Helicobacter pylori: Beneficios

Mucho terror se produce con esta bacteria, que forma parte de la flora normal del estómago, pero no se habla de sus beneficios y de los perjuicios que se están causando con las biopsias y los tratamientos a que son sometidos los pacientes con sospecha de la presencia de este bicho. Por lo anterior, revisé el estado actual de conocimientos relacionados con H. pylori: ¿Amiga o enemiga?

Helicobacter pylori (HP) se descubrió en 1982, cuando todavía se pensaba que, por el medio hostil ácido del estómago, no existían microbios en esta zona. Se aloja principalmente en la parte superior de la mucosa del estómago y las primeras partes del duodeno. Es una bacteria proteolítica, utiliza la proteína para desarrollarse y neutraliza el ácido. Más del 50% de la población mundial tiene Helicobacter pylori y, sin embargo, no todo el mundo desarrolla problemas por ello.

Helicobacter es considerada como un patógeno de clase 1 por la OMS desde 1994, es decir: causa indiscutible de cáncer gástrico. Sin embargo, solo el 1 o 2% de los afectados desarrollan cáncer, una correlación además discutida en varios estudios, en los que la cascada carcinogénica parece independiente de la presencia de la bacteria. Es decir, puede ser coincidencia o asociación, y coincidencia o asociación no es igual a relación causa-efecto.

Si esta bacteria lleva tantos milenios con nosotros, ¿Cómo ha podido defenderse nuestro cuerpo hasta ahora? Por lo anterior, no se justifica tanto temor.

Helicobacter Pylori es una bacteria comensal, con beneficios de su presencia.

En los estudios más recientes, se ha descubierto que la presencia de H. pylori está asociada a una mayor diversidad bacteriana a nivel de colon, donde vive la mayoría de nuestra microbiota, y la diversidad de la microbiota está asociada a la buena salud. Este resultado podría reflejar el hecho de que esta bacteria lleva más de diez mil años en nuestra microbiota (normal) y que, por lo tanto, es una bacteria naturalmente presente en nuestro estómago y no un patógeno de por sí.

Asimismo, recientes investigaciones sugieren que Helicobacter podría proteger frente a enfermedades relacionadas con trastornos inmunitarios como el asma, las enfermedades atópicas o las enfermedades inflamatorias del intestino. Sin embargo, se requieren más estudios para determinar si es gracias a la presencia de H. pylori, o por el complejo contexto de la microbiota intestinal en el que se encuentra (sinergias y antagonismos). También se ha observado que estas enfermedades van aumentando a medida que se va erradicando la bacteria. Con ello, se ha formulado la hipótesis de que la bacteria aporta un sosiego importante al sistema inmunitario y juega un papel en la regulación de la secreción de ácido y de hormonas.

La erradicación de H pylori por antibioterapia es un arma de doble filo: Helicobacter en forma cocoide suele ser más resistente y los antibióticos provocan alteraciones a nivel de la microbiota.

La extinción progresiva de Helicobacter podría estar relacionada con el aumento de procesos autoinmunes, inflamaciones crónicas y la susceptibilidad a enfermedades diarreicas. Entre ellas, una consecuencia más seria, es el aumento de las enfermedades esofágicas (reflujos gastroesofágicos, síndrome de Barret, etcétera).

En definitiva, estudios recientes sugieren que existe una compleja interacción entre el resto de la microbiota y H pylori: según el entorno intestinal en el que vive, la bacteria podría ser inofensiva y participar en el equilibrio de la microbiota.

¿Estamos causando más daño que beneficio, es decir, iatrogenia? Por los múltiples casos que he observado, me atrevo a afirmar que, sí, sí se están causando daños emocionales, físicos, económicos y hasta muertes al tomar biopsias gástricas por endoscopia. Me consta.

Todavía quedan abiertas varias preguntas en cuanto al desequilibrio del medio estomacal que podría intervenir en la patogenicidad de Helicobacter. El estilo de vida, el estrés crónico, los medicamentos, los antiácidos, el tabaco, etcétera, podrían cambiar el medio y el comportamiento de la microbiota intestinal y de Helicobacter en particular. Entonces, ¿Podría ser que estemos generando nosotros mismos, por nuestro estilo de vida, la infección por parte de HP? ¿Es mejor erradicar el microorganismo a toda costa, con el riesgo de generar resistencia a los antibióticos y alteraciones en la microbiota, o centrarse en reequilibrar el medio para controlar la patogenicidad y sobrecrecimiento de Helicobacter?

Tomando en cuenta los datos actuales surge una interrogante: ¿Por qué si esta bacteria que forma parte de nuestra microbiota normal, en el momento actual he visto cientos de pacientes multitratados con diversos antibióticos y otros fármacos, durante semanas y meses, sometidos a biopsias y estudios técnicos de laboratorio que han «confirmado» la bacteria y a pesar de los tratamiento, los enfermos siguen con las mismas molestias digestivas y muchos de ellos hasta han empeorado?

La respuesta a la interrogante tiene varias aristas:

Creo que estamos confundiendo entre recolectar signos y síntomas de los enfermos y diagnosticar erróneamente enfermedad del estómago, indicar tratamiento al respecto, y en realidad los síntomas atribuidos al estómago y a la multicitada bacteria no tienen relación directa causa-efecto.

Parece que estamos abusando de la avanzada tecnología médica y hemos abandonado la esencia del ser médico a la usanza de la corriente humanista hipocrática, con la que, a pesar de su antigüedad, es posible resolver un 80% de los casos sin la parafernalia tecnológica actual, a la que debemos recurrir con el fin de confirmar nuestras sospechas clínicas de lo que tiene o no tiene nuestro enfermo, es decir, solicitar estudios para confirmar o desechar (descartar) nuestras hipótesis clínicas con base en los datos de interrogatorio y exploración clínica, en vez de solicitar estudios para «que nos digan que tiene el enfermo».

No hay datos clínicos específicos atribuibles a la bacteria Helicobacter, los síntomas «gástricos» que se le atribuyen tienen varias causas, fuera del estómago y cuya confusión nos impide establecer un diagnóstico de certeza clínica aceptable, y en consecuencia establecer estrategias fallidas, lo que sucede con mucha frecuencia.

Hace 50 años recibí una orientación humanista de la medicina, este paradigma ha sido modificado, la tecnología lo está sustituyendo por uno mercantilista utilitario, nosotros los médicos somos corresponsables. Algún médico actual resumió lo anterior en una frase irónica tirándole al cinismo: «Los médicos de antes eran más honestos que los de ahora, yo soy de antes, pero vivo ahora».

En la próxima entrega veremos cómo se confunde gastritis por H. pylori con el común, cotidiano y benigno síndrome de intestino irritable.

Lea Yatrogenia

Egresado de la Escuela de Medicina de la Universidad Veracruzana (1964-1968). En 1971, hizo un año de residencia en medicina interna en la clínica del IMSS de Torreón, Coahuila. Residencia en medicina interna en el Centro Médico Nacional del IMSS (1972-1974). Por diez años trabajó como médico internista en la clínica del IMSS en Poza Rica Veracruz (1975-1985). Lleva treinta y siete años de consulta privada en medicina interna (1975 a la fecha). Es colaborador del periódico La Opinión de Poza Rica con la columna Yatrogenia (daños provocados por el médico), de opinión médica y de orientación al público, publicada tres veces por semana desde 1986.

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