el tren los hacía como carne». Llegó a San Luis Potosí donde se estableció, pero a falta de oportunidades laborales, salió de esa entidad. Le pidieron
9 mil pesos para arreglar su estatus migratorio, pero no tiene esa cantidad. Viajó hacia el norte y llegó a Piedras Negras por cuya frontera intentó cruzar a Estados Unidos, pero la deportaron. Vive en el albergue porque ya tiene a su pequeña y está sin esposo (se separaron porque él comenzó a consumir drogas y a golpearla). «Soy una madre soltera que estoy aquí en el albergue de los haitianos, porque no veo otro lugar más seguro para mi hija y para mí, tiene un año apenas y fue algo difícil de atravesar en nuestra vida, el venir con mi esposo y luego que me dejara y pasar por todo eso, pues no sé nada de él y la verdad que sí, fue una historia muy trágica».

Me platica que fue privada de su libertad en el estado de Guanajuato, aunque ciertos aspectos de la historia suenan increíbles. «Me secuestraron en Irapuato, ahí me secuestró una bruja porque yo venía embarazada y me quiso vender las hormonas de embarazada que una tiene cuando se embaraza y logré escapar, sólo miraba los carros a la orilla del tren, nos andaban buscando, pero nos escondimos bien. La policía en Tehuacán, Puebla, nos quiso hacer daño, nos hizo disparos en el tren, gracias a Dios no nos lograron ver, nos escondimos y no nos hicieron más daño. O sea, se pasa un montón de cosas trágicas en todo este camino: aguantas lluvias, frío, hambre y sólo le pides fuerzas a Dios para poder seguir y avanzar. Y aquí estoy. No quiero cruzar porque tengo una bebé, ahora pienso por ella, no por mí, no quiero ser egoísta y le llegue a pasar algo y sea mi culpa».

¿Aquí te quieres quedar o quieres cruzar a Estados Unidos? ¿Allá tienes familia?

—Tengo familia, mi mamá murió en mayo y tengo mis tías, ella murió en Houston y mi sueño era llegarla a ver y pues ya no. Estoy en un país diferente, a veces sentimos tristeza y muchas cosas que se nos cruzan de sentimientos por la cabeza al ver que a veces las personas nos tachan por una persona y nos hacen a un lado y a veces sí viene un poco de alegría y de felicidad cuando hay personas que no importa de dónde eres, te aceptan como eres y te dan una oportunidad y te abren las puertas para salir adelante; eso se siente bien, porque es difícil estar en otro país y no ser acogido como uno piensa que tal vez lo van a recibir a uno.

¿Y tu papá?

—Mi papá está en Honduras, pero no hablo con él; me rechazó de pequeña, mi mamá igual me abandonó. Yo siempre conté con mi abuela, ella me salvó la vida desde que yo nací. Mi mamá me dejó recién nacida porque mi papá la engañó, él era casado y a mi mamá se le vino el mundo abajo y no fue una buena madre. Tuve una infancia marcada, mucho rechazo. Gracias a Dios en México me han dado una oportunidad diferente, he recibido ayuda psicológica, eso me ha ayudado y motivado a ser una buna mamá, a que mi hija no tenga la culpa de lo que los demás hicieron, eso ya quedó atrás y me siento feliz. Cuando más miro el mundo oscuro es cuando brilla el sol, porque siempre sale una oportunidad y sí estoy agradecida. Hay muchos mexicanos con corazón enorme para nosotros y que quieran a mi hija es suficiente.

¿Tú intentaste pasar cuando todos quisieron pasar para allá?

—Pasé en junio por Piedras Negras, pero me regresaron, lastimosamente los de Estados Unidos, los de migración, nos tratan muy mal, yo me crucé el río y mi niña me la trajeron sin ropa y andaba helada y la verdad que fue algo muy trágico. También me tiraron la puerta en la cara, me agredieron, me dijeron que si yo quería volver a cruzar que no lo intentara, que me iban a deportar y me iban a quitar a mi hija; me amenazaron.

¿Quedarte aquí en México a trabajar? ¿Qué es lo que quieres hacer en este momento después de todo lo que has vivido?

—Por el momento establecerme aquí en México porque la frontera está cerrada, no puedo irme a tirar y hacer las cosas mal porque me va a ir mal y tengo una hija. Trabajar, que me den la oportunidad de trabajar de que conozcan algo diferente de un extranjero, que no lo rechacen, que le abran las puertas. Como madre soltera que soy quisiera me dieran una oportunidad en México. Me han apoyado en las casas, los albergues, en todos lados con mi hija y me han enseñado; aprendí costura, aprendí belleza, aprendí muchas cosas que me han servido, pero no las he puesto en práctica porque no me han dado la oportunidad.

¿No tienes papeles?

—No, no tengo papeles y eso es lo que piden en todos lados, porque yo sí quiero trabajar, darle una vida diferente a mi hija. Sé que aquí en México lo puedo lograr, no es necesario cruzar al otro lado, está mi familia allá, pero no es el momento.

Mujer; 38 años. Haití

Prefirió mantenerse anónima, tampoco permitió ser fotografiada y sólo compartió su edad y procedencia. Accedió a platicar un poco de su vida. Al igual que su compatriota, James, salió de Haití por las condiciones de violencia que privan en la isla como asesinatos y secuestros. «Uno no tiene ninguna seguridad allá, es un país que se vuelve demasiado difícil para vivir porque no hay nada de seguridad, uno puede estar hoy día y mañana te mueres, te mataron, te hacen de todo; hasta a los niños los secuestran en el colegio, niños de tres años, cuatro años, los secuestraron. Es un desastre terrible que está pasando allá».

¿Cuándo saliste de Haití?

—Hace como un par de meses.

¿A dónde llegaste primero aquí en México?

—Yo llegué por Tapachula, vengo caminando porque tomamos bus (autobús), barco. Lo que pasó que como estamos huyendo de allá por el momento difícil que está pasando, porque no podemos vivir allá, estamos aquí con niños, lo que yo necesito es si nos puede ayudar lo que sea el Gobierno, para ver si conseguimos el papel para mandar los hijos al colegio, porque mira como están acá como animalitos.

¿Cuántos hijos tienes?

—Tengo tres, dos niños y una niña.

¿Vienes con tu esposo o vienes sola?

—Vengo con mi esposo y mis hijos y todo.

¿De Tapachula en qué vinieron para acá?

—En bus, yo vine en bus.

¿Ustedes quisieron pasar a Estados Unidos cuando todos quisieron pasar?

—No, yo ya no quiero irme para allá.

Cuando pasó esta crisis que los regresaron, ¿ustedes también quisieron pasar?

—Yo estaba allá y cuando empezaron a deportar a la gente volví. Lo que necesito es que me den una oportunidad, a ver si me consiguen los papeles para mandar a los niños al colegio, porque están perdiendo el año.

¿O sea quedarte a trabajar, a vivir y que los niños estén yendo a la escuela?

—Sí, eso es lo que yo necesito porque los niños están como los animales ahora andando de arriba para abajo, no podemos hacer nada por ellos. Si me pueden dar una oportunidad para sacar papeles; si se enferma lo puedo mandar al hospital. Porque es una pena, yo siento una tristeza profunda por los niños que no pueden ir al colegio, que yo no puedo hacer nada; es una cosa terrible.

¿Qué viviste en Haití, algo tan fuerte que hayas dicho me voy de mi país?

—Secuestraron a una prima mía y a mi mamá le quemaron la casa porque hay un conflicto político, por ejemplo, si uno está en esa partida, viene la otra partida de la zona y te quema la casa, te hacen de todo; es una cosa terrible que hay allá.

¿Es mucha persecución política?

—Mucho pleito político, están secuestrando gente, hay de todo, terremotos, huracanes, desastres naturales, hay de todo. Es un país peor ahora que uno no puede vivir para nada, que está peor cada día, por eso es que todos huyen, para ver si encontramos otro lugar seguro que uno pueda estar tranquila. Para mí no es Estados Unidos que importe, para mí, lo más importante es hallar un país donde yo pueda vivir tranquila, donde yo pueda salir a la calle, si yo necesito algo yo puedo salir afuera a comprarlo sin problema, no es Estados Unidos, lo más importante es hallar un país para vivir tranquila, para que mande a mis hijos al colegio y yo estoy tranquila. Allá (Haití) uno manda a sus hijos al colegio en el bus y los bajan los secuestran, es terrible, después te piden una suma de 50 mil dólares americanos y si no tienes esa plata te lo matan al niño. Mataron muchos niños chiquititos, los sacaron del colegio, cuando uno va saliendo de la puerta del colegio con los niños, se los jalan al niño y lo suben adentro de un auto y de ahí se los llevan. Después te llaman y te piden una suma, si tú no tienes esa suma te matan al niño. Es terrible, se meten a la iglesia sacando gente, los mataron.

¿Dejaste familia allá, tus papás, hermanos?

—Mi mamá y mis hermanos. No sé nada, yo hablo por teléfono con ellos, pero me da mucha pena por ellos, yo no estoy en seguridad acá porque no tengo papeles, pero allá me duele también porque cualquier día uno puede recibir una llamada y decirte que están secuestradas; es muy fuerte lo que está pasando. E4

Monclova, Coahuila, 1973. Licenciada en Comunicación por la UAdeC. Desde 1996 ha trabajado como reportera en radio, prensa y el sector público. Premio Estatal de Periodismo en el 2000 y en 2005, además de Premio Estatal por Trayectoria Periodística de 25 años. Obtuvo Mención Especial en el «Primer Certamen Literario Internacional de la Fundación SOMOS» año 2015, de EE.UU. Sus fotografías han sido publicadas en medios locales, en el periódico español El País y en la revista Hispanic Culture Review. Colabora en Espacio 4 desde 2013.

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