Deuda eterna

La sentencia según la cual «no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague» se aplicó a medias en Coahuila. Miguel Riquelme terminó su ciclo sexenal y Manolo Jiménez ha empezado el suyo. Sin embargo, para redimir el moreirazo deberán transcurrir otras cuatro administraciones. Los seis mil 700 millones de pesos destinados este año al servicio de la deuda equivalen a 18.3 millones de pesos diarios. ¿Qué estado, con un presupuesto por 64 mil millones de pesos, puede con tamaña carga sin afectar su funcionamiento? Imposible abstraerse de esa realidad. Las finanzas están sometidas a grandes presiones y cada vez resultará más difícil afrontar las demandas de infraestructura y servicios.

De los recursos dedicados a la deuda, casi dos terceras partes (4 mil 411 millones de pesos) corresponden a intereses, y solo 2 mil millones se abonarán al capital. Ochenta y seis millones de pesos son para gastos y coberturas, y 210 millones para adeudos de ejercicios anteriores. En el presupuesto se asignaron 56.6 mil millones al poder Ejecutivo, 437 al Legislativo y mil al Judicial. Los organismos autónomos recibieron 1.8 mil millones de pesos, y las entidades paraestatales, 4.2 mil millones. Del presupuesto total, 20.5 mil millones de pesos son para servicios personales (nómina y prestaciones). La inversión pública roza apenas los 3 mil 700 millones.

A pesar de su percepción negativa, «la deuda pública (…) puede desempeñar un papel crucial para el desarrollo de infraestructura, el crecimiento económico y la competitividad del país», advierte el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO). La condición es que los estados y municipios «planeen, gestionen y supervisen cuidadosamente este recurso financiero». La deuda subnacional aumentó 89% entre 2007 y 2022 en términos reales. El incremento más alto se registró en 2008-2012 debido a la crisis financiera, pero también coincidió con la campaña presidencial. La deuda se estabilizó en la década 2012-2022, cuando el moreirazo obligó a la Cámara de Diputados a atarle las manos a los gobernadores venales y manirrotos.

En medio de la tormenta causada por la megadeuda, el periodista Enrique Campos Suárez preguntó: «¿Puede dejar algo bueno el escandaloso caso de corrupción y sobreendeudamiento del estado de Coahuila? (…) ¿Dónde podría estar lo bueno del excesivo endeudamiento de esta entidad y, de hecho, de tantos otros estados que hicieron del crédito una caja chica para gastos descarados? Lo bueno estaría en la lección que todos puedan obtener de este episodio. Primero, la regulación de la forma en que los estados pueden acceder al endeudamiento. O sea, el conocido taponeo del pozo tras el niño coahuilense ahogado. Pero (…) lo que realmente podría destapar el moreirazo como un hecho positivo es obligar a los estados a cumplir con sus potestades fiscales. (…) una de las principales razones que explican el nivel tan bajo de recaudación contra el Producto Interno Bruto es la prácticamente nula participación de las entidades en las labores tributarias» (El Financiero, 09.11.11).

Cual más, cual menos, todos los estados están endeudados. Sin embargo, en la mayoría de los casos, se trata de pasivos históricos, adquiridos a lo largo del tiempo. En Coahuila la deuda se disparó de 310 millones de pesos a 38 mil millones en apenas dos años (2009-2010). Ese es el problema, además aún no se sabe, pero se intuye, a dónde fue a parar al menos un tercio de esos recursos. La administración con mayor obra en los últimos sexenios es la de Humberto Moreira, pero no es recordado como el gran constructor, sino por el atraco a las finanzas de Coahuila.

Desvaríos foxianos

Antes los expresidentes hacían mutis al dejar el cargo, hoy hacen el ridículo. El viejo sistema imponía silencio al rey muerto. El presidente de turno podía nombrar sucesor, pero transgredir la regla equivalía a echarse la soga al cuello. Cuando Luis Echeverría lo hizo, Gustavo Díaz Ordaz declaró con sorna y laconismo: «Veo dos presidentes». López Portillo acusó recibo y para guardar las distancias envío a Echeverría como embajador de México al otro lado del mundo (Australia y las islas Fiyi) y a Díaz Ordaz a España con el mismo cargo.

La ruptura más profunda ocurrió entre Ernesto Zedillo y Carlos Salinas de Gortari por la detención de Raúl Salinas (RS), el «hermano incómodo», a quien la PGR acusó de la autoría intelectual del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, secretario general del PRI, y de enriquecimiento ilícito. RS transfirió a Suiza más de 120 millones de dólares bajo distintos nombres. En el sexenio de Vicente Fox, junto con la libertad, recuperó su fortuna. Poco antes de morir, Miguel de la Madrid también embistió contra Salinas. En una especie mea culpa, el presidente de la «renovación moral» dijo haberse equivocado con Salinas al preferirlo sobre los otros aspirantes a la silla del águila. También denunció que Raúl era el encargado de las relaciones con los carteles de la droga.

El trato entre Fox y Felipe Calderón no era bueno, pero, en la mayoría de los casos, guardaron las apariencias. Fox pensaba en Santiago Creel para sucederle, pero Calderón les comió el mandado. Sin embargo, no pudo sacudirse el sambenito de «presidente espurio». Andrés Manuel López Obrador puso en el punto de mira a todos sus predecesores, en particular a Salinas y a los panistas. No es casual que casi todos los expresidentes vivan en el extranjero. Zedillo reside en New Haven, Connecticut, pero en su caso es por razones de trabajo.

Fox es el único exjefe de Estado que permanece en México. AMLO le habría hecho un enorme servicio al país —y ahora también a Xóchitl Gálvez— si lo hubiera enviado a un país lejano con cualquier pretexto, como López Portillo lo hizo con Echeverría. Habría dado ejemplo de magnanimidad con quien lo desaforó como jefe de Gobierno de Ciudad de México. Esa torpeza convirtió al tabasqueño en figura nacional y a la postre le ayudó a ganar la presidencia. AMLO les retiró a los expresidentes la pensión vitalicia, el personal de apoyo y otros beneficios pagados con dinero del erario.

Si Gálvez gana la presidencia, lo cual es cada vez más remoto, AMLO correría la misma o peor suerte que sus antecesores; pero, a diferencia de ellos, dispondría varias líneas de defensa. Con Claudia Sheinbaum en el Palacio Nacional, el líder de la 4T tendría un retiro sin sobresalto. Si Peña, Calderón y Fox representan un lastre para sus respectivos partidos, López Obrador es el principal activo político de Morena, como Cárdenas lo fue para el PRD y el general para el PRI. Para el PAN y para Gálvez, Fox es un estorbo. La mejor forma de ayudar es el silencio, pues cada vez que abre la boca hunde más a la candidata del Frente Amplio y sube los bonos de Sheinbaum.

«El pueblo, cuando se le defrauda, cuando se hace de la democracia un mito, utiliza su más sutil arma: la risa, que estalla ante la sátira o el chiste con los que se pinta, sintéticamente, una situación intolerable. (…) cuando el pueblo se cansa de reír, se indigna; y bien consta en la historia de qué forma lo hace», escribe la periodista lagunera Magdalena Mondragón (Torreón, 1913-1989) en Los presidentes dan risa (1948). ¿Qué diría hoy de Fox y de López Obrador la escritora?

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