García Luna y las farsantes

Antes teníamos que defendernos de la clase política corrupta y rapaz. Ahora también tenemos que hacerlo con dirigentes de las ONG que son farsantes y voraces. Ahí tiene usted a María Elena Morera Mitre de «Causa en Común» o a Isabel Miranda de Wallace de «Alto al secuestro», dos acerbas críticas de la policía, calificadoras embusteras y de facto, algo que siempre ha hecho la sociedad de manera gratuita, porque en una verdadera democracia la moral no tiene propietarios que la abanderen, y menos estas infames oportunistas que lo han hecho de manera tarifada, con prebendas y dinero público y que ahora, las muy camaleónicas, niegan su amistad y complicidad con Genaro García Luna, el «superpolicía» de Vicente Fox y de Felipe Calderón que mucho las cortejó y que ahora es reo confinado en una bartolina en la cárcel de Nueva York. ¡Sorpresas te da la vida! Genaro ha perdido su sombra. No verá el sol en muchos años del resto de su vida.

Pero hay que ver cómo estas mujeres rapaces lograron colocarse como esfinges vigilantes y «calificadoras» de la policía y la seguridad pública en general. Y esto fue posible debido a la enfermiza necesidad de los Gobiernos para ser legitimados por las ONG en razón de su perenne falta de credibilidad, crisis de confianza y escasa representatividad institucional.

Y aquí es donde embonaron estas mujeres golpeadas por la vida, sedientas de venganza y con siniestras motivaciones. Y no es que aquí pretendamos defender al presidente López Obrador, pero ambas mujeres fueron alentadas y financiadas por opositores para atacar al Peje que ahora sí es un verdadero peligro para México.

No debemos olvidar los excesos de la señora Miranda de Wallace, lo siniestro de su conducta y cómo es que Marta Sahagún y luego Felipe Calderón la elevaron a niveles inauditos de poder siendo una vil impostora. En ambos sexenios fue protegida y prácticamente «madrina» (en su connotación policiaca) de Genaro García Luna, y hay quien afirma que se le permitía presenciar y practicar la tortura a reclusos.

Y lo farsante de esta mujer es evidente. En el año 2010 Felipe Calderón le entregó el premio nacional de derechos humanos a pesar de las denuncias por tortura que existen en su contra y de estar fichada por intento de homicidio. Dos años después ya era candidata al Gobierno de la CDMX. Una aberración.

Fue en el sexenio de Vicente Fox que María Elena Morera fue convertida en el faro de la legalidad, en la atalaya del activismo civil que logró organizar la «marcha blanca» contra el Gobierno de AMLO en la Ciudad de México.

Entonces fue cuando Morera y su esposo, Pedro Galindo, abandonaron su mediocre carrera de dentistas y se convirtieron en activistas subvencionados del erario. Fue con Calderón y García Luna que alcanzaron el billete grande y convirtieron a su hijo Juan Pablo en el más alto y caro asesor del ahora reo García Luna, alias «El Metralleta».

Ahora que el sistema de jurados, emblema democrático de los Estados Unidos, ha declarado culpable al corrupto «exsuperpolicía», Isabel Miranda y María Elena Morera ya lo abominan y lo niegan mientras este país se hunde en un baño de sangre y de impunidad junto con las ONG de estas mujeres cínicas y corruptas.

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