La inexorabilidad del cambio

Nunca nos bañamos dos veces en el mismo río.

Heráclito de Éfeso

(540-480 a.C.)

Toda persona medianamente informada sabe quién fue Galileo Galilei y sus descubrimientos científicos que provocaron una ruptura de la física y la astronomía tradicionales en la Edad Media. Él logró avances increíbles al demostrar por el método inductivo basado en la observación de la realidad que estas eran diferentes a las arcaicas aceptadas. Con su telescopio encontró manchas solares, lunas de Júpiter y el porqué de las mareas. Pero los conservadores geocéntricos se organizaron con odio encarnizado para destruir su teoría principal: «la Tierra gira en torno al sol». La propia Iglesia terminó por aceptar el heliocentrismo que los conservadores aborrecían. Galileo penetró la historia universal; a sus detractores nadie los recuerda, fueron brevemente famosos en su perecedera existencia.

Ningún científico ha sido vituperado con más rabia que Charles Darwin y su teoría de la selección natural; demostró que tanto la flora como la fauna han mutado continuamente a lo largo de la geológica historia; esto puso en duda el origen divino de la vida y en especial del ser humano (jamás escribió que este provenía del mono; fue una interpretación de su teoría). Los conservadores estaban aferrados a su religiosa visión del naturalismo inmutable; la consideraban perfecta e inmejorable; la defendieron con cólera furiosa y amenazaron de muerte a quienes no la aceptaran y hoy aun retrógradamente se revuelcan de dolor.

Finalmente triunfó la sustantividad técnico-científica y los reaccionarios cayeron para jamás salir del quinto círculo del infierno dantesco donde están los soberbios, iracundos, rabiosos e injuriosos; ahí merecen permanecer todos los enemigos del cambio inminente e imparable; ya sea que, por intereses económicos, políticos, ideológicos, religiosos o por incapacidad intelectual niegan la metamorfosis social, quedando sumidos, además, en la «Ciénega de los olvidados».

Coyunturalmente la realidad impera; la revolución científica, filosófica e ideológica siempre se impone; los tradicionalistas se niegan a aceptar que la única persistencia en la humanidad y su comunidad es la renovación constante. Nada puede permanecer estático ni existen verdades tan absolutas que nunca puedan ser superadas. La imaginación y la inteligencia humana no tienen límites; lo más terrible es no entender que la metamorfosis siempre está presente, es como el tiempo, nada lo detiene.

Hoy defraudar consciencias sociales negando lo positivo realizado por acciones que buscan el bien comunitario es idéntico a la quema de libros en la edad media. Obstaculizar el crecimiento humano actual es absoluta falta de dignidad. Pisotear la verdad social que una inmensa mayoría de ciudadanos conoce y quiere, tratando de soslayar la creación de una historia diferente a la miseria que hemos vivido por décadas es oprobioso y denigrante. Fustigar a quien proclama que hemos progresado buscando desprestigiarlo para intentar recuperar la aprobación popular que han perdido es ignominioso. Criticar lo realizado y logrado con éxito alterando su realidad y falseando sus resultados es como llevar a la hoguera al científico que cambio la visión del oscuro mundo mitológico. Acusar de males mundiales a una sola persona, máxime que es ajena a ello y ha hecho lo posible para evitarlo y ha paleado en buena medida el mal en su país; humilla y denigra a quienes inventan y esparcen esa falacia lastimosamente escribiendo triunfos fatuos. Publicitar embustes noticiosos y mal intencionados en medios tradicionales o virtuales ensucia su imagen; tanta ridiculez causa hilaridad entre quienes conocen lo que realmente acontece y hace perder lectores u oyentes a los infundiosos; eso culmina destruyéndolos cuando se descubre la verdad. Esto nos recuerda a Isaías 5:20 «¡Ay de los que a lo malo llaman bueno, y a lo bueno, malo; que hacen de la luz tinieblas y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo!».

Vale la pena destacar que todo triunfo del conservadurismo contra la transformación de la humana comunidad es solamente fugaz con consecuencias efímeras, aunque lo festinen y apologicen; el cambio tomará posesión de la sociedad, ciencia, Gobierno y filosofía política, estabilizará la mutación transformadora y esta se concretizará. «El factor dominante de la sociedad actual es el cambio, el cambio continuo, el cambio inevitable», sentenció el filósofo y científico Isaac Asimov.

¿Bielectividad democrática?

En la humana historia los modelos electorales han sido muy diversos, desde los teocráticos; los dinásticos hasta los actuales que designan por mayoría del pueblo a sus gobernantes.

Estudiando los sistemas políticos actuales, encontré que el escritor irlandés Peter Mair en su obra Gobernando el vacío: la banalización de la democracia occidental declara con terrible precisión que: «La era de la democracia de partidos ha pasado». Analiza que los partidos se han transformado y existe una marcada indiferencia ciudadana hacia el mundo político. Esto conlleva a sufrir consecuencias como pérdida de reputación, legitimidad y eficacia ante la democracia moderna. Cada vez más la participación electoral va declinando y la afiliación a partidos disminuye considerablemente. Si bien este duro análisis lo realizó para Europa; México no está lejos de él.

Recibí precioso obsequio navideño de un gran empresario lagunero quien me honró con el libro Contra las elecciones. Cómo salvar la democracia del escritor belga David Van Reybrouck quien también analiza la realidad política europea, muy distinta a Latinoamérica, pero de la que mucho podemos aprender.

Estos dos escritores coinciden ampliamente: Van Reybrouck expresa igualmente que existe un «síndrome de la fatiga democrática» y una doble crisis de legitimidad y de eficiencia del sistema democrático, un fenómeno difícil de entender en Francia, cuna de la democracia moderna. Asimismo, insiste en que «La democracia representativa actual está en crisis y son muchos los indicadores que lo corroboran: una abstención cada vez más alta en los comicios, resultados electorales cada vez más volubles, pérdida de afiliados de los partidos y otras lacras que favorecen el déficit democrático…».

Inmediatamente después Van Reybrouck se pregunta si esa situación anima a pensar cambios sustanciales en la representación obtenida en elección mediante el voto o puede ser constituida por vías alternativas… Propuesta aventurada al mismo tiempo que atractiva, sobre todo cuando arguye mecanismos como el sorteo para seleccionar representantes gubernamentales, algo inédito en los sistemas tradicionales. Dicho más claramente: sugiere una visión reformadora en la que el sorteo puede ser utilizado como elemento complementario a la representación electoral dentro de los modelos actuales de democracia, Se escogen personas al azar para deliberar sobre asuntos públicos y trasladarlos luego a las instituciones, este sorteo podría ser útil para mejorar y profundizar la democracia.

Se generarían parlamentos ciudadanos en los que se escucharía la voz popular cómo enriquecimiento de formas de una democracia representativa aleatoria; así se podría contar con representantes que gozarían de total libertad, no dependerían de estructuras partidistas ni de grandes campañas de comunicación. Sería un modelo bi-representativo que se escoge tanto por medio de votación como por medio del sorteo.

Podrá llamarse «Gobierno bi-electivo» pero jamás democracia, al menos que, todos, absolutamente todos los posibles designados por vía sorteo hayan sido previamente electos por el pueblo, como sería recomendable con los consejeros del INE y otros organismos similares, siempre y cuando estos no fuesen nombrados por los partidos y los electores de ellos fuesen gente desapegada a intereses políticos y auténticos representantes del pensamiento ético-democrático, lo que no sucede en ninguno de estos casos. ¿Cómo podría subsistir la «Soberanía Popular» principio ideológico y filosófico tan valioso cuando el pueblo no tiene capacidad electiva?

Lo más importante en todo análisis político es considerar los cambios que viven los pueblos, no se puede seguir creyendo que los electores siguen aceptando lo que hace pocos años era tolerado; las redes sociales han transformado el sistema comunicativo tradicional y llegan nuevas formas de información; por lo tanto, la mentalidad democrática cambia de manera continua y los «gurús» mediáticos han perdido además de credibilidad, un alto porcentaje del auditorio; muchos medios de comunicación tradicionales están reduciendo personal y tiempos. En lugar de autocriticarse culpan a otro de su fracaso mediático. Lo peor es que creen que les creen.

Esta propuesta sería aceptada en México no por su valor político e histórico, sino por quien la proponga. Hoy vemos partidos políticos agresivos con las personas, impidiendo cualquier avance del contrario, pero sin presentar alguna propuesta positiva que atraiga al votante, abandonados por sus bases están hasta en peligro de perder sus registros.

Esto me recuerda la obra de José Saramago Ensayo sobre la lucidez de la que pronto platicaremos.

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