El interinato en Torreón

La pugna intramuros en la Presidencia Municipal de Torreón, suscitada entre los regidores y el alcalde interino, ha convertido al edificio de esa ciudad coahuilense en una palestra de los actuales tiempos en donde el ganador no parece que sea el presidente, y que incluso consiga lesionar las posibilidades electorales de los panistas que podría disminuir su permanencia en el poder.

Esa reyerta refleja un estilo de exigencias heredadas o se debe a la ignorancia de un alcalde que desconoce el manejo de estrategias que conduzcan a obtener la autorización por parte del cuerpo edilicio de programas que son de su interés, pero que no tiene un sustento presupuestal que provoque un egreso avalado por los regidores, lo que se traduce que esas acciones de implementar programas tienen parecido con un capricho que le reditúe en activos políticos.

Evidentemente la conducción del municipio de Torreón sigue un camino que no empata con una brújula que le marque el sendero que lo lleve a seguir pasos que redunden en progreso, y deje atrás el desarreglo cuya costumbre refuerza la forma de querer ser propietarios de la razón y que les hace encerrarse en una ínsula que piensan que los hace indispensables, y lo único que logran es que caminan con un avance modesto fuera del ritmo que la actualidad demanda.

Una ciudad celosa, en el sentido de no aceptar opiniones de buena voluntad de otras ciudades incluso gobiernos, es cuando una ciudad junto con sus autoridades las hacen ser de primera, una ciudad que sobresale por ser una localidad democrática y sus autoridades honestas que luchan por sostenerla en primeros sitios con el concurso de los habitantes, y la aceptación de gente que les proporcionaría tácticas que los llevara al éxito derivado de una empatía exógena.

Hoy en día en esta época global y digital se debe estar abierto a todas las corrientes que envuelven a las actividades públicas y privadas de manera que sean enfiladas al porvenir. En un ente político también influye la globalización, pues esta conduce vías que se entrelazan y crean condiciones que son atractivas para los inversores, pero si las autoridades, en este caso, de una ciudad se esconden en una burbuja sin que deje penetrar inversiones que puedan apoyarlos, esa ciudades permanecerán atrapadas en su egocentrismo y dejarán el progreso olvidado y por lo tanto sin ver el futuro al que se debe aspirar.

Mientras el actual alcalde de Torreón siga enfrascado en implementar programas que en un momento dado podrían ser necesarios pero no indispensables, sería ocioso que insistiera en su operación, máxime cuando no existe autorización para disponer a su antojo de los recursos públicos.

La ciudadanía es muy cautelosa que está observando desde la barrera y que podría incidir en restarle fuerza a su voto en la próxima elección de junio, haciendo de lado los antojos del alcalde panista que junto con el anterior actúan cuando están en el poder llevados por una inercia carente de actitudes proactivas.

Los industriales, agricultores, prestadores de servicios y en fin todos los trabajadores de la actividad productiva de la región Laguna, han demostrado que son personas emprendedoras de gran valía, y si no vea las empresas que tienen una fama que da orgullo presumirlas.

La ciudad de Torreón tiene en su gente a miembros que cotidianamente se esfuerzan laboriosamente y que han puesto a la ciudad en sitios de reconocido prestigio, que sería muy lastimoso que su transitar fuera lerdo por culpa de autoridades que trabajan en forma parsimoniosa y con actitudes de profesar una atonía y caer en una incuria que incida en irresponsabilidad.

Los saltillenses reconocemos el empuje que la ciudad de Torreón ha mostrado a través del tiempo, de igual forma apreciamos a sus habitantes como ciudad hermana que es, tan es así que los electores saltillenses escogimos con nuestro voto mayoritario que un torreonense fuera el gobernador del estado.

Se lo digo en serio.

Autor invitado.

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