La conciencia del universo

Después de pensarlo y meditarlo mucho, me decido a escribir sobre este tema que es muy importante y, a la vez, muy difícil de explicar. Después de una investigación muy profunda, al fin encuentro información relacionada con este tema, o sea la consciencia del universo:

La suposición metafísica prevaleciente en la ciencia moderna, incluida la física cuántica, es que lo básico del universo es la materia-energía. Aprendemos la realidad mediante el estudio del mundo mensurable y materia-energía lo son. La consciencia emerge de la materia (es decir, el cerebro) al final de un proceso evolutivo. Todo lo que podemos aprender de la consciencia debe finalmente conciliarse con la clase de conocimiento que obtenemos de estudiar los procesos físicos del cerebro.

El doble enfoque se construye sobre conjuntos alternativos de presunciones metafísicas, que suponen la existencia de dos clases diferentes de componentes en el universo; materia-energía y mente-espíritu. La primera se estudia con las actuales herramientas de la ciencia. La segunda debe ser explorada en formas más apropiadas (es decir, exploración subjetiva interna).

Junto con las presunciones positivistas reduccionistas de la ciencia moderna y la mencionada suposición dualista, existe una tercera posición. Esta tercera clase de suposición metafísica dice que el principal componente del universo es la consciencia. Mente o consciencia vienen primero y materia-energía surgen en algún sentido de la mente.

Las mentes individuales no están separadas (aunque parezcan estarlo los cerebros) sino conectadas a cierto nivel inconsciente. El mundo físico es para la mente mayor, como una imagen onírica para la mente individual. La realidad última se contacta no mediante los sentidos físicos, sino a través de la intuición más profunda. La consciencia no es el producto final de una evolución material.

La mente colectiva-universal es creadora del mundo que experimenta la mente consciente individual.

De acuerdo con lo generalmente aceptado, el universo actual comenzó quince mil millones de años atrás con el Big Bang. Hace tres mil millones y medio de años apareció la primera vida. Y hace doscientos millones de años lo hicieron los mamíferos. Mediante mutaciones y selección natural, la evolución creó organismos de creciente complejidad. Muy recientemente desde el punto de vista cosmológico, aparece el ser humano con su consciencia, atributo no material surgido de alguna forma del universo material.

El agudo contraste, «la tercera metafísica» comienza a partir de suposiciones absolutamente diferentes: la consciencia estuvo —siempre—, la evolución es dirigida en ciertas direcciones (por ejemplo, creciente concientización, libertad, complejidad) aun cuando sea empujada hacia la supervivencia del más apto. Las mutaciones al azar y la selección natural todavía están en el cuadro, pero al mismo tiempo existe lugar para algún tipo de fuerza guía teleológica.

Los especialistas sobre este tema opinan que la tercera opción es la más adecuada, porque está de acuerdo con la más profunda sabiduría experimentada a través de los tiempos; simultáneamente no contradice el conocimiento científico de modo irreconciliable. Se percibe intuitivamente como correcta, no entra en conflicto con experiencias personales de conocimiento consciente, libertad interior. Lleva a actitudes de plenitud y de paz interior.

Relacionado con este tema, me llegó una información increíble. De dónde llegó, no lo sé, pero es tan importante que la incluyo en este trabajo, dice más o menos así: Una gota de agua del océano contiene todo el océano. De la misma manera, somos una gota de consciencia en un mar de consciencia. Si esa consciencia tiene infinitas posibilidades, nosotros también tenemos infinitas posibilidades.

Estamos hechos a imagen y semejanza de esa consciencia.

Para conocer la conciencia infinita tenemos que unirnos o sumergirnos en ella.

Para unirnos a esa consciencia infinita, nuestra frecuencia vibratoria tendría que ser alta. Ya lo he publicado en otras ocasiones que las vibraciones altas en nosotros las produce el amor, la armonía y la unidad, y toda clase de buenos sentimientos. Y, por el contrario, las vibraciones bajas las produce el miedo, el temor, el terror, la angustia y toda clase de malos sentimientos.

Yo siempre me preguntaba qué es lo que vibra en nosotros, y la respuesta me llegó en forma increíble. Todos sabemos que en el cerebro tenemos neuronas, y que estas se encuentran por millones en nosotros, que se podría decir que en el cerebro tenemos un universo de neuronas y que al igual que el universo físico que todos conocemos está siempre vibrando. Nuestras neuronas a nivel cuántico están vibrando en forma imperceptible y es lo que nos conecta con la consciencia universal que vendría siendo Dios.

En mis estudios de teología cristiana, nos enseñaron que nuestra imagen y semejanza con Dios se refiere a nuestra capacidad que todos tenemos de pensar, sentir y decidir.

Relacionado con este tema, siempre se ha oído decir que nuestra mente o consciencia puede influir en la materia, y que nuestros pensamientos y deseos personales pueden influir en la realidad. Y todo esto está basado en el principio de que todo el universo es energía y que nosotros somos seres de energía. Y la ciencia dice que la energía no se crea ni se destruye, solo se transforma. Y según este principio todas las cosas ya existen en forma de energía. Cuando nosotros tenemos un deseo de algo y si nosotros ese deseo lo pensamos con intensidad y con fe y si persistimos en eso, va a llegar el momento en que ese deseo que ya existe como energía se va a materializar y se hace realidad.

Uno de los principios de la magia divina es que si tú quieres que las cosas se realicen debes de tener mucha fe y fuerza de voluntad.

Otro ejemplo de cómo nuestra mente influye en la realidad personal de cada persona es la que dice: mentes positivas atraen cosas positivas y mentes negativas atraen cosas negativas.

Uno de los principios de la ciencia referente a la materia es que está vibrando siempre. Otro principio de la materia es que está, o sea la materia es energía condensada y en concreto todo lo que existe en el universo es energía y nosotros somos seres de energía.

Cronista de Abasolo, Coahuila.

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