Informe presidencial: percepción contra realidad

El primer día del mes de septiembre el poder ejecutivo presentará el cuarto informe de gobierno federal para que los ciudadanos evalúen, no el mensaje, si no el trabajo de la administración nacional para atenuar los efectos negativos de la crisis económica, la inseguridad, sequía y las necesidades de salud entre la población.

Desde el 27 de agosto se transmiten spots publicitarios para televisión e internet, que además se pautaron en radiodifusoras, donde el titular del poder presidencial defiende con un alto tono de voz, al estilo de las campañas, los logros de su administración y su permanente comparativa con los gobiernos de oposición del pasado.

Más allá de las filias y las fobias, de acuerdo a esos mensajes, hay que reconocer que el tono de los mismos, al parecer de campaña política, constituyen ataque a las críticas que en materia de seguridad, salud y corrupción se recibieron también durante el cuarto año de gestión.

Los contenidos del discurso mediático a través de los spots, demuestran enojo ante las críticas y una defensa a ultranza, que va más allá de las estadísticas y realidades exhibidas por los opositores a la actual administración.

El tono retador y agresivo del protagonista, evidencia que la estrategia fundamental, es exacerbar los ánimos de los críticos y aumentar el sentimiento de repudio al pasado, entre los grupos que con su voto, llevaron al poder al actual gobierno federal.

En el análisis del humilde escribiente, la estrategia no es mala, para los fines políticos y de poder que pretende el actual presidencialismo, pero si denotan un adelanto, nuevamente en los tiempos, que arriesgan las mismas formas y fondos para el futuro en la sucesión presidencial.

Los mensajes también servirán para el posicionamiento de las «corcholatas» que no levantan en las encuestas y que son ampliamente superados por la actual figura presidencial, pero que parece urgente, colocarlos en la opinión pública, para evitar la reelección o tal vez para propiciarla, bajo el argumento de que no hay quien supere el nivel de popularidad de una sola persona, en acompañamiento de las fuerzas armadas, para dirigir los destinos del país.

En el lado posterior de la moneda política, el contenido de los mensajes es ampliamente cuestionable por la oposición y en general de la opinión pública en desacuerdo, pues hay datos inciertos respecto a la seguridad y el combate a la corrupción.

Incluso de las magnánimas obras que son calificadas como las mejores de Latinoamérica, cuando hay «otros datos», en estadísticas nacionales e internacionales que muestran la realidad del país.

La apuesta, nuevamente en forma populista, en la estrategia, es agudizar el odio y el rechazo al pasado, con un toque para ofrecer algo a los opositores, para que generen crítica,  que sirva para victimizar la actualidad gubernamental, sin dejar de lado el culto al presidencialismo, al más viejo estilo del pasado, que ahora se juzga y se critica como parte principal del discurso político.

Autor invitado.

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