La pretensión de Santana Armando Guadiana Tijerina de convertirse en el próximo alcalde de Saltillo representa un gran peligro para nuestra capital. La razón es simple; el caos de Morena convertiría en un campo de batalla al Cabildo de Saltillo, justo lo que hoy sucede en Parras de la Fuente donde, de plano, los ediles de Morena son los más acérrimos opositores del alcalde Ramiro Pérez Arciniega, emanado de su propio partido exigiendo su cabeza ante el Congreso local. Un desastre democrático con una severa crisis de representatividad.
Y no son pocos los municipios gobernados por Morena que a nivel nacional andan en las mismas. Regidores de Morena piden juicio político contra la alcaldesa de Navojoa, Rosario Quintero, de su propio partido. También los ediles morenistas de Ixtac, Veracruz, han demandado a su propio alcalde. Y en Villa Sola de Vega, Oaxaca, con la soga al cuello, hace unos días vimos cómo el pueblo casi lincha al alcalde de Morena, Esaú Núñez Calvo.
Y es que en las filas de Morena no existe la unidad, la cohesión, el espíritu de cuerpo, ni el orden y menos la disciplina. Recuerde usted cómo en la Legislatura pasada desapareció la bancada guinda en el Congreso local cuando la diputada Elisa Villalobos y su par Benito Ramírez se tornaron enemigos. La misma discordia de las hermanas Sánchez Galván contra ese hombre legendario de la izquierda que viene del Partido Comunista, José Guadalupe Céspedes.
En el estado de Guerrero el canibalismo dentro de Morena se da entre Félix Salgado Macedonio y Pablo Amílcar Sandoval. En Morelos, Cuauhtémoc Blanco, postulado por el PES y Morena, niega haber ganado por el empuje de AMLO, se pelea con Morena y se convierte en el peor gobernador que ha tenido esta entidad. En Baja California, dentro de las filas de Morena, Jaime Martínez Veloz contra Jaime Bonilla. El Peje se inclina por el gringo republicano y nuestro paisano, el popular «Jimmy», abandona las filas de Morena. Hoy Bonilla está peleado a muerte con el alcalde morenista de Tijuana, Arturo González. Poco futuro tiene Morena en esa entidad.
A nivel nacional Morena tiene pugnas internas irreconciliables, y así podríamos irnos estado por estado analizando el caos de ese partido en cada entidad: guerra entre tribus y perredización.
La izquierda adolece de un mal que la lleva al fracaso cuando adquiere cierta presencia y poder, el sectarismo. El Partido Popular de Vicente Lombardo Toledano fue una buena opción de izquierda ante la derechización del PRI. Fracasó por el divisionismo polarizante de Lombardo que nunca llegó a unificar a la izquierda mexicana.
Pero en el caso de la izquierda de AMLO es peor. Hay casos tan aberrantes como el de Jaime Bonilla, militante del partido Republicano gringo, un empresario que ahora, como gobernador, quiere expropiar el campo de golf de Tijuana. Su similar en Coahuila es Armando Guadiana, empresario minero y taurómaco que, paradoja increíble, ahora milita en Morena al igual que Manuel Bartlett, Ricardo Salinas, Esteban Moctezuma, Alfonso Romo y otros más de esa clase conocida como la izquierda-caviar. Guadiana en Saltillo sería el caos total.
Y a propósito de Bartlett. A ver, don Santana, ¿ya lo invitó a Tampa al Super Bowl del próximo domingo? Invítelo como invitó a Moreira y a Riquelme, no sea «zacatón».