Figuras del bocabajeado

Hace ya algún tiempo, los teóricos Michael Hardt y Antonio Negri elaboraron un esbozo de lo que ellos denominaron «las figuras subjetivas de la crisis», en referencia a la crisis del 2008 (cfr.: Declaración). No parece que las cosas hayan cambiado demasiado. Dichas figuras reaparecen ahora en la crisis del 2022, que esperemos no derive en una recesión en forma. Hagamos un repaso de las cuatro figuras y meditemos en torno a la forma que toman en el tiempo presente.

El predominio de las finanzas y de los bancos, la llamada «transeconomía especulativa», ha producido al «endeudado». Primera figura subjetiva de la crisis. La deuda se ha generalizado en el contexto de la pandemia y la guerra. La deuda nos controla. Con razón la British Science Association ha catalogado a la tarjeta de crédito como el mayor invento del siglo XX. Con la tarjeta de crédito sobrevives, pero al mismo tiempo te endeudas y empiezas a sufrir el acoso de los bancos.

Los mass media, las redes sociales, el I Pad y el I Phone, etc., han creado al «mediatizado», ese sujeto que se enajena tiempo completo con su artilugio y se olvida de la comunicación genuina. La saturación informática absorbe la conciencia del mediatizado. Arma de doble filo, la red de redes, impide el ambiente propicio para generar una auténtica reflexión.

Foucault, Virilio y Attali aparecen preocupados por la hipervigilancia omnipresente en nuestro planeta. Después del 9/11 el mundo prefirió seguridad a libertad. La vigilancia se tornó total y global. Cámaras por todos lados, vigilancia en las redes, en la internet y los miedos «in crescendo». Somos los «vigilados» y los vigilantes a la vez.

Por último, somos también los «representados», más precisamente, los «mal representados». Los malos gobernantes se multiplican y la ciudadanía, como acuñó Tácito, brilla por su ausencia. La representación parece ser un obstáculo para la instauración de una democracia auténtica.

Estas cuatro figuras subjetivas de la crisis, en realidad, son una sola. Son «las figuras del bocabajeado». Y aunque Hardt y Negri apuesten a que se concienticen en la «multitud» y luchen por «el común», quizá convenga conformarse con que se solidaricen localmente y tiren para delante. E4

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