Esos «piojos» con micrófono

La percepción personal que este columnista tiene del futbol mexicano es muy cercana al futbol arrabalero, como bien constatamos en el estadio de Querétaro, un deporte entre mediocres donde juegan el «Ranilla», el «Tripero», la «Morralla» y la «Pulga», aunque los comentaristas deportivos los hayan bautizado con apodos mayestáticos como el «Matador», el «Kaiser», el «Zorro del Desierto» o el «Capitán Furia». En realidad, puros «ratoncitos verdes».

Las escenas del zafarrancho en el Corregidora fueron deprimentes y retratan una afición arrabalera, montoneros de barriada, valentones en pandilla y cobardes individuales.

Dicen que el deporte es una carrera hacia la limpieza, pero aquí se ha convertido en la carrera de la suciedad. Y mucha culpa es de algunos comentaristas deportivos, por su perniciosa influencia e infame necedad.

Necedad porque los cronistas de futbol son unos auténticos tautólogos en su eterno debate bizantino, por lo redundante de su verborrea y su inmutable apología de lo nimio.

Y lo peor es que piensan que su opinión es trascendente por el hecho de estar frente a un micrófono y el sentir de que su opinión es la quintaesencia en el deporte mundial.

Se sienten genios por bautizar estadios con apodos tan «originales» como la «Bombonera» o el «Nou Camp».

Y pocos han reflexionado sobre su responsabilidad en eso de soliviantar el fanatismo, la violencia, el odio y vicios que derivan de la irracionalidad. Lo peor es que les pagan por fomentar odio y fanatismo. En Monterrey había poca afición por el futbol y ahora existen turbas alcoholizadas de Rayados y Tigres gracias a los comentaristas y a comunicadoras tan influyentes como María Julia Lafuente, una dama muy querida y respetada mientras no se convierte en «pambolera» de los Tigres, porque se «deschonga» con cualquiera en defensa de su equipo sin importar desaliñar ese peinado que a diario luchan por peinar en la Ferretera Popular.

¿Qué pasó con esta dama de Piedras Negras convertida en una belicosa tigresa más rijosa que Irma Serrano a calzón quitado? ¿Qué transformó al joven estudiante de Trabajo Social en salvaje agresor de estadio hasta que su madre lo entregó al Ministerio Público?

No descubrimos el hilo negro al decir que mucha responsabilidad es de los comentaristas pagados por las compañías cerveceras para incentivar la rivalidad, alentar los «clásicos» y la venta de alcohol, en fomentar el odio y la violencia que deriva de una promovida rivalidad. El opio del futbol inyectado a un pueblo ignorante, jodido y ávido de una identidad.

Hasta el mismo dueño de Televisa promueve la violencia con su grito provocador de «ódiame más». El «Piojo» Herrera y su hija protagonizando el zafarrancho en el aeropuerto de Filadelfia, nada que ver con el odio y la violencia promovida en el futbol mexicano.

Si AMLO polariza en sus «mañaneras» ellos también lo hacen con sus «picantes» comentarios. Insidia que deforma multitudes, que fomenta estereotipos violentos, que inventa gigantes de pequeños ratoncitos, que promueve el machismo, el «piojismo» y la prepotencia futbolera donde la realidad ahora les impide vociferar que México es el «Gigante de la Concacaf», mito ridículo de los «piojos» con micrófono.

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