El talibán reaviva guerra santa contra la libertad de expresión

El régimen de Haibatullah Akhundzada busca silenciar a comunicadores con decretos y reglas a modo. RSF denuncia ola de represión y persecución

A un año de la caída de Kabul y la instauración del Emirato Islámico de Afganistán, la libertad de prensa en la nación de Medio Oriente sufre una enorme ola de censura. Las promesas de los talibanes, en cuanto a respetar la labor periodística, se fueron con el viento como granos de arena en el desierto. Reporteros Sin Fronteras (RSF) ha denunciado consistentemente la multiplicación de las amenazas, las citaciones para interrogatorios y las detenciones arbitrarias de que son objeto los periodistas y los medios de comunicación en Afganistán.

«En Afganistán, el periodismo ha sufrido una auténtica hecatombe en tan solo un año. Medios y periodistas se encuentran bajo el yugo de legislaciones inicuas, que cercenan la libertad de prensa y abren la vía a la represión y la persecución».

Christophe Deloire, secretario general de RSF

El más reciente balance presentado por la organización internacional expone las duras circunstancias en que laboran los profesionales de la información en ese país. El estudio revela el cierre de un 39.59% de los medios, así como la pérdida del 59.86% de los periodistas. Tres de cada cuatro profesionales de los medios han perdido su empleo formal. En 2021, existían 547 medios de comunicación en Afganistán. Un año después, 219 se habían vistos forzados a cerrar sus puertas. De los 11 mil 857 periodistas activos antes de la caída de Kabul, hoy solo quedan 4 mil 759.

«En Afganistán, el periodismo ha sufrido una auténtica hecatombe en tan solo un año. Medios y periodistas se encuentran bajo el yugo de legislaciones inicuas, que cercenan la libertad de prensa y abren la vía a la represión y la persecución», afirma Christophe Deloire, secretario general de RSF. «Las autoridades deben comprometerse a acabar con la violencia y las presiones que padecen los profesionales de los medios y a dejarles hacer su trabajo sin preocupaciones», añade.

La peor parte se la llevan las mujeres, apunta RSF: el 76.19% de ellas ha perdido su trabajo. Hoy, en 11 provincias —de las 34 que tiene ese país— no se encuentra una sola fémina que labore en o para un medio de comunicación. De las 2 mil 756 periodistas antes del 15 de agosto de 2021, en la actualidad apenas 656 permanecen en activo.

Reglas y decretos

La censura se justifica a partir del cumplimiento de las reglas y decretos impuestos por el líder supremo de los talibanes, el mulá Haibatullah Akhundzada, en nombre del islam y su propio régimen, a través del Centro de Información y Medios del Gobierno (GMIC).

El 22 de julio, Akhundzada emitió su más reciente decreto donde establece que «la difamación y las críticas infundadas a los funcionarios del Gobierno», así como la «difusión de noticias y rumores falsos», están prohibidas en el islam, y que aquellos que lo hagan serán severamente castigados.

Antes, en noviembre de 2021, ya había hecho oficial otro para la Promoción de la Virtud y la Represión del Vicio —responsable de garantizar el cumplimiento de la Sharia en el espacio público y aplicar la Ordenanza del Bien y la Prohibición del Mal—. En este se les prohíbe a los periodistas invitar a sus medios a comentaristas que puedan criticar al régimen. Otro decreto —emitido el 28 de marzo de 2022—, impide la redifusión de los informativos televisivos de los medios internacionales VOA, BBC y Deutsche Welle en el idioma local por canales privados.

Sin embargo, son las llamadas «Once reglas del periodismo» impuestas por el GMIC en septiembre de 2021, las más polémicas y represivas. Sobre el papel, buscan evitar asuntos que «tengan un impacto negativo en el ánimo del público y que puedan afectar a la moral de las personas», en la práctica se ha convertido en la más eficaz herramienta de censura.

Sus tres primeras normas prohíben a los profesionales de la información emitir o publicar historias que sean «contrarias al islam», «insulten a las figuras nacionales» o violen la «intimidad».

Las reglas siete y ocho exponen que «las cuestiones que no hayan sido confirmadas por los funcionarios en el momento de la emisión o la publicación deben tratarse con cuidado» y que «las cuestiones que puedan tener un impacto negativo en la actitud del público o afectar a la moral deben tratarse con cuidado al emitirse o publicarse».

Un mayor control sobre la agenda de los medios se establece en las dos últimas normas (10 y 11), que revelan que el GMIC ha «diseñado un formulario específico para facilitar a los medios de comunicación y a los periodistas la elaboración de sus informes de acuerdo con la normativa», y que a partir de ahora los medios de comunicación deben «elaborar informes detallados en coordinación con el GMIC». E4

Periodismo en Afganistán: un oficio en extinción

  • 59.86 % de los periodistas ya no ejerce
  • 54% de los hombres periodistas ha perdido su empleo
  • 76.19% de las mujeres periodistas están en la misma situación
  • 11 provincias ya no tienen mujeres periodistas
  • 39.59 % de los medios ha cerrado

La Habana, 1975. Escritor, editor y periodista. Es autor de los libros El nieto del lobo, (Pen)últimas palabras, A escondidas de la memoria e Historias de la corte sana. Textos suyos han aparecido en diferentes medios de comunicación nacionales e internacionales. Actualmente es columnista de Espacio 4 y de la revista hispanoamericana de cultura Otrolunes.

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