Juristas, escritores y poetas. Federico Leonardo González Náñez

III PARTE

En las diferentes etapas de la cultura de Coahuila es común encontrar que varios escritores, poetas e historiadores del estado que han trascendido a su época, fueron también abogados de profesión.

Tal circunstancia es propia para quienes con vocación literaria, encontraron en el estudio del derecho la oportunidad para desarrollar sus aptitudes culturales, a la par que adquirieron una profesión definida por la doctora María Candelaria Valdés Silva, en su estudio sobre La escolarización de abogados, médicos e ingenieros coahuilenses en el siglo XIX, tenía un «halo seductor» del cual no pudieron sustraerse por ejemplo Artemio de Valle Arizpe, Julio Torri Maynez, Carlos Pereyra, Miguel Alessio Robles, Otilio González y Jesús Flores Aguirre entre otros, quienes tras concluir sus estudios de bachillerato en el Ateneo Fuente, y al no existir en Coahuila las condiciones propicias para el estudio de la abogacía, se vieron obligados a emigrar a la Ciudad de México, a cursar la carrera de abogados en la Escuela Nacional de Jurisprudencia.

Dicho impedimento imperó en el ámbito cultural del estado por espacio de 20 años, es decir desde 1923, año en que se clausuró de manera definitiva la Escuela de Jurisprudencia y Notariado que funcionó en diversas épocas en el Ateneo Fuente, hasta el primero de abril de 1943, fecha en la que la entonces Escuela de Leyes del Estado, antecedente de la hoy Facultad de Jurisprudencia, inició formalmente los cursos para la formación de abogados.

En dicha institución, y pese al rigor académico de contenido civilista que le imprimieron a su plan de estudios sus maestros fundadores, no impidió que algunos de sus alumnos a la vez que se adentraban en las teorías de Marcel Planiol, o la profundidad de la obra de Bonecasse, el rigorismo de los hermanos Mazeud o el razonamiento de Collin y Capitant, no dejaron de interesarse en las corrientes modernistas de la literatura prevaleciente en la época, como tampoco en la exquisitez provinciana de López Velarde, emulando así quizás la vocación literaria contenida en el libro de cabecera de la juventud de los 40, de los Once poetas de Nueva Extremadura, publicado en 1927, donde de sus 11 hombres de letras que marcaron toda una época en la historia literaria de Coahuila, siete eran abogados, como Margarito Arizpe Rodríguez, Jesús Flores Aguirre, Felipe Sánchez de la Fuente, Otilio González, Ponciano Guerrero González, Luis Lajoux Madariaga y Sergio R. Viesca.

En ese ambiente cultural que surgió en la entonces Escuela de Jurisprudencia cuando el licenciado Arturo Ruiz Higuera incursionó en la poesía, ensayo literario e historiografía con sus obras La pequeña emoción y el Camino rubí, La desnudez del caracol y La pureza patriótica, es de justicia agregar a otro alumno de la misma institución como lo es el licenciado Federico Leonardo González Náñez, quien a casi 29 años de su sentido deceso acaecido en esta ciudad el 20 de diciembre de 1994, por su vasta obra poética, crítica literaria y ensayos biográficos, es un referente obligado para quien se interese en el estudio del desarrollo cultural de Coahuila.

Conocido en el ambiente literario como Federico Leonardo, dicho escritor, poeta y maestro, nació en Escobedo, Coahuila, el 5 de noviembre de 1919. Realizó sus estudios de primaria en la Escuela Anexa Normal del Estado y los de la secundaria y preparatoria en el Ateneo Fuente, mientras que los de maestro de historia y doctor en letras, los realizó en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

Investido con tal grado académico que le permitió ser maestro de diversas generaciones tanto en el Ateneo Fuente, la Escuela Normal Superior del Estado y la hoy Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro, y seducido por el encanto de la diosa Themis, en 1955 ingresó a la entonces Escuela de Jurisprudencia, donde como integrante de la XII generación, concluyó sus estudios de Licenciado en Derecho en 1959.

Dentro de su extensa producción literaria destaca Crónica de la cultura de Coahuila, editada en 1975 por Colección Nueva Imagen; obra que en su segunda edición publicada en el año 2000 es ya todo un clásico de las letras coahuilenses. Es autor también de Monólogos para el pesar, El aula vacía, Digresiones sobre la Poesía Contemporánea de Coahuila, Manuel Acuña, visto a través de los escritores coahuilenses actuales, Coahuila, una novela sin novelistas; de los poemarios Palabras en la sombra, Paréntesis del sueño, Espacios para un tiempo de ausencia, 30 instancias para llamarte amiga, Apuntes y reflexiones para una historia de Saltillo, 24 salmos para las horas, Lámpara de agosto, Apuntes para un poema, A mi solar nativo; En un aniversario olvidado, obra biográfica sobre el conocimiento de la vida y obra de José García Rodríguez, así como de los estudios, selección y notas antológicas sobre las obras de los poetas Otilio González, Jesús Flores Aguirre, Margarito Arizpe Rodríguez y José García Rodríguez, estas últimas cuatro antologías literarias publicadas bajo el auspicio de la Universidad Autónoma de Coahuila.

Miembro de número del Colegio Coahuilense de Investigaciones Históricas, fundador del Seminario de Cultura Mexicana Delegación Saltillo; de la Asociación de Escritores de México; de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística; fundador y director del Grupo Editorial Espigas, cuyas innumerables ediciones, son toda una joya para los interesados en la producción literaria de Coahuila.

El crítico literario Enrique Mesta al prologar en diciembre de 1962 la primera edición de Crónica de cultura de Coahuila, obra cumbre de este valor cultural egresado de la entonces Escuela de Jurisprudencia, dijo: «Es inaplazable la obra en la que muchos quijotes como estos a quienes dedica su crónica, Federico Leonardo, salgan a los nuevos campos de Montiel que hoy en día reverberan por todas las latitudes, a desfacer entuertos de nuestra época; …para que la cultura a la ciencia y haga que los profesionales sean una simbiosis de hombres sabios y hombres cultos; para que la cultura torne hacer un sistema de ideas positivas que, con luz cenital, sin sombras y esclarezca las cosas y el mundo; para que la cultura en fin evite que nuestro precario trajinar sobre la corteza terrestre sea un fraude ignominioso, una tragedia sin rumbo y sin sentido».

A 61 años de aquellas sabias palabras que hacemos nuestras, creemos que, con su vida y obra, este distinguido exalumno de la hoy Facultad de Jurisprudencia Federico Leonardo González Náñez, cumplió cabalmente con dicho cometido.

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