Depende de nosotros y de nadie más

«Los pueblos tienen los gobernantes que se les parecen…»

André Malraux

Todavía hay quienes afirman que los hombres son más inteligentes que las mujeres, nomás por esa sola circunstancia. Afortunadamente la ciencia ha ido desmintiendo esos pareceres. El bioquímico Charles Alexander Pasternak ha publicado un libro: Androcentrism: The Ascendancy of Man, en el que repasa cada época de la humanidad con pruebas que anulan cualquier tipo de duda sobre la igualdad de potencial inteligencia entre personas de distinto género. Desde el Neolítico, subraya el autor, hay evidencias de que las mujeres han sido independientes y asertivas a la hora de tomar decisiones.

Diane Lebow, maestra emérita del Colegio Cañada de Estados Unidos, especialista en este tema, apunta que ha habido épocas en que «el matriarcado ha florecido». Enfatiza Pasternak en que no existen evidencias biológicas de que los varones sean más inteligentes que las hembras. Señala, incluso, que las mujeres, cuando hay que tomar decisiones demuestran mayor capacidad intelectual y moral.

Finalmente, el autor concluye que la visión androcentrista ha terminado por apuntalar una falacia que se había vestido como científica, pero también reconoce que no será fácil desmantelar una teoría que se ha alimentado durante los últimos 5 mil años. Y también tiene razón.

Por ello no tenemos más alternativa que seguir bregando para cambiar con educación sobre todo, y también con el impulso de las leyes, una mentalidad retrógrada y absolutamente errada. Tristemente, no han bastado las leyes, para dar el giro, y reconocernos hombres y mujeres como personas inteligentes y talentosas, por el único hecho de ser eso: personas.

Las mujeres y los varones tenemos una tarea impostergable, que es educar a los hijos con una mentalidad distinta, una en la que aprendan desde niños que la capacidad intelectual no la define el género, y que tan brillante puede ser una mujer como un varón, y también zopencos, cualquiera de los dos. Y ahí está la realidad para comprobarlo. Las leyes, como ya lo escribí en el párrafo anterior, han tenido que ir abonando a que esto suceda, y verbi gratia, los artículos 1ro y 4to de nuestra Carta Magna, lo establecen con claridad: El artículo 1º en su párrafo quinto: «Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas», lo que nos muestra que tal restricción abarca cualquier ámbito, ya sea público o privado.

Y el 4to, en el que se prescribe que los «hombres y las mujeres son iguales ante la ley». Y no obstante esto y muchos más preceptos constitucionales y los establecidos en leyes secundarias, pues tal equidad, tal igualdad, nomás no cuajan como debieran.

Y es que el problema de fondo no está resuelto: es la educación, y también la formación, en las que hay que seguir picando piedra. El machismo sigue reverberando en todos los niveles socioeconómicos. La cantidad de billetes no determina que haya menos machos y sumisas que lo consientan. Debiera haber escuelas para padres con carácter obligatorio, en esta asignatura. Sería el dinero mejor empleado, pues sus frutos cambiarían naciones para bien.

Hoy matan en nuestro país, 10 mujeres cada día. Expertos y defensores de los derechos humanos afirman que estas incomprensibles cifras tienen mucho que ver con un machismo cultural muy arraigado en nuestro país, así como con una desigualdad de género sistémica.

Hay desigualdades ultrajantes y siguen. No ha sido nada fácil que las mujeres accedamos a puestos de responsabilidad en los ámbitos del quehacer humano privado o público. Nos ha costado, parafraseando a Churchill, sangre, sudor y lágrimas. Hay que tener temple y muchos ovarios para no darse por vencida. De esta realidad nacieron las acciones afirmativas, con las que se puede o no estar de acuerdo, pero eso no obsta para reconocer que han sido un camino para llegar. Y como todo, tienen sus pros y sus contras. ¿Qué son las acciones afirmativas?

En la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, en su artículo 5, fracción I, se definen como: «el conjunto de medidas de carácter temporal correctivo, compensatorio y/o de promoción, encaminadas a acelerar la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres». Se trata de políticas públicas cuyo objetivo es compensar las condiciones que discriminan a ciertos grupos sociales del ejercicio de sus derechos. Se les conoce también como «acciones positivas», «medidas positivas», «discriminación en sentido inverso» y «discriminación positiva».

Cabe decir que estas acciones son recomendadas para grupos sociales en desventaja, en el caso de las mujeres tienen carácter obligatorio, ya que su condición de género es un factor que limita su acceso a los recursos económicos, culturales y políticos importantes para su desarrollo; su aplicación a favor de las mujeres no constituye discriminación para los hombres ya que para éstos el género no representa una limitante en el ejercicio de sus derechos.

Ahora bien, es relevante considerar que el carácter temporal de las acciones afirmativas está sujeto al resultado que se espera alcanzar y no a determinaciones a priori; por lo tanto, se suspenderán sólo si el problema fue resuelto y los resultados son sostenibles. Como ejemplo de ellas tenemos: la implementación de acciones especiales para facilitar el acceso al crédito, a cargos de representación política y a becas especiales para mujeres y niñas. A nivel internacional su aplicación se establece en la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), cuyo artículo 1 señala que la discriminación contra la mujer se entenderá como: «… toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural y civil o cualquier otra esfera».

Asimismo, en el artículo 3 se dispone que los estados parte tomarán en todas las esferas, particularmente en la política, social, económica y cultural, las medidas apropiadas, incluso de carácter legislativo, para asegurar el pleno desarrollo y adelanto de la mujer, con el objeto de garantizarle el ejercicio y el goce de los derechos humanos y las libertades fundamentales en igualdad de condiciones con el hombre. Por su parte en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) se mandata que los Estados partes se comprometen a garantizar a hombres y mujeres la igualdad en el goce de todos los derechos civiles y políticos.

En nuestro país, la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (SSTEPJF), a través de sus jurisprudencias ha sentado las bases para una adecuada implementación de las acciones afirmativas, como lo establece en su tesis jurisprudencial 3/2015 en la que establece las «Acciones afirmativas a favor de las mujeres, no son discriminatorias…», se advierte que estas acciones son medidas especiales de carácter temporal que se adoptan para generar igualdad y no se considerarán discriminatorias siempre que sean razonables, proporcionales y objetivas, y una vez alcanzado el fin para el cual fueron implementadas cesarán.

Es importante abrir caminos para que la participación se dé en la esfera pública, lo que no se vale es que en ese afán de no discriminar, se abuse y lleguen a los cargos públicos personas sin la capacidad para desempeñarlos, únicamente porque son mujeres, personas con capacidades diferentes o con orientación sexual distinta, o de la tercera edad, o por etnia. Lo que importa es que sean capaces. Nuestro país necesita personas, subrayo: capaces. Cada vez es más pobre, por ejemplo el trabajo parlamentario en las Cámaras, y no es invento mío, ahí están las sesiones y sobre todo los resultados.

Y no se diga en el Ejecutivo de los tres niveles, hay quienes no rebuznan porque Dios es magnánimo. Los invito muy respetuosamente a votar informados. El próximo 4 de junio tenemos elecciones en Coahuila. Por favor votemos con la cabeza fría. Y algo más, no sufraguemos por sinvergüenzas, ni por haraganes buenos nada más para cobrar. ¡Que ya no tenga razón Malraux!

Licenciada en Derecho, egresada de la UNAM. Posee varios diplomados, entre los que destacan Análisis Político, en la UIA; El debate nacional, en UANL; Formación de educadores para la democracia, en el IFE; Psicología de género y procuración de justicia. Colabora en Espacio 4, Vanguardia y en otros medios de comunicación.

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