La profusa obra de la pintora Mercedes Murguía la pone a salvo del olvido y garantiza su presencia sempiterna en el legado cultural de Coahuila
El sensible fallecimiento de la pintora Mercedes Murguía, acaecido el domingo 18 de febrero del año en curso, deja un enorme hueco en el arte y la cultura del Estado, pues con su partida, Coahuila pierde a una de sus artistas no solo más queridas, apreciadas y estimadas para quienes tuvimos la fortuna de tratarla, sino también de las más destacadas por su obra plástica realizada.
Consagrada desde muy joven como artista del pincel al colaborar en 1972 y 1973 como ayudante de la pintora Elenita Huerta en la realización del mural que sobre la historia de Saltillo engalana los muros y pasillos del Centro Cultural Vito Alessio Robles, la maestra Mercedes Murguía aportaría después a la cultura del estado su colección de retratos que integran su serie «De Indigenismos», como también sus autorretratos gracias a su dominio de la técnica mixta sobre papel amate, y variadas criaturas folklóricas mexicanas expuestas en su libro autobiográfico Mercedes Murguía, pinta una breve historia del tiempo, editado en 2021, constante de 159 páginas a todo lujo y color, cuyo costo finalmente tuvo que personalmente sufragar gracias al apoyo de sus múltiples amigos, al fallarle en tal compromiso los patrocinadores.
En el año 2021 recibió el más grande reconocimiento cultural de la ciudad como lo es la presea Manuel Acuña, y por su amplia y reconocida trayectoria artística le fue otorgada en 2023 la condecoración de «profeta en su tierra» por el H. Ayuntamiento Municipal de Saltillo.
Sin embargo, fue el mural «Ubi jus, Ibi Societas», realizado de octubre de 2002 al 1 de abril de 2003, en el Frontispicio del Auditorio de la Facultad de Jurisprudencia Lic. Antonio Guerra y Castellanos, con motivo de los eventos del 60 aniversario de la fundación de dicha casa de estudios, donde la maestra Mercedes Murguía se consagró como la segunda mujer en la plástica de Coahuila —después de su maestra Elena Huerta—, en realizar por sí sola una obra plástica de tal naturaleza.
De 25 metros cuadrados de extensión, dicho mural realizado gracias a la invitación que le hizo el entonces director de la institución, Onésimo Flores Rodríguez, es una síntesis histórica del origen, desarrollo y evolución de la enseñanza del derecho en Coahuila, con todas las vicisitudes de luchas y movimientos sociales, previos al triunfo de la república, pues en él se contempla los albores de su enseñanza tanto en el Colegio de San José como en el Colegio Departamental donde fue pionero el padre Manuel Flores Gaona, hasta la fundación del Ateneo Fuente, el 1 de noviembre de 1867, en cuyo plan de estudios ya se contemplaba la enseñanza del derecho; hasta la promulgación del decreto número 310, de fecha 19 de febrero de 1943, expedido por la XXXV H. Legislatura del Estado sometido a consideración a iniciativa por el entonces gobernador Benecio López Padilla, decreto por el cual se creó la entonces escuela de Leyes del Estado, antecedente de la actual Facultad de Jurisprudencia.
Así, en una radiografía histórica donde no podían faltar abogados de la talla del arteaguense Tomás Berlanga o de Carlos Martínez, director del Ateneo Fuente, así como de los principales impulsores de dicha casa de estudios como lo fueron el gobernador Benecio López Padilla, su secretario general de Gobierno,Francisco López Serrano; José Cárdenas Valdés, exdirector del Ateneo Fuente que le dio asilo y refugio a dicha institución al sufrir el cambio de su edificio original, como lo fue el antiguo Colegio Roberts, hoy Escuela de Bachilleres Dr. Mariano Narváez González, hasta el retrato de Braulio Fernández Aguirre, quien en su carácter de gobernador, encabezó la ceremonia del 8 de octubre de 1968, donde se puso la primera piedra de su actual edificio que ocupa a partir del 18 de marzo de 1969, hasta la efigie de su actual fundador, Francisco García Cárdenas, y toda la pléyade de maestros fundadores y destacados catedráticos, que al igual que él, son todo un referente y orgullo de la institución.
Bajo los valores de la equidad, la justicia y la libertad, la maestra Mercedes Murguía en 42 retratos colocados tanto en el lado izquierdo como en el derecho de dicho mural, plasmó la historia del derecho y sus principales impulsores y maestros en Coahuila, dejando así un legado pictórico de gran valor artístico e histórico, no solo para la institución, sino también para la nueva generación de pintores, especialmente para los muralistas que según sus propias palabras pueden replicar este tipo de obras, siguiendo el ejemplo de su gran maestra Elena Huerta y el suyo propio, en otras instituciones, al afirmar:
«Soy de las personas que siempre he abogado en las instituciones para que a partir de esta muestra que estoy dejando se abran espacios para que las nuevas promesas, que hay muchísimos ahora, muchachos jóvenes, que les den la oportunidad de continuar con esto, con este muralismo, porque un mural en una ciudad es una muestra de cultura».
Con tal opinión coincidió el gran crítico de arte, Mario Herrera, hijo del gran pintor zacatecano Rubén Herrera, quien en el último párrafo de su colaboración que bajo el título «Importante mural de Mercedes Murguía en la Facultad de Leyes», publicado en el periódico Palabra el 30 de marzo de 2003 (página 9C) sostuvo:
«Muy deseable sería que otros edificios públicos y de la iniciativa privada (escuelas, oficinas, industrias, etcétera) siguieran el feliz ejemplo, fijado por este instituto universitario y enriquecieran su acervo cultural brindando espacios para obras murales de calidad similar al que ahora se inaugura, creando un movimiento plástico de altura con base en pinceles coahuilenses».
Por lo valioso de su obra pictórica contenida en su mural «Ubi jus Ibi Societas», legado a las presentes y futuras generaciones de estudiantes de la Facultad de Jurisprudencia, es de lamentar que la comunidad universitaria encabezada por su actual rector, en compañía del director Alfonso Yáñez Arreola, el H. Claustro de Maestros, Sociedad de Alumnos y estudiantes de dicho plantel, al contrario de como sí lo hicieron las autoridades del Centro Cultural Vito Alessio Robles, no hayan despedido a la maestra Mercedes Murguía con los honores propios a la altura de su arte; omisión inmerecida que ante la valía de su obra legada tanto a la universidad como a la Facultad de Jurisprudencia, motiva que dichas instituciones estén siempre en deuda con su memoria.