Frente a una sociedad consumista que todo lo desecha, 783 millones de personas luchan por sobrevivir. La Organización de las Naciones Unidas demanda acciones coordinadas para cambiar el paradigma
México, por una nutrición sostenible
Los hogares de todo el mundo desperdiciaron cada día más de mil millones de alimentos durante 2022. Mientras tanto, 783 millones de personas padecían hambre y un tercio de la humanidad atravesaba una situación de inseguridad alimentaria. Así lo hizo saber la Agencia de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), con motivo del Día Internacional de Cero Desechos, conmemorado el 30 de marzo.
En 2022 se despilfarraron mil 50 millones de toneladas de comida, según reporta. La cifra equivale a una quinta parte de los alimentos producidos diariamente. Alrededor del 19% de la comida disponible para los consumidores se perdió en el comercio minorista, los servicios alimentarios y los hogares. En este último caso se calcula alrededor de 631 millones de toneladas —o hasta el 60%— del total de los nutrientes desaprovechados. En promedio, cada persona desperdicia 79 kilogramos de alimentos al año.
«El desperdicio de alimentos es una tragedia mundial. Millones de personas pasarán hambre hoy debido al desperdicio de alimentos en todo el mundo».
Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA
El 13% de la comida se desecha en la cadena de suministro —desde la recogida de la cosecha hasta su llegada al punto de venta— acorde a estimaciones de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés). «El desperdicio de alimentos es una tragedia mundial. Millones de personas pasarán hambre hoy debido al desperdicio de alimentos en todo el mundo», afirmó Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA.
Para más inri, los desechos alimenticios generan del 8 al 10% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero —casi cinco veces más que el sector de la aviación— y una importante merma de la biodiversidad al ocupar casi un tercio de las tierras agrícolas del planeta. Se calcula que el coste de este desperdicio para la economía mundial es de aproximadamente un billón de dólares. Los Gobiernos y las empresas alimentarias están obligados a unir esfuerzos para reducir este efecto nocivo y ayudar a la sociedad a tomar conciencia del daño que provoca.
«Nuestra región tiene desafíos persistentes como la desigualdad, la pobreza y el cambio climático, que han revertido al menos en 13 años el progreso en la lucha contra el hambre».
Mario Lubetkin, subdirector general de FAO para América Latina y el Caribe
El Informe sobre el Índice de Desperdicio de Alimentos 2024 del PNUMA, elaborado por Worldwide Responsible Accredited Production (WRAP) —un programa de certificación independiente— confirma que este fenómeno pernicioso no es sólo un problema de los países ricos. Los niveles de desperdicio de alimentos en los hogares difieren en apenas siete kilogramos per cápita con respecto al promedio observado para los países de ingreso alto, medio-alto y medio-bajo. En cambio, sí advierte que las naciones más calurosas tienden a malgastar más comida por habitante, posiblemente a causa de un mayor consumo de alimentos frescos con gran cantidad de partes no comestibles y a la falta de cadenas de congelación fiables.
El mismo informe proporciona la estimación mundial más precisa sobre el desperdicio de alimentos por parte de minoristas y consumidores, y orienta a los países para mejorar la recopilación de datos, así como a establecer mejores prácticas para pasar de la medición a la reducción del desperdicio de alimentos. En este sentido apunta que, hasta 2022, solo 21 países habían incluido la pérdida de alimentos y/o la reducción de desechos en sus planes climáticos nacionales (también llamados Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional, CDN). México se encuentra entre las naciones que más han colaborado en la lucha contra el desperdicio de alimentos. Junto a Australia, Indonesia, Sudáfrica y Reino Unido, ha logrado reducir más de una cuarta parte del sobrante de alimentos per cápita en los hogares en el período 2007-2018.
El reverso de la moneda
El nuevo informe de NU, «Panorama regional de la seguridad alimentaria y la nutrición 2023», señala que el 6.5% de la población de América Latina y el Caribe —43.2 millones de personas— sufre hambre. Aunque la cifra representa una mejora de 0.5 puntos porcentuales respecto de la medición anterior, la prevalencia de hambre en la región todavía se encuentra 0.9 puntos por encima de los registros de 2019, previos a la pandemia de COVID-19.
Asimismo, da cuenta de que, en 2022, 247 millones de personas en la región experimentaron inseguridad alimentaria moderada o grave, es decir, se vieron obligados a reducir la calidad o cantidad de la comida que consumieron, o incluso se quedaron sin comida, pasaron hambre y, en el caso más extremo, pasaron días sin comer, poniendo su salud en riesgo.
«Las cifras de hambre continúan siendo preocupantes. Vemos como cada vez nos alejamos más del cumplimiento de la agenda 2030 y no logramos mejorar aún las cifras previas a la crisis desatada por la pandemia de COVID-19. Nuestra región tiene desafíos persistentes como la desigualdad, la pobreza y el cambio climático, que han revertido al menos en 13 años el progreso en la lucha contra el hambre. Este escenario nos obliga a trabajar de manera conjunta y actuar cuanto antes», comentó Mario Lubetkin, subdirector general y representante regional de FAO para América Latina y el Caribe.
A nivel subregional, en Sudamérica el número de personas que padecen hambre se redujo en 3.5 millones entre 2021 y 2022. No obstante, hay 6 millones de personas subalimentadas adicionales en comparación con el escenario anterior al COVID-19. Por su parte, en Mesoamérica, 9.1 millones de personas sufrieron hambre en 2022, lo que significa una prevalencia del 5.1%. El escenario es distinto en el Caribe, donde 7.2 millones de personas experimentaron hambre en el mismo lapso, con una prevalencia de 16.3%. En comparación con 2021, este número aumentó en 700 mil, y entre 2019 y 2022 el incremento fue de un millón de personas, siendo la prevalencia más alta la de Haití.
Lola Castro, directora regional del Programa Mundial de Alimentos, aseguró que «es necesario mantener a las personas en el centro del conjunto de soluciones frente a la inseguridad alimentaria y la malnutrición, particularmente en el contexto actual de emergencia climática. En apoyo a los Gobiernos de la región, estamos promoviendo acciones que protegen a las personas más vulnerables y transforman los sistemas alimentarios, para que sean más resilientes, además de acompañar los esfuerzos a través de políticas públicas holísticas para promover dietas saludables y asequibles».
El informe revela que la inseguridad alimentaria moderada o grave continúa afectando más a las mujeres que a los hombres. Lo mismo ocurre con el campo, en comparación con las ciudades. «En 2022, la inseguridad alimentaria moderada o grave en las zonas rurales fue 8.3 puntos porcentuales mayor que en las áreas urbanas. Una vez más, son las poblaciones rurales quienes se están quedando atrás, y por eso debemos priorizarlas en los programas y políticas públicas», advirtió Rossana Polastri, directora regional del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola de las Naciones Unidas (FIDA) para América Latina y el Caribe.
Malos hábitos
La malnutrición en América Latina y el Caribe se intensifica, abarcando desde la desnutrición hasta la obesidad. Según el mismo informe, durante el período de 2020 a 2022, en medio de la pandemia, el sobrepeso en niños menores de cinco años aumentó ligeramente del 8.3% a 8.6%. Para 2022, la prevalencia de sobrepeso en esta franja de edad fue del 9.7% en Sudamérica, 6.7% en Mesoamérica y 6.6 % en el Caribe.
Jarbas Barbosa, director de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), advierte que el sobrepeso y la obesidad representan un desafío creciente, siendo responsables de aproximadamente 2.8 millones de muertes por enfermedades no transmisibles en 2021 en las Américas. En los últimos 50 años, las tasas de sobrepeso y obesidad se han triplicado, afectando al 62.5% de la población en la región. Destaca la preocupación por la prevalencia regional de sobrepeso en niños y adolescentes, que alcanza el 33.6%, por encima del promedio mundial.
Sin embargo, la obesidad no es el único desafío en esta área. Algunos países aún enfrentan una alta prevalencia de retraso en el crecimiento en niños menores de cinco años, que a nivel regional alcanza el 11.5%. Aunque se ha logrado una reducción significativa desde el año 2000, esta disminución se ha desacelerado en los últimos años. Entre 2000 y 2012, la prevalencia descendió cerca de cinco puntos porcentuales, mientras que entre 2012 y 2022, la reducción fue solo de 1.2.
«En América Latina y el Caribe, la malnutrición infantil es una problemática que, en sus distintas formas, sigue impactando a la niñez y adolescencia. La desnutrición y el sobrepeso infantil son dos caras de la misma moneda y exigen abordarles de forma integral. El sobrepeso infantil ha incrementado de manera alarmante en las últimas dos décadas, amenazando la salud y el bienestar de la niñez. A su vez, la desnutrición infantil prevalece en la región, afectando mayormente a poblaciones indignas, afrodescendientes y rurales. Desde UNICEF, hacemos un llamado a que los países impulsen políticas de salud pública que protejan el derecho a la nutrición de la niñez, asegurando su acceso a alimentos nutritivos y servicios y prácticas adecuadas», señaló Garry Conille, director regional del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) para América Latina y el Caribe.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que aproximadamente 70 millones de personas en todo el mundo padecen otros trastornos alimenticios igual de peligrosos: bulimia y anorexia. Ambas afectan tanto la salud física como la mental de las personas que los padecen.
La primera se caracteriza por episodios recurrentes de ingestión excesiva de alimentos, seguidos de comportamientos compensatorios inapropiados para evitar el aumento de peso, como el vómito autoinducido, el uso excesivo de laxantes o diuréticos, el ayuno o el ejercicio excesivo. Las víctimas de bulimia a menudo experimentan sentimientos de falta de control durante los episodios de atracón y pueden tener una preocupación excesiva por el peso y la forma corporal.
Por otro lado, la anorexia se caracteriza por una restricción persistente de la ingesta de alimentos, lo que lleva a un peso corporal significativamente bajo en relación con la estatura y la edad de la persona. Las personas con anorexia pueden tener una imagen distorsionada de su cuerpo y un miedo intenso a aumentar de peso, incluso cuando están extremadamente delgadas. También pueden participar en comportamientos como contar calorías obsesivamente, evitar comer en público y ejercitarse en exceso. E4
Desperdicios alimenticios a escala global
- 1,000 millones de toneladas de alimentos se desperdiciaron en 2022.
- Los países de clima más cálido generan más desperdicios, posiblemente debido al mayor consumo de alimentos frescos.
- 30% de la tierra destinada al uso agrícola equivale al espacio ocupado por la comida tirada a la basura.
- 10% de emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo corresponden al desperdicio de alimentos.
- La comida echada a perder genera cinco veces más emisiones de CO2 que el sector de la aviación.
- 800 millones de personas en el mundo no tienen qué comer.
- 79 kilos de comida al año, en promedio, van a la basura por persona.
- 60% de los alimentos en el mundo se desperdician en los hogares.
- 28% de la comida en la basura viene de restaurantes, comedores y hoteles.
- 12% se tiró en comercios minoristas, como carnicerías y verdulerías.
México, por una nutrición sostenible
Nueva ley busca garantizar la autosuficiencia, soberanía y seguridad alimentaria del país
La Ley General de la Alimentación Adecuada y Sostenible, que busca asegurar la producción y abasto de comestibles nutritivos y económicos, así como fortalecer la autosuficiencia, soberanía y seguridad alimentaria del país, fue aprobada el 6 de marzo por el pleno de la Cámara de Diputados —con el apoyo de todas las bancadas— y, posteriormente, enviada al Ejecutivo.
La nueva disposición incluye el derecho de las personas a una cantidad mínima de comida con calidad nutricional y en cantidad suficiente, que permita cubrir los requerimientos alimentarios mínimos para vivir con dignidad, protegido contra el hambre y la mala nutrición. Asimismo, se establece el derecho al agua para consumo personal y doméstico, y considera prioritaria la producción familiar o comunitaria de alimentos.
«Hoy, en un mundo donde los desafíos alimentarios y medioambientales son cada vez más apremiantes, es crucial que tomemos medidas concretas para garantizar la seguridad alimentaria y promover prácticas sostenibles en nuestra cadena de producción y distribución».
Aleida Alavez Ruiz, diputada
Se prevé que los programas de producción de alimentos incluyan un plan de excedentes y obliga a los Gobiernos federal, estatal y municipal a incluir en sus políticas de compras al menos 15% de alimentos e insumos primarios directamente de los productores de pequeña y mediana escala. También exige a las empresas informar sobre el uso de transgénicos en alimentos procesados; y prohíbe a los supermercados desechar comestibles en condiciones de ser consumidos, con el fin de donarlos.
Entre los argumentos de la ley, que se aprobó por unanimidad de 420 votos, se destacó que, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, en 2016, 21.9% de la población de México padecía de carencias por acceso a la alimentación nutritiva y de calidad. Para 2018 ya era de 22.2% del total de habitantes.
En cuanto a las obligaciones del Gobierno federal, la Secretaría de Salud sugerirá el contenido de canastas normativas en los estados, que a su vez determinarán paquetes regionales, que consideren frutas, verduras, productos de origen animal y otros alimentos de producción local o regional, de acuerdo con la época del año y derivados de una producción sostenible, así como los de las dietas tradicionales.
Además, insta a los estados y municipios a facilitar el acceso a tierras, mediante créditos blandos, para promover la producción de cultivos locales y la producción agrícola de pequeña y mediana escala, a nivel familiar y en las escuelas, así como para la recuperación de semillas y superación de siniestros ambientales.
La diputada Nelida Ivonne Sabrina Díaz Tejeda explicó que esta iniciativa busca garantizar el derecho humano a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad, contemplado en el artículo 4º constitucional. Dispone el acceso a la alimentación a todas las personas sin tomar en cuenta sus posibilidades de acceso económico y físico, a fin de abolir la restricción de alimentos nutritivos concretos.
Por su parte, la diputada Aleida Alavez Ruiz resaltó que «hoy, en un mundo donde los desafíos alimentarios y medioambientales son cada vez más apremiantes, es crucial que tomemos medidas concretas para garantizar la seguridad alimentaria y promover prácticas sostenibles en nuestra cadena de producción y distribución». E4