El movimiento de los estudiantes del Instituto Tecnológico de Saltillo (ITS) le marcó límites al poder y puso de relieve la actitud y energía de los jóvenes para generar cambios, no solo en las instituciones educativas, sino también en la sociedad y en la política. Reprimir la protesta —como ha ocurrido en otros casos— no era alternativa; menos aún contra una colectividad dispuesta a defender la dignidad de su escuela y la propia. El plantón, realizado en uno de los puntos neurálgicos de la ciudad, se atrajo a la población por su firmeza y capacidad organizativa y de convocatoria a pesar de los inconvenientes ocasionados. La manifestación fue respetuosa. Los alumnos dejaron con un palmo de narices a quienes esperaban desmanes para descargar su inquina y exigir el uso de la fuerza.
«Uno sabe cómo empiezan los movimientos estudiantiles, mas no cómo terminan», advirtió un alto mando castrense encargado de resolver la crisis en la Universidad Autónoma de Coahuila a inicios del Gobierno de José de las Fuentes. Algunas protestas derivan en violencia, otras se corrompen, pero las que resisten, se mantienen unidas y no traicionan sus principios, trascienden y logran sus propósitos. Es el caso del movimiento del ITS. La renuncia de la directora Gloria Hinojosa es apenas el principio del saneamiento de una institución viciada por viejas prácticas. El pliego petitorio de los alumnos debe cumplirse en cada una de sus partes, pues busca elevar la calidad de la enseñanza e impedir que sus instalaciones se utilicen para dar gusto a políticos y funcionarios.
El apoyo de estudiantes, instituciones, colectivos y diversos sectores de la sociedad legitimaron el movimiento, cuya principal fuerza es moral. Frente a las muestras de solidaridad, algunas voces se alzaron para desacreditar la manifestación e instigar al Gobierno a intervenir. Calificar a los alumnos de sediciosos y amenazarlos con listas negras no solo es reprobable, sino cobarde. ¿Por qué no se levantaron con igual celo y rigor contra quienes causaron la ruina financiera del estado y fabricaron fortunas a costa de los coahuilenses más necesitados para demandar la reparación del daño y pedir justicia? ¿O para denunciar, con nombre y apellido, a las autoridades responsables del conflicto en el Tecnológico y pedir sanciones?
Los estudiantes del ITS han dado ejemplo a la comunidad y a compañeros de otras escuelas de cómo defender causas legítimas frente a intereses políticos y económicos encubiertos en instituciones educativas. Algunas sociedades de alumnos se prestan al juego y venden su voto por un plato de lentejas. El valor de este movimiento consiste no solo en haber afrontado a las estructuras de poder sin arredrarse, sino también en desenmascarar a quienes prefieren la violencia para imponer su voluntad. El activismo estudiantil ha dado líderes cuyo influjo favoreció la democratización del país. Una de ellas —Claudia Sheinbaum— podría ser la primera presidenta de México.
El gobernador Miguel Riquelme y el alcalde José María Fraustro, espectadores del concierto que detonó el conflicto, satisficieron la disculpa reclamada por los estudiantes debido a la invasión de su espacio, aunque sin la oportunidad y ni la formalidad del caso. Las autoridades están obligadas a respetar en todo momento la investidura y dar ejemplo de comedimiento. El precedente debe servir para evitar excesos y medir las consecuencias de actos en apariencia triviales que la sociedad reprueba y castiga.
Cambio de Gobierno
Contra lo que se diga, se piense o se quiera hacer creer, Coahuila no es una isla ni un estado ideal; ninguno lo es. El nuestro tiene ventajas importantes, pero también afronta presiones fabulosas por la deuda y la falta de inversión en sectores prioritarios (infraestructura, salud, educación y servicios). Si la situación prevalece por más tiempo, Coahuila perderá competitividad y la calidad de vida se verá afectada. Los problemas pueden atacarse, cuando son previsibles, con acciones específicas; pero como no siempre se ejercen, adquieren otra dimensión y las soluciones se complican. Sucede, por ejemplo, con las caravanas de migrantes. Fronteras pequeñas como Piedras Negras y Acuña, sin capacidad para recibir a oleadas de personas en tránsito hacia Estados Unidos, colapsan en pocos días.
Coahuila también está en alerta por la huelga de General Motors, Ford y Stellantis (Fiat Chrysler y Grupo PSA), iniciada por el sindicato United Auto Workers el 14 de septiembre en demanda de mejores salarios y beneficios para sus afiliados. Entidades como la nuestra, donde la industria automotriz y las cadenas de suministro figuran entre las principales fuente de empleo y de ingresos fiscales, siempre estarán sujetas a este tipo de eventualidades. Por tanto, deben estar preparadas para afrontarlas y disminuir su efecto. Sin embargo, las finanzas del estado, lastradas por la deuda, dejan poco espacio de maniobra.
El estado se prepara para el cambio de Gobierno, el 1 de diciembre, en un contexto difícil, pues las dos últimas administraciones no pudieron mantener el ritmo de inversión de las precedentes, debido a la deuda. En ese periodo, el peso recayó en los municipios, cuyas capacidades son limitadas. Una de las opciones para revertir esa situación consiste en elevar el Impuesto Sobre Nóminas (ISN), creado hacia finales del sexenio de Eliseo Mendoza Berrueto (1987-1993). Las resistencias para aprobar el gravamen se vencieron cuando el estado ofreció depositar su producto en un fideicomiso —no a las arcas— e invertirlo en los municipios que lo generaran en obras y servicios decididos por un comité.
El ISN debe volver a su esencia y no utilizarse, como pasó después, para otros propósitos, incluso electorales. Con el impuesto se garantizó también parte de la deuda. Al futuro Gobierno corresponde retomar el crecimiento del estado. Sin embargo, para hacerlo necesita aplicar nuevas fórmulas. Dedicar una parte sustancial del presupuesto al servicio del moreirazo reproducirá los resultados y el rezago del estado será cada vez mayor, mientras otros, sin ese lastre, nos superan. La inversión necesita infraestructura y donde la encuentran las grandes empresas se instalan.
¿Desde cuándo no se construye en Coahuila un aeropuerto o una nueva autopista? Una de las peores carreteras del estado es la de Saltillo-Torreón, a pesar de ser una de las regiones más industrializadas. La doble vía data también del Gobierno de Mendoza Berrueto. Los tramos de cuota están en condiciones aceptables, pero los libres son peligrosos y están llenos de trampas. Una manera de demostrar el interés de la próxima administración por un desarrollo equilibrado consistiría en mejorar la comunicación terrestre entre La Laguna y el sureste del estado. Para percatarse de ello es necesario recorrer los caminos, pues desde el aire no se ven los baches.