Había escuchado que diversos creadores músicos, literatos, pintores, escultores y diversos compositores cuando tienen un dolor grande y profundo pueden expresar mediante su oficio o arte sentimientos verdaderamente sorprendentes. Obras de arte que en otras condiciones no sería posible crear. Es que el dolor pone al descubierto los sentimientos más íntimos, más profundos, que en otras circunstancias no conocemos y que en esos momentos se hacen presentes.
Cuento esto porque a mí me ha pasado lo contrario. Frente al dolor por la pérdida de los seres queridos he enmudecido, no puedo escribir, ni expresar lo que siento, ni ubicar bien dónde está el dolor, en qué parte del cuerpo me duele. El pesar me envuelve todo. La capacidad de racionalizar la pena es nula, solo siento un dolor profundo en el pecho y en el cuerpo entero que me inmoviliza. He tratado de escribir y describirlo, y no ha sido posible. De ahí mi silencio en las pasadas ediciones. En menos de un año perdí a mi hija Raquel Soledad y ahora a uno de mis mejores amigos.
Murió Eliseo Mendoza Berrueto, con quien conviví y trabajé más de 50 años. Con él viaje a casi todo el mundo y realicé, gracias a su generosidad y libertad, algunos de los libros y trabajos más importantes de mi vida. Mantuvimos siempre una cálida y respetuosa amistad.
La muerte, a pesar de convivir con ella cotidianamente, no deja de sorprendernos y afectarnos. Hay muertes brutales. Otras apacibles, algunas inesperadas, otras esperadas. No por esperada y apacible es menos dolorosa. La muerte física de un ser querido es algo que duele profundamente, aunque sepamos que ese es nuestro destino morir.
La muerte de Eliseo representa para mí una pérdida enorme e irreparable. Trabajamos desde que lo nombraron subsecretario de Comercio hasta que concluyó su actividad administrativa como presidente de la Gran Comisión del Congreso del estado de Coahuila. Siempre sonriente, trabajador, responsable deja como herencia un buen nombre, el cariño y respeto de todos los que lo conocieron, una labor en el sector público llena de trabajo y cuidado en el manejo de los bienes públicos. Terminó de editar sus memorias hace unas semanas y en ellas escribe uno de los párrafos como creo que quisiera ser recordado: «Escribo estas notas habiendo cumplido 90 años. No cabe duda de que he sido un hombre afortunado. Donde quiera que estuve traté de hacer mi trabajo con rectitud, eficiencia y lealtad. Ahora que recuento las etapas de mi existencia, reafirmo mi convicción de que siempre fui optimista, gocé cada etapa de mi vida y traté de ser un buen hijo, un buen padre y amigo de mis amigos. No tengo reproches ni resabios. Me quedo tranquilo y en paz».
Hay hombres que deciden ser actores de la historia dejando huella en su tiempo y espacio. Personajes que encarnan una época. Hombres de sólida cultura, con vocación política, capacidad de entender, traducir, enriquecer los lenguajes de la vida social, que unen a sus virtudes la vocación de enseñar y tienen como un santuario la amistad.
Eliseo Mendoza fue actor y testigo de las últimas décadas del siglo XX; encarnó lo mejor de esa luminosa y extraordinaria etapa. Su quehacer político y público contribuyó a modelar el destino de México. Desde pequeño entendió que Gutenberg al sacar de los claustros el conocimiento de la palabra impresa, cuando inventó la imprenta, democratizó la lectura. Comprendió que cuando los pueblos y las personas acceden a una mayor información crecen, participan en los procesos sociales, se involucran en la vida pública; el martilleo de la imprenta y la posibilidad de la reproducción mecánica de las palabras fortalecen el sueño que llamamos democracia, y modifican la perspectiva cultural de las estructuras del poder. Con su palabra hablada y escrita, siempre se preocupó por la difusión de la cultura y por ampliar el predominio del pueblo en el Gobierno. Eliseo Mendoza prestigió la política, su pasión junto con el magisterio y consagró la amistad y el respeto a las personas como uno de los valores fundamentales.
Eliseo fue el encargado de establecer una serie de convenios comerciales con varios países. Con ese objetivo asistió a los principales foros internacionales, se entrevistó con los ministros de comercio de los países desarrollados y subdesarrollados, participó en la elaboración de estrategias globales y negoció convenios de nuestro país con casi todos los países del mundo. Acompañó al presidente Echeverría en sus muy frecuentes viajes al exterior en calidad de negociador de acuerdos comerciales con la Unión Soviética, Sri Lanka, Argelia, Israel, Trinidad y Tobago, etc.
Había que dar una amplia difusión a esta tarea que estaba realizando el Gobierno de México para modernizar nuestra economía y convertirnos a corto plazo en un país que produjera no sólo para el mercado interno, sino para la exportación. Me invitó a trabajar en ella y diseñamos una estrategia para que esas visitas y sus resultados tuvieran una alta difusión en el país. En uno de los últimos viajes, el presidente Echeverría le comentó a Eliseo, en una de las conversaciones telefónicas que tuvieron casi a fines del sexenio, que lo estaban candidateando para ser senador de la República por Coahuila. ¿Que si le interesaba? Fue un reconocimiento a la tarea realizada en esas áreas.
Fue seguramente uno de los pocos gobernantes que no deja resabios y odios después de su gestión. Respetuoso del ser humano, trataba con igual gentileza a todos los que se le acercaban sin importar su condición y origen. Siempre que estuvo a su alcance ayudó a quienes se lo solicitaron. Fue un hombre probo que realizó una administración transparente, cuidados de los bienes públicos, respetuoso de los derechos humanos, en las tres subsecretarias que ocupó, en la Cámara de Diputados en la capital de la República y durante el sexenio de la gubernatura.
Durante su gestión como gobernador se creó la Comisión defensora de los derechos humanos en Coahuila, y existió un respeto absoluto a las personas. La crisis económica que existía en el país durante su gestión administrativa impidió las grandes inversiones que requiere un estado con un territorio como el nuestro, sin embargo, como experto en desarrollo regional que era —en ese tiempo sólo existían en México, dos o tres profesionistas con esa especialidad—, diseñó una serie de programas de esfuerzo propio y apoyo mutuo en el estado, que en el corto plazo trajeron beneficios concretos para los coahuilenses. Hombre inteligente.
Al terminar su gestión decidió irse a Tijuana al Colegio de la Frontera Norte, que ayudó a crear cuando fue subsecretario de Educación Superior. Ahí escribió uno de los libros más importantes de su carrera: El presidencialismo mexicano, que editó el Fondo de Cultura Económica y reeditó dos veces más por el éxito que tuvo. En total, publicó más de 50 títulos en su vida, en la mayoría de los cuales participé en su edición. Cuando fue gobernador abrió a los nuevos jóvenes escritores la posibilidad de editar sus trabajos y se creó dentro de la administración del estado un Consejo Editorial, donde se promovió la edición de libros, folletos, periódicos murales y se creó una revista para nuevos escritores que duró más de 26 años publicándose, Historias de entretén y miento. El puro nombre era un acierto.
Donde quiera que estuvimos trabajando, además de innovaciones y mejoras a las tareas institucionales, dejamos una serie de testimonios en libros impresos. En el Congreso del estado de Coahuila, donde realizamos la más importante y gran obra editorial, se escribió y publicó integra la Historia del Congreso de Coahuila, una obra monumental impresa en mil 300 páginas en cinco tomos, donde se consignaban las tareas de todas las legislaturas anteriores. Fue sin duda alguna un esfuerzo editorial formidable que ningún estado ha realizado.
Muchas son las cosas que se han escrito sobre Eliseo Mendoza, como funcionario, como político, como persona. Yo he escrito algunas como mi empleador durante varias décadas. Quizás lo más importante es su concepto de la amistad y su solidaridad que me transmitió. Solidaridad y amistad que disfruté y de la que guardo los más bellos recuerdos. Descanse en paz mi amigo Eliseo Mendoza. Lo vamos a extrañar en su incansable inquietud sin tregua.