De acuerdo al Instituto Peterson sobre Estudios de Economía Internacional (PIIE por sus siglas en inglés), la economía después del coronavirus se presentaría de dos maneras, dependiendo de su óptica ¿inflación o deflación? El doctor Olivier Blanchard, en uno de sus artículos describe lo siguiente. Cito:
«Siguiendo las métricas tradicionales, su escenario central es el de una economía con bajos niveles de inflación: El desempleo es excepcionalmente alto e, incluso si el confinamiento se relajara, seguiría habiendo vacantes excepcionalmente altas, por lo que es difícil ver un fuerte repunte salarial en el horizonte. Los precios de los productos básicos han caído y los precios del petróleo se han derrumbado. En este escenario, la deflación podría ser uno de los principales desafíos a evitar».
No obstante a ello, el académico también definió ciertas condiciones que, de darse, podrían determinar un escenario negativo de alta inflación. «Este escenario requeriría la combinación de tres elementos: un aumento muy significativo del ratio deuda/PIB, un aumento muy significativo en la tasa de interés neutral y el dominio de la política fiscal sobre la política monetaria».
El Instituto advierte que, en un escenario de crecimiento de la deuda, algunos gobiernos —dice los populistas— pueden verse tentados a «mantener bajos los tipos de interés, para disminuir la carga de la deuda, esto saturaría-calentaría la economía, mayores niveles de inflación e incluso a hiperinflación, reduciéndose el valor real de la deuda, aunque con grandes costes para la economía».
Este trabajo fue elaborado por el PIIE a mediados del año 2020, tratando de hacer una predicción para que los gobiernos las pudieran —o no— tomar a consideración (pero ya vemos que la inflación en el país vecino ronda el 8%).
La anterior observación la tratamos de entender en el día a día con la precariedad de sueldos, la falta de movilidad, el alza de precios; incluso muchos productos que forman parte de la canasta básica, como el caso del tomate y del aguacate, han elevado su coste; además de los planes y políticas públicas que no alcanzan o son ineficaces para nuestro país. Por otra parte, se refleja en México una fuga de grandes capitales de personas y sociedades con alto poder adquisitivo; con especial ojo en España. Inclusive muchos millonarios ya se han asentado ahí. Primero comenzaron ellos, luego se fueron las compañías y profesionistas altamente capacitados que ahora viven con sus familias.
Dicen que Madrid es el nuevo Miami de América, en donde muchas familias mexicanas han tomado la delantera. Además de que España es la entrada para el mercado europeo, también es cierto que su cierta flexibilidad legal les da comodidad —al igual que en gran parte de América— es por ello por lo que esas condiciones resultan tan atractivas como en su momento lo fue la ciudad de Florida.
Por otro lado, el temor a las políticas del gobierno actual (lo cual es como pueril y falto de contexto y conocimiento) los han hecho migrar. En este punto creo que es más la idiosincrasia y el temor a su pérdida de estatus. También es cierto que la inseguridad y la violencia en México es un flagelo que ha contribuido; pero también que es un problema latente que vive en nosotros desde hace más de 15 años si hablamos en la etapa de recrudecimiento y también, el exceso de expectativas no realizadas hasta el momento.
Por lo pronto los pocos ricos de México se fugan a España y explotan el sector inmobiliario allá, pidiendo viviendas señoriales en las principales ciudades de aquel país para vivir como reyezuelos. En Madrid, desde el barrio de Salamanca o Chamberí, hasta en las lejanías como Pozuelo de Alarcón o Aravaca. Por supuesto, además de poseer exceso de dinero, tienes que tener el privilegio de ser descendiente directo de españoles; la gran mayoría nietos que con gusto invierten en el origen: Galicia, Santander, Asturias o Catalunya.
De acuerdo con la revista Proceso, en su edición 2376, el 20% del capital extranjero lo ocupan los mexicanos. Obviamente la pimienta; diarios como El País o El Mundo han exhibido que todas sus transacciones —más las inmobiliarias— se han hecho mediante sociedades y transacciones opacas, consumiéndose en su gran mayoría a la calle de Lagasca en el barrio de Salamanca.
Dos ópticas desde el panorama internacional de inflación e inestabilidad económica: triste es ver al rico mexicano incapaz de ser emprendedor y solo inversor porque ni siquiera la hace en otro país y, por otro lado, se llevan el modus operandi de actividad pseudo empresarial, bursátil y bancaria a España. Que se coman el postre…