¿Dónde navegan los niños?

En las horas que siguieron a los nueve disparos que José Ángel hizo en el patio de su escuela, la búsqueda de explicaciones llenó las redes sociales; teorías sobre Columbine, videojuegos o la afición a las armas eran opciones

«A ver cuándo estrenamos lo que te conseguí Tec-9, dos escopetas recortadas, 9mm y 99 bombas de propano, dos que vamos a poner en las entradas y una bomba en cada salón».

El mensaje que un niño de sexto de primaria le envió por WhatsApp a un compañero de salón me estremeció la primera vez que lo leí.

Dos niños de 11 años hablaban de armas de alto poder con una familiaridad terrorífica a la luz de lo que pasó después.

Esta era una conversación que tuvo José Ángel Ramos Betts cuatro días antes de llevar a su escuela, el Colegio Cervantes de Torreón, dos pistolas que disparó en el patio cuando mató a una maestra e hirió a cinco alumnos y otro maestro antes de suicidarse, el 10 de enero de 2020.

Este mensaje y los que siguieron, una cadena entre José Ángel y un amigo de su salón, me han rondado en la cabeza desde que los encontré en las investigaciones para mi libro Nueve Disparos, una crónica del tiroteo que conmocionó al país en los primeros días del año.

Tras el asombro al leerlos, tuve la convicción de que el tiroteo en el Cervantes pudo haberse evitado si algún adulto hubiera revisado estos mensajes, que no pueden sino encender luces de alarma en cualquier padre o madre de familia que ve a su hijo o hija de 11 años hablando de armas con esta desenvoltura.

Eran dos amigos fantaseando sobre recrear un tiroteo al estilo de la masacre de Columbine ocurrida en Estados Unidos en 1999, un evento con el que estaban profundamente familiarizados: las armas y las bombas que mencionan en el mensaje fueron las que usaron Eric Harris y Dylan Klebold cuando inauguraron la era moderna de los tiroteos escolares.

En las horas que siguieron a los nueve disparos que José Ángel hizo en el patio de su escuela, la búsqueda de explicaciones llenó las redes sociales con teorías sobre Columbine, videojuegos, o la afición a las armas del niño.

Un aspecto que pasó desapercibido fue su consumo de contenidos digitales y sobre todo la falta de supervisión por parte de un adulto sobre lo que José Ángel estaba navegando en Internet y compartiendo en mensajes con su amigo.

Pero esta discusión va mucho más allá de un niño y de una escuela. ¿Sabemos realmente qué están viendo nuestros hijos en Internet y de qué hablan en WhatsApp?

En las investigaciones se determinó que el niño sufría un abandono emocional. Su madre había muerto casi seis años antes, su padre había estado los últimos tres años en la cárcel y vivía con sus abuelos paternos quienes sólo le daban cuidados materiales básicos, pero no estaban al tanto de su estado emocional.

Para el amigo, quien ya no estudia en el Colegio Cervantes ni participó en los hechos, las conversaciones eran un juego de imaginación, una fantasía imposible de realizar por la simple dificultad de transportar el armamento que comentaban en los mensajes. Ignoraba que José Ángel corría en una pista paralela en la que sí tenía la intención de recrear en su escuela el tiroteo de Columbine.

De todas formas, los mensajes pasaron desapercibidos para sus padres. De haber estado al tanto, quizá les hubiera llamado la atención que hablara de pistolas 9 milímetros o que José Ángel le pedía llevar cuchillos y él respondía que «lo quiero hacer con guns». —Los padres entregaron el teléfono de su hijo a investigadores cuando el niño les dijo lo que había platicado con José Ángel—.

El impacto del tiroteo en el Cervantes y el destilado de sus lecciones fue frenado por la llegada de la COVID-19, pero es precisamente un efecto de la pandemia lo que debe obligarnos a retomarlo. Miles de niños han aumentado el uso de dispositivos electrónicos, que ahora usan para clases a distancia, pero no sólo para eso. Si el esparcimiento antes de la pandemia era cada vez más digital, ahora la tendencia se ha acelerado.

El tiempo dedicado a navegar Internet y a conversar con amigos en mensajería digital moldea la mente de un niño que no tiene la madurez para digerir ciertos contenidos con criterio y juicio, y en muchas ocasiones los padres no estamos al tanto. Esa es una lección que debemos sacar de una tragedia que pasó en el mundo pre-pandemia, pero que todavía es muy actual. E4

Este texto fue publicado originalmente en Reforma (27.10.20).

Periodista en Torreón, Coahuila

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