El disfraz del dinero

De aquel que opina que el dinero puede hacerlo todo, cabe sospechar con fundamento que será capaz de hacer cualquier cosa por dinero.

Benjamin Franklin padre fundador de los Estados Unidos

En días pasados, el doctor Raúl Villarreal Flores presentó en la Facultad de Jurisprudencia su libro El disfraz del dinero. Un tema tan visto y conocido en apariencia, pero que en gran medida muchos desconocemos. Este libro pretende ser un instrumento con argumentos tanto académicos como técnicos, pero con una docilidad que puede envolver a cualquier interesado en el tema —sin llegar a que la pretensión caiga en soberbia—.

Veamos la obra. La literatura ha servido para remontarnos a escenarios imaginarios o, para recordar hechos o andanzas de otra época relatados desde otra perspectiva. El autor nos comparte que es Alejandro Dumas, en su novela El Conde de Montecristo, quien relata perfectamente en un pasaje la historia de este fenómeno —acertadamente esta novela de Dumas fue escrita describiendo hechos con la misma temporalidad en la que se escribía—. Y así es como este portento lo vemos desde la antigua Roma, en la usura descrita por Dostoievski en la Rusia con su novela Crimen y Castigo o la del pirata inglés Francisco Drake, en la época de la reina Isabel I; y con una relativa actualidad, el saqueo de los nazis que hicieron a los países que invadieron o el caso tan sonado de Pablo Escobar —sobre todo su blanqueo cuando muere— hasta el suceso del archipiélago Seychelles.

El libro define al lavado de dinero como el conjunto de acciones encaminadas a esconder, proteger y reproducir bienes que en su origen fueron obtenidos ilícitamente, para después incorporarlos al sistema financiero con apariencia de legalidad. A final de cuentas, se utilizan diferentes métodos para el blanqueo de capitales —unos más rústicos— como el tema de la suerte en las loterías, casinos y plataformas de apuestas, cascadas de facturas, hasta otro más complejo como el de empresas offshore.

Además de los paraísos fiscales, siguen subsistiendo evasivas y tretas para complicarle a la ley la condena de esta actividad ilícita. En el aspecto Internacional existen —principalmente— tres convenciones internacionales desarrolladas por la ONU sobre este delito que son: la convención de Viena contra el tráfico ilícito de estupefacientes y sus sustancias psicotrópicas, la convención de Palermo contra la delincuencia organizada transnacional y la convención Mérida contra la corrupción.

De todas las anteriores, México forma parte. En el caso concreto, la autoridad ha querido complicar esta práctica de manera más incisiva y con un mejor anclaje legal en donde se permita verificación de domicilio por la autoridad, sistemas de geolocalizaciones, operaciones de cruce y restricciones a las salidas de efectivo. Desde el año 2004 fue que se dotó de mayor seguridad al blindar las instituciones financieras —las más vulneradas y usadas— al legislar sobre prevención, identificación, reportes y restricciones.

Por otra parte, y de manera global, el libro delinea que, en términos generales, el 22% de la riqueza del continente americano se encuentra en empresas offshore y también estima que, para el año 2017, los paraísos fiscales resguardaron 7 billones de dólares y evadieron 255 mil millones de dólares.

Finalmente, del libro concluyo tres premisas: la primera es que el lavado de dinero llegó para quedarse. Un cáncer persistente con base a trayecto-dependencias y al sistema económico en el que vivimos. La segunda es la falta de cultura tributaria. Es una tarea titánica que abarca aspectos sociales y psicológicos de nuestra sociedad mexicana; y la tercera —que provoca escozor—, va de la mano con lo que nos identifica como sociedad. La falta de moral en aspectos como el profesional, político y tributario cada día es mayor y, por ende, el sentimiento de indiferencia al cumplimiento va en aumento en la sociedad mexicana. Pudiesen poner mayores y mejores medidas coercitivas y el problema subsistiría. Como diría el premio Nobel Daniel Kanheman: «podemos estar ciegos para lo evidente, y ciegos además para nuestra ceguera».

Aguascalientes, 1982. Cursó sus estudios de Licenciatura en Derecho en la Universidad Autónoma de Coahuila, posteriormente hizo sus estudios de maestría en Gobierno y Gestión Pública en la Universidad Complutense de Madrid. Labora en la administración pública estatal desde el año 2005. Es maestro de Teoría Política en la Facultad de Economía de la UA de C desde el año 2009. Ha sido observador electoral de la Organización de los Estados Americanos en misiones para Sudamérica, en la que participa como miembro de observadores para temas electorales.

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