Israel y Hamás, verdades a medias

Noticias falsas, montajes y deepfakes pululan en las redes sociales para exacerbar el odio en medio del conflicto. Usuarios tunden a Elon Musk por exhibir una doble moral

Junto al estallido de la guerra entre Israel y Palestina, se desencadenó otro conflicto de similar envergadura: el de la propagación de información falsa. Puede que este no cause muertes directas, pero sí influye en la opinión pública y, por consiguiente, en la toma de decisiones de los protagonistas del conflicto, así como en la posición de otros actores que intervienen a favor o en contra del desarrollo de las acciones bélicas y condicionan su comportamiento.

Las redes sociales vuelven a convertirse en el principal escenario de una batalla donde no se escatima el uso de deepfakes, fotos de combate falsas, videos antiguos de Siria reutilizados para que parezcan en Gaza o imágenes de videojuegos que se hacen pasar por un ataque de Hamás. Tampoco faltan noticias que buscan desacreditar a organismos internacionales como Naciones Unidas (NU), la cual llegó a ocupar titulares por vender sacos de trigo a precios desorbitados en territorio palestino, cuando en realidad los distribuye gratuitamente. Verificadores de AFP encontraron varias publicaciones en X, Facebook y TikTok que promovían un documento falso de la Casa Blanca en el que se asignaban 8 mil millones de dólares en ayuda militar a Israel.

«La avalancha de estafadores que difunden mentiras y odio para conseguir participación y seguidores, combinada con algoritmos que promueven este contenido extremo y perturbador, es la razón por la que las redes sociales son, de hecho, un lugar tan malo para acceder a información fiable».

Imran Ahmed, director ejecutivo del Centro para Contrarrestar el Odio Digital

«En crisis como atrocidades terroristas, guerras y catástrofes naturales, la gente tiende a acudir a las plataformas de redes sociales en busca de información rápidamente accesible», comenta Imran Ahmed, director ejecutivo del Centro para Contrarrestar el Odio Digital. «(Pero) la avalancha de estafadores que difunden mentiras y odio para conseguir participación y seguidores, combinada con algoritmos que promueven este contenido extremo y perturbador, es la razón por la que las redes sociales son, de hecho, un lugar tan malo para acceder a información fiable».

«Una vez más, la niebla de la guerra está impulsando la propagación del odio y la mentira en internet, lo que da lugar a errores peligrosos con consecuencias reales en tiempo real».

Melissa Fleming, subsecretaria general de Comunicaciones Globales de NU

La desinformación se ha extendido tanto que incluso Elon Musk, propietario de la red social X, pidió a los usuarios que intentaran atenerse a los hechos. Los críticos no desaprovecharon la oportunidad para arremeter contra el multimillonario por la proliferación de noticias falsas en su plataforma, argumentando que sus recortes en los equipos de moderación de contenidos de la web han permitido que se multipliquen cuentas poco fiables.

Los expertos temen que estas medidas potencien el riesgo de que la desinformación provoque daños en el mundo real, amplificando el rencor y la enemistad, especialmente en un escenario de crisis de rápida evolución. «Las redes sociales están luchando por seguir el ritmo del constante flujo de desinformación e incitaciones a la violencia», comenta Andy Carvin, del Laboratorio de Investigación Forense Digital del Atlantic Council.

Iniciativa propia

La falta de credibilidad de sitios web que se hacen pasar por agencias de noticias o la parcialidad demostrada por medios de comunicación al servicio de alguno de los bandos en conflicto ha llevado a la sociedad a recurrir a medios propios para documentar los destrozos de la guerra.

En la Franja de Gaza los ciudadanos usan sus teléfonos celulares para transmitir imágenes en vivo y narran en inglés el conflicto a sus seguidores en redes sociales. A diferencia de los medios masivos que se someten a reglas de servicio, las publicaciones de los ciudadanos suelen ser bastante violentas y crudas. Asimismo, expresan sus emociones y opiniones personales. La razón es obvia: no se trata de un grupo de profesionales externos sino de personas que cubren  la guerra en la que ellos mismos son los protagonistas y que, a fuerza de sufrirla a diario, llegan incluso a acostumbrarse a lidiar entre sangre y proyectiles.

«En Gaza no hay línea de frente ni línea de retaguardia. Todo es primera línea. Todos nos hemos insensibilizado y nos hemos puesto “piel de cocodrilo”: ¿Es un ataque aéreo? Oh, otro ataque aéreo. Ya no reaccionamos», explica Hind Khoudary, reportera de un servicio de noticias turco.

Historia vieja, medios nuevos

Las campañas de desinformación no son un tema nuevo en la historia de los acontecimientos bélicos. La Guerra Fría tuvo mucho de eso. El problema es que hoy las mentiras se han amplificado al ser compartidas miles de veces en Twitter, Facebook, Instagram, TikTok y otras plataformas digitales, extendiéndose a grupos de WhatsApp y Telegram que cuentan con millones de miembros, según un análisis de The New York Times.

«Gran parte son rumores y teléfono descompuesto, pero circulan en este momento porque la gente está desesperada por compartir información sobre el desarrollo de la situación», argumenta Arieh Kovler, analista político e investigador independiente en Jerusalén. «Lo que lo hace más confuso es que se trata de una mezcla de afirmaciones falsas y cosas auténticas, que se atribuyen al lugar o al momento equivocado».

Una de las técnicas más empleadas es el uso de imágenes reales en noticias falsas, en especial si se asocia a un medio de comunicación de prestigio. En un video, supuestamente de la BBC, que conecta la guerra de Ucrania con el conflicto de Oriente Medio, Marc Amorós, experto en información falsa explica que «el vídeo comenta que Ucrania ha aportado la mayoría de las armas a Hamás. Dicen que se trata de una investigación de una página web dedicada al periodismo de investigación; una fuente sobre otra fuente para traer confusión informativa a la noticia. Todo es falso». E4

La Habana, 1975. Escritor, editor y periodista. Es autor de los libros El nieto del lobo, (Pen)últimas palabras, A escondidas de la memoria e Historias de la corte sana. Textos suyos han aparecido en diferentes medios de comunicación nacionales e internacionales. Actualmente es columnista de Espacio 4 y de la revista hispanoamericana de cultura Otrolunes.

Deja un comentario