Según Aristóteles, «si el gobierno de pocos o de muchos es accidental para la oligarquía y la democracia, los ricos son pocos en todas partes y los pobres muchos». La verdadera diferencia, escribió, es que «la oligarquía beneficia a los ricos, la democracia beneficia a los pobres». Por «pobre» Aristóteles se refería a los trabajadores, los campesinos terratenientes, los artesanos, etc., esencialmente, la clase media y los de abajo que son siempre los más.
Y eso nos lleva a una realización seria. Si la democracia, el logro político supremo de Occidente, se transfigura gradualmente, correrá la misma suerte que las civilizaciones anteriores. Así como Roma creía que estaba dando expresión final al ideal republicano de los griegos, y así como los reyes medievales creían que estaban dando expresión final al ideal romano, nosotros creemos, como lo hicieron los primeros cristianos, que nuestra concepción de libertad significa una mejor vida para el resto de la humanidad.
¿Pero porqué hemos llegado hasta este momento? ¿Por qué el planeta entero está preocupado por el resultado de la elección en los Estados Unidos? Creo que porque hay mucha gente de ese país que está desencantada con la política y los políticos. Gente que ve a Trump como alguien que no es parte de lo que ellos llaman «un sistema corrupto». Porque Trump ha apelado a los principios racistas que aún tienen muchos ciudadanos de ese país. Norteamericanos que tienen sentimientos muy fuertes contra la inmigración, el libre comercio y la retórica racista.
A eso sumemos los problemas económicos que enfrentan y la desorientación cultural, hechos que se atribuyen al sistema político. Trump ha convencido a millones de que Estados Unidos es un país débil, un infierno del crimen, terrorismo y creciente miseria, acosado desde adentro y afuera, y que él es esa mano fuerte —su mano fuerte— para revertir las cosas, tal y como lo hizo Hitler en 1933 cuando llegó al poder en Alemania, en un llamado para recobrar la grandeza de ese país.
Se trata del colapso sobre la viabilidad a largo plazo de la democracia. Ya la historia ha demostrado que no hay un triunfo final de la razón, ya sea que se llame cristianismo, Ilustración o, ahora, democracia. Pensar que la democracia, tal como la conocemos, triunfará —o incluso que está aquí para quedarse— es en sí misma una forma de determinismo, impulsado por nuestro propio etnocentrismo. El despotismo, decía Tocqueville, «es más particularmente temible en las épocas democráticas».
Ahí están los ejemplos de Hitler y Mussolini que llegaron al poder mediante la democracia, que no siempre logra que las sociedades sean más civilizadas, pero que siempre exponen sin piedad la salud de las sociedades en las que operan.
Estados Unidos y el mundo entero esperabamos ansiosos conocer el resultado final de la elección entre Donald Trump y Joseph Biden sobre quién sería el próximo presidente de ese país.
El sabado 7 de Noviembre, el día en que finalmente se confirmó el triunfo del democrata Joseph Biden, fue algo así como lo sucedido hace 76 años, su «Día D». En ese tiempo, la fecha representó la caída del nazismo y, con ello, el fin de la amenaza para el mundo libre. Hoy, esa amenaza existe y espero, al igual que muchos, hoy por la noche podamos irnos a dormir sabiendo que la peor de nuestras pesadillas se ha disipado, por lo menos por ahora.
Asú así, sacar a Trump de la Casa Blanca no es cualquier cosa y algo grave podría pasar. Y así es como llegamos hoy al «Día D», una fecha que el mundo ha esperado ansioso para conocer el resultado de las elecciones, un punto de inflexión en la historia moderna. Si Trump hace alguna clase de voltereta ilegal significaría un fracaso para el mundo y para la democracia estadounidense.
Sostengo que la democracia es parte integral de una transformación hacia nuevas formas de autoritarismo; que la democracia está en mayor riesgo que nunca, y de fuentes oscuras; y que muchos regímenes futuros, podrían parecerse más a las oligarquías. Pero por otra parte la historia enseña que lo que sostenía Winston Churchill era verdad: la democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han inventado.