Democracia: variante de poder social

Con el inicio de las campañas políticas en nuestro Estado para alcaldes y diputados federales, se ha puesto en marcha, como consecuencia de la designación de candidatos, la operatividad de una subdemocracia, —si el término existe y, si no, creo que es comprensible lo que quiero decir—, como resultado de la inyección de recursos económicos, en algunos casos aunque se trate de negar de dinero público, en lugar de vivificarla cumpliendo los auténticos anhelos del pueblo que dé como deducción una unidad partidista demostrada al luchar en favor de los pretendientes a los puestos de elección popular escogidos por los votantes.

Esa es la auténtica democracia que debe estar formada, constituida y alimentada para darle vida a las variantes que la hacen desarrollarse entre el pueblo, y le otorgue a éste la libertad y el poder legítimo para poder decidir.

Los candidatos para mostrarse como auténticos demócratas y tener derecho a hablar de democracia es imprescindible que se cumpla con las partes que la constituyen con el acatamiento de los requisitos que se demandan, o de lo contrario abstenerse de invocarla, ya que cuando un aspirante la contraviene se le debe impedir competir por un puesto de elección popular.

La democracia le pertenece al pueblo y como tal el pueblo debe decidir en una contienda si elige al jugador que previamente haya cumplido con los requisitos que se exigen, y que constituyen la savia que engloba los ingredientes que forman parte de lo que es el poder del pueblo, tal como lo dice su definición, por lo que no es justificado decir que si a algún candidato le prohíben acceder a competir por un puesto, no es que no exista la democracia, la democracia si existe, lo que impide que se ponga en práctica es el incumplimiento de los requisitos que no consuman los aspirantes, pero cuando sí se cumple y el candidato accede al poder adquiere autoridad política porque deriva de la legitimidad de su elección, es decir, la aceptación mediante el voto popular proporciona legitimidad.

Lo anterior lo comento en relación a las declaraciones inexactas del candidato a gobernador del estado de Guerrero Félix Salgado Macedonio, quién adujo que el Instituto Nacional Electoral (INE) es un ente antidemocrático por haberle retirado su candidatura en virtud de que no cumplió con algunos requisitos que la norma requiere, por lo que refleja claramente la ignorancia sobre los temas electorales, y lo peor es que el señor López Obrador lo apoya en su pretensión de alcanzar la gubernatura.

Por lo que se ve hay un marcado interés del presidente de la República de apoyar a los candidatos de Morena a las gubernaturas, a las diputaciones federales, a las locales y a las alcaldías donde se lleven a cabo las contiendas electorales, con el objetivo de que su gobierno trascienda su periodo presidencial y persistir con un sistema autocrático y un palpable absolutismo trasnochado, por lo que el papel que debe hacer la oposición es frenar lo mal hecho de su administración y que el país sea encausado por un camino de prosperidad, dejando atrás el estancamiento instituido por un régimen enloquecido por una imposición patriarcal desubicada de la realidad, que ha hecho que nuestra nación viva en un surrealismo ambicioso y apabullante.

A ese sistema de gobierno se le puede atribuir que su impulsor lo sustenta en una integridad moral que desemboca en una reputación que parezca ser comparado, según un aspirante a una diputación federal por Morena llamado Antonio Attolini, con Martin Luther King, con Gandhi, con Mandela inclusive ya en el clímax de su descerebrado mensaje, comparado con Jesucristo.

Esto es el paroxismo de la locura.

La sensatez debe privilegiarse en las próximas elecciones de junio de éste año, para que con madurez y con responsabilidad elijamos a los diputados federales que contenderán para que constituyan un parlamento que con sabiduría elaboren leyes justas y no atroces como las del presente régimen.

Se lo digo en serio.

Autor invitado.

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