El nivel en medicamentos

Es impresionante la gran cantidad de medicamentos comerciales disponibles para el tratamiento de los males médicos de la sociedad. Existen no menos de tres mil nombres comerciales diferentes, de unas mil sustancias activas, de las cuales, con unas 300 o 400, son suficientes para aliviar las enfermedades en su totalidad. Es decir, existen unas seiscientas sustancias innecesarias ya por su inutilidad comprobada, por su alta toxicidad o porque son repeticiones de otras plenamente reconocidas.

Esto viene a colación pues varios pacientes han cuestionado con relación a los nuevos medicamentos llamados de primer nivel, debiendo investigar el asunto y de esa forma proporcionar un punto de vista lo más objetivo posible.

La práctica

Los pacientes diabéticos descontrolados o descompensados sirven como ejemplos vivientes, abundantes y muy demostrativos de la calidad en la respuesta a los medicamentos. Un diabético se presentó a consulta quejándose de francos datos de descontrol: mucha sed, mucha orina, baja de peso y 350 miligramos de azúcar en tres mediciones previas. No había causas evidentes de descontrol inherentes al paciente, quien cumplía a cabalidad con las indicaciones dietéticas, se mantenía en su peso ideal con ejercicio regular y no había ninguna otra causa de descontrol como infección, estrés emocional por deudas, conflictos interpersonales, concluyendo que los medicamentos podrían ser inefectivos por la calidad de los mismos, ya por dosis insuficientes o porque la enfermedad avanzó y ameritaba un ajuste. Ingería cuatro tabletas de glibenclamida al día con 5 miligramos cada una y cuatro de metformina de 500 miligramos cada una. Estos medicamentos eran de los llamados «similares». Sugerí a la paciente comprar los mismos medicamentos, pero los originales. Se prescribió exactamente la misma dosis. Cinco días después su azúcar era de 200 miligramos.

Este resultado es muy sugestivo de la diferencia en la calidad entre un medicamento original y uno similar.

La teoría

Existen tres tipos de medicamentos en el mercado: los llamados innovadores u originales, los genéricos intercambiables y los similares. Nos conviene, a médicos y pacientes distinguir sus semejanzas y sobre todo sus diferencias. Para esto, recurro al doctor Fermín Valenzuela con su participación en el seminario del ejercicio actual de la medicina y a una página en la red, de la Comisión Federal para la Protección contra riesgos Sanitarios Cofepris (www.cofepris.gob.mx)

Un medicamento innovador u original es el resultado de un proceso de investigación que está protegido por una patente y es fabricado exclusivamente por el laboratorio farmacéutico que lo desarrolló originalmente. Se denomina por el nombre de la sustancia activa y por un nombre o marca comercial. Ejemplo: Azantac, es el nombre comercial de la ranitidina, investigada y desarrolladla originalmente por laboratorio Glaxo para el tratamiento de gastritis y úlceras gastroduodenales.

Un medicamento genérico intercambiable o GI, es aquel medicamento con el mismo fármaco o sustancia activa, vía de administración, concentración, o potencia que el medicamento innovador original, el cual, después de haber pasado pruebas de intercambiabilidad, ha demostrado ser igual o equivalente al producto innovador. Se denomina por el nombre de la sustancia activa y en su envase presenta el símbolo GI dentro de un marco cuadrado. Siguiendo el ejemplo anterior: Ranisen es el nombre comercial de la ranitidina de laboratorios Senosiain, intercambiable con el azantac de Glaxo.

Mucho ojo

El símbolo GI garantiza, de alguna forma, en nuestro medio corrompido, que la ranitidina ha aprobado pruebas de calidad, semejante al original. Pero, para acabarla de amolar, en la forma en que se comercializan los genéricos intercambiables, tampoco son plenamente confiables si no se identifican con una marca o un nombre comercial especifico de algún laboratorio de cierto prestigio reconocido públicamente. Ejemplo: la ranitidina, con el logotipo de GI, pero sin un nombre comercial que lo identifique con tal o cual laboratorio y que de alguna forma garantice calidad.

Un medicamento similar o productos copia, «no innovador», «marca patito» o «chafamex», utilizando nuestro riquísimo léxico coloquial a la mexicana, son fármacos que no han pasado por ninguna prueba de intercambiabilidad, por lo que aun cuando tengan el mismo principio activo, forma farmacéutica, cantidad de fármaco, etcétera, la forma de preparación, o los aditivos que se usen en su elaboración pueden hacer variar su comportamiento dentro del organismo, por lo cual no pueden considerarse intercambiables con el medicamento original o innovador. Ejemplo: la misma ranitidina del azantac y el ranisen, con otro nombre comercial y otro laboratorio, pero sin el símbolo GI, dentro de un cuadrado.

Allá por 1999, cuando entró en vigor el reglamento de insumos para la salud y el catálogo de medicamentos genéricos intercambiables, personalmente sentí confusión para entender y confiar en las mencionadas diferencias. Hoy, puedo afirmar, con base en la experiencia terapéutica y los resultados obtenidos, comparándolos con las experiencias y los puntos de vista de otros colegas, que los medicamentos originales (innovadores) son la opción «menos peor» para prescribir a los pacientes, después los genéricos intercambiable (GI) y por último los similares. Los médicos, finalmente hemos de guiarnos por la confianza que tengamos en la marca del laboratorio.

En el momento actual nos lanzan otra opción: los llamados medicamentos de primer nivel. Resulta que detrás de estos fármacos se encuentra una compañía, genoma-lab, distribuye o comercializa medicamentos similares. ¿Será más de lo mismo?

Personalmente yo no utilizo ni medicamentos similares, ni los genéricos, ni para mi persona, ni para mi familia ni para los pacientes que confían en mí. Obviamente, tampoco utilizaría los de primer nivel.

Lea Yatrogenia

Egresado de la Escuela de Medicina de la Universidad Veracruzana (1964-1968). En 1971, hizo un año de residencia en medicina interna en la clínica del IMSS de Torreón, Coahuila. Residencia en medicina interna en el Centro Médico Nacional del IMSS (1972-1974). Por diez años trabajó como médico internista en la clínica del IMSS en Poza Rica Veracruz (1975-1985). Lleva treinta y siete años de consulta privada en medicina interna (1975 a la fecha). Es colaborador del periódico La Opinión de Poza Rica con la columna Yatrogenia (daños provocados por el médico), de opinión médica y de orientación al público, publicada tres veces por semana desde 1986.

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