La democracia

Hablar de democracia en un país que no la ha practicado es un atrevimiento; también puede expresar la necesidad de reflexionar sobre una utopía, una aspiración, un intento de saber algo acerca del tema que todo mundo tiene como referencia y, cada uno, una definición. No hemos disfrutado como país la experiencia de lo que sería la participación dentro de una sociedad o un grupo específico. Como nación nos definimos democráticos, pero es nada más la referencia a un fenómeno cuyas características están definidas en abundantes tomos desde hace veinticinco siglos. Creemos que es obligado llegar a ese estado de cosas, a esa vivencia en la que se supone que nosotros estamos inmersos. Es, pues, sueño, no realidad.

Por distintas experiencias que he tenido entre indígenas y campesinos considero que la democracia existe y se practica, pero en los grupos en que se lucha por objetivos que benefician a sus individuos o, así mismo, cuando se unen para luchar contra sus enemigos. En varias de esas experiencias tengo claro que la participación era un hábito, tanto así que nunca debió ser justificada, nada más practicada. Mujeres, e incluso niños, no necesitaban haber leído a los teóricos del Estado ni a los exégetas de los partidos políticos para decidir sus propios asuntos. Recuerdo que todo el movimiento tojolabal surgió de que don Gonzalo, dueño y chofer del único autobús que llegaba a las comunidades, manoseó a dos muchachitas adolescentes. Veinticuatro comunidades se lanzaron contra don Gonzalo hasta echarlo fuera. Luego, tras un periodo de reunir dinero, compraron su propio autobús. Así que el pretexto de la lucha surgió de un abuso sexual. En cada comunidad se discutía, reunían dinero dentro de su extrema pobreza hasta lograr superarse. Y así como ésta, hay demasiadas experiencias de democracia en muchos lugares: de Oaxaca a La Laguna, de ahí a la tribu yaqui, luego a los mixtecos que habitan a lo largo de California, Estados Unidos.

¿Me contradigo? En parte sí, en parte no. Los partidos políticos, empezando por el PRI, han hecho pedazos lo que podría ser una participación de los ciudadanos. Oh, queridos mexicanos, ¡noventa años os contemplan! Yo participé en el Instituto Federal Electoral cuando era presidido por José Woldenberg. Ahora contemplamos desde nuestro sillón cómo se enfrentan los políticos, los partidos y el INE. No dudo de la capacidad de Lorenzo Córdova Vianello, pero tengo demasiada preocupación porque no está siendo un juez que empareje las situaciones, sino que él mismo se introduce en uno de los extremos. Veamos: echa abajo la candidatura de Salgado Macedonio porque no declaró 19 mil pesos. Yo había escrito contra ese señor por otras razones: maltrato a mujeres, intento de violación, enriquecimiento. Por ahí era… Estoy seguro de que los lectores recordarán que en elecciones anteriores, cuando Peña Nieto mandaba, el INE permitió que el Partido Verde Ecologista cometiera 14 violaciones seguidas al reglamento electoral. El INE les llamaba la atención y los multaba. Ellos volvían a delinquir y les cobraban de nuevo, así 14 veces. El Verde nunca pagó, las multas las pagaba el gobierno. Ahí sí Córdova era muy democrático: un delito-una multa, otro-otra multa. Nada de dar de baja al Verde.

La democracia no es factible sin un sistema que la defienda, pero que también la practique. Ahora estamos frente a unas elecciones que van a plantear una idea de sociedad. Y, por lo pronto, no se ve claro hacia dónde iremos. Esto responde a la pregunta ¿quién irá a ganar? Hay tantas mentiras, tantos excesos que no sabemos quién será mejor. Corrijo: no sabemos quién será peor.

Poder del pueblo, así se traduce la palabra democracia, pero no hay poder popular sino dominio, engaño, ideologización, lucha por la riqueza nacional y mucha ignorancia. Veo de vez en cuando el canal del Congreso y con rapidez cambio. Lo que veo ahí es vergonzoso: gritos y ofensas, pocos análisis y casi nada de patriotismo. Están tras el dinero. No darán el poder al pueblo, es necesario que se lo arrebatemos. Y no hay otra forma que participando.

Investigador, académico e historiador

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