Desaparición de la Policía Federal de Caminos

Estamos a muy pocos días de rebasar los 150 mil homicidios dolosos en lo que va del sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador. Todo un desastre en la seguridad pública, que es la principal encomienda de un Estado, por lo cual se puede afirmar que el Estado mexicano ha fallado en su obligación de garantizar paz y seguridad para sus habitantes.

México es un Estado fallido por el alto nivel de inseguridad, delincuencia organizada y criminalidad; por el terrorismo y el narcotráfico sin control; por las masacres y desapariciones; por la corrupción política, la ineficacia judicial y la impunidad; por la pérdida del control físico del territorio, carreteras, del monopolio de las armas y del uso legítimo de la fuerza, el armamentismo de la delincuencia; por las milicias de un Estado de facto.

Fue un gran error desaparecer a la Policía Federal de Caminos, un cuerpo de seguridad en las carreteras federales que vigilaba, orientaba, auxiliaba y ejercía el peritaje necesario en accidentes y daños a la nación tras 90 años de «Disciplina, Lealtad y Sacrificio», la honrosa divisa de dicha corporación.

Hay que decir que el presidente López Obrador fue quien le dio el carpetazo final a esta eficiente corporación de la Policía Federal civil, uniformada, con formación y organización tipo militar. Las consecuencias son desastrosas. La evidencia está ahí para mirarla: grandes tramos carreteros en poder de la delincuencia organizada; autopistas intransitables bajo riesgo de asalto, secuestro y muerte; paso franco al narcotráfico y el contrabando; accidentes y hechos delictivos en medio de la nada y sin auxilio, atención o los peritajes necesarios.

No estamos hablando de cualquier brecha o camino rural, sino de las grandes vías de este país, como la Carretera Federal 15, México-Nogales, con tramos muy peligrosos en Sonora, Sinaloa, Nayarit, Jalisco y Michoacán. La Carretera Federal 45, Panamericana, con tramos mortales en Zacatecas y Guanajuato. La Carretera Federal 40, Mazatlán-Matamoros, con trayectos fuera de control en Tamaulipas. La Carretera Federal 85, México-Nuevo Laredo, carretera en poder del narco en regiones de San Luis Potosí, Nuevo León y Tamaulipas.

Cualquier agente viajero, chofer o turista le puede confesar a usted la sensación de desamparo que experimenta al viajar por las peligrosas carreteras de este país. Muy difícil es notar la presencia de la Guardia Nacional que sustituyó a la Policía Federal de Caminos. Esta nueva policía está conformada por soldados rasos sin espíritu de cuerpo, ni conocimientos de peritaje, mecánica, primeros auxilios, detección de armas, drogas, contrabando; además de ser un verdadero peligro de tránsito porque en pocos meses ya han chocado mil 200 patrullas con daños a terceros y a la nación.

Con la desaparición de la Federal de Caminos de México se rompe el mito de la policía eterna de Honoré de Balzac. Es como si en Austin tomaran la decisión de desaparecer a los Texas Rangers, la policía que Sam Houston instituyó hace 190 años inspirado en la «Acordada» mexicana. Concluyo esta columna recordando al comandante general Miguel Arizpe Mireles, quien fuera director de la Policía Federal de Caminos hace 25 años, cuando en este país había orden, seguridad, respeto y paz. Nada que ver con el actual Estado fallido de los «abrazos, no balazos».

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